El mortero está formado de cemento, agua y arena. Echamos los distintos elementos en una cubeta y removemos bien hasta conseguir una masa homogénea.
La proporción de los diferentes componentes varía en función del uso que le vayamos a dar a la mezcla. Eso sí, las cantidades de cada elemento influyen la manejabilidad de la masa, así como en su durabilidad y resistencia.
En las tiendas de bricolaje encontramos morteros premezclados en seco, muy cómodos para hacer pequeñas reformas en casa. Lo único que hay que hacer es agregar la cantidad necesaria de agua.
Estas mezclas normalmente también cuentan con aditivos que varían según su uso.
En el caso del hormigón, además de esos elementos se le añade grava de manera que conseguimos una estructura más sólida.
El uso principal del hormigón es formar una base fuerte, estable… que soporte bien el peso y el tránsito.
También disponemos de hormigón ya preparado, al que sólo tendremos que añadir la cantidad de agua que nos indica el fabricante.