Comenzaremos el trabajo limpiando bien la junta con la ayuda de un cepillo. Eso sí, tendremos que tener cuidado de no dañar la tela asfáltica que hay debajo del azulejo.
A continuación, preparamos la masilla para juntas, siguiendo las indicaciones del fabricante. Echamos el mortero en un cubo y a medida que vamos añadiendo agua, mezclamos bien el producto para conseguir una masa homogénea.
En las tiendas de bricolaje encontraremos masillas para juntas de varios colores; tendremos que elegir el tono que mejor se adapte a nuestras necesidades.
Mientras dejamos que el producto repose unos minutos, delimitamos la junta a reparar con cinta de carrocero.
Ya podemos aplicar la masilla, poco a poco y rellenando adecuadamente la junta, con la ayuda de una pequeña espátula.
Sin esperar a que el producto se seque, despegamos la cinta y retiramos el sobrante con una esponja húmeda.
De esta manera tan fácil y en muy poco tiempo, hemos dejado la junta como nueva, evitando futuras posibles filtraciones de agua. Un problema mucho más difícil de solucionar.