Una vez que hayamos cortado las traviesas a medida, hacemos las cajas para poder unir las piezas entre sí a media madera. Para realizar esta tarea, utilizamos la sierra de calar y una hoja para madera.
A continuación, despejamos la zona sobre la que vamos a instalar el estanque, montamos el rectángulo y comprobamos que la estructura queda a nivel.
En caso contrario, retiramos la tierra que necesitamos hasta dejar la superficie plana. Para eso, nos ayudaremos de una azada.
Con el suelo ya nivelado, colocamos definitivamente la primera fila de traviesas, montando el rectángulo y uniendo las piezas entre sí con unos tirafondos extra-largos apropiados para la intemperie.
Ponemos la segunda hilera de traviesas sobre la primera y la fijamos, empleando de nuevo unos tirafondos extra-largos.
El siguiente paso consiste en hacer una cama de arena en el interior de la estructura. Echamos la arena y la extendemos con la ayuda de la azada o un rastrillo.
Después, colocamos el plástico especial para estanques y lo sujetamos con unas grapas.
Llenamos el estanque de agua con la ayuda de una manguera, fijamos definitivamente el plástico con más grapas y retiramos el sobrante.
Es el turno del acabado de los remates. Nos ponemos unos guantes de látex, agitamos bien el producto y lo vertemos en una cubeta. Luego, aplicamos el esmalte, en este caso, de color blanco, en la superficie de madera, utilizando una paletina.
Transcurrido el tiempo de secado que nos indica el fabricante, colocamos los remates en su posición y los atornillamos.
Instalamos la fuente, siguiendo las indicaciones del fabricante y por último, metemos unos peces. Nosotros nos hemos decantado por una fuente y unos peces, pero vosotros podéis colocar los accesorios que más os gusten o criar los animales acuáticos que deseéis.
Ya veis de qué forma tan sencilla y rápida, hemos conseguido un estanque, personal y decorativo, empleando unos materiales fáciles de adquirir en cualquier tienda de bricolaje.