Según se desprende de los resultados del estudio Consumers' Acceptability and Perception of Edible Insects as an Emerging Protein Source publicados en abierto en el International Journal of Environmental Research and Public Health y que forma parte de la tesis de la alumna de doctorado Marta Ros dentro del programa de doctorado de la UOC en Salud y Psicología, el consumo de insectos podría ser una opción a tener en cuenta a la hora de constituir una nueva fuente de alimentación sostenible y alternativa que forme parte de nuestra dieta diaria
La entomofagia o consumo de insectos tanto por parte de animales o humanos era una costumbre antigua en China, en el Imperio Romano y otras civilizaciones, pero su ingesta se mantiene en países como Tailandia, Japón, México, Brasil, Perú, Japón y algunos países africanos.
Ante el agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se vienen produciendo estudios para comprobar la viabilidad de consumir insectos, como fuente de alimentación alternativa. Varios estudios ya publicados han demostrado los efectos positivos que tiene el consumo de insectos sobre la salud, con lo que sería una opción válida para mejorar la seguridad alimentaria mundial
Las conclusiones obtenidas en estudios con humanos, los insectos comestibles han destacado por sus múltiples beneficios: mejorar la salud intestinal, reducir la inflamación sistémica y aumentar las concentraciones sanguíneas de aminoácidos.
De este estudio elaborado por el grupo de investigación FoodLab de la UOC se estima que el 86% de los encuestados nunca han consumido insectos y solamente un 13% los han probado en alguna ocasión.
¿Y qué razones tienen para no consumir insectos? A un 38% les produce reticencia, un 15% lo relacionan con la carencia de hábito, un 9% se inclinan por su falta de seguridad y un 6% lo aducen a razones culturales.
¿Incluirían en su dieta diaria la ingesta de insectos? Un 82% asegura que no lo haría mientras que solamente un 12% sí los incorporarían.

Otros resultados interesantes:
- el 71% afirma que no cocinaría insectos en casa, mientras que un 28 % sí lo haría.
- en relación a si ofrecerían platos con insectos en un restaurante, el 73% contesta que no, por un 25 % responde positivamente.
- 81% cree que el público general no recibiría con buena cara el consumo de platos con insectos, por un16% que piensa que sí.
- el 50 % de los encuestadas cree que disponer de información sobre los beneficios que puede aportar el consumo de insectos ayudaría a su normalización; otras razones para creer que puede ser una opción de cara al futuro es la forma en que se cocinen los insectos para ser consumidos y que a la hora de preparar los platos los insectos no se puedan ver o no sean identificados como tal.
De cara a la obligación de buscar alternativas en cuanto al abastecimiento de proteínas alrededor del año 2050 y teniendo en cuenta el coste de producción, así como la creciente presión ambiental en la agricultura y la ganadería, el uso de insectos como alimento podría ser una estrategia válida con el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria global. Teniendo en cuenta que los insectos pueden crecer en restos orgánicos, ocupan un espacio de producción más pequeño lo que ayuda a generar menos gases invernadero y otros beneficios publicados anteriormente en el artículo "Edible Insect Consumption for Human and Planetary Health: A Systematic Review" esta alternativa de consumir insectos e incorporarlos a nuestra dieta alimentaria es factible y una opción a tener en cuenta que iremos viendo cómo evoluciona a lo largo de los próximos años.