Posibles cambios de raíz
Antes de nada debemos ir a la raíz del problema. ¿Sabes lo que tienes contratado? ¿Es lo mejor para tus necesidades o estás pagando por algo que no necesitas?
Es importante que tengamos la potencia ajustada a nuestras necesidades, de lo contrario estaremos pagando de más. Si reducimos kW contratados, aunque sigamos en la misma tarifa (por ejemplo, si pasas de 4,6 a 3,45 kW) se nos aplicará el mismo precio pero lo multiplicaremos por un número de kW menor. Si la reducción nos hace cambiar de tarifa (pongamos por caso pasando de 10,3 kW -tarifa 2.1A- a 9,2 kW -tarifa 2.0A, para menos de 10 kW-) a ese número menor, además habría que añadirle el ahorro de tener un precio inferior por el que multiplicarlo. Puedes pedir orientación a tu comercializadora para que te aconseje sobre cuál puede ser tu potencia ideal.
Otro de los cambios que podría aportarte ahorro es pasar a una tarifa con discriminación horaria. Debes plantearte si te conviene o no según tu forma de consumir.
Por último, comprueba en tu factura si estás pagando por servicios de mantenimiento o similares. Puede que nunca los necesites (o que cuando los necesites no te cubran lo que te haya pasado) con lo cual es un sobre coste que pagas innecesariamente.
Trucos para reducir tu consumo
Una vez revisado todo lo anterior y aunque actualmente, en general, el precio que pagamos por energía consumida no es tan alto en comparación con el de potencia, toca fijarse en cómo reducir kWh consumidos.
Aquí tienes 10 trucos útiles:
1. Elimina el stand by. Utiliza regletas para apagar completamente los aparatos que no puedan apagarse del todo por sí mismos.
2. Adapta la iluminación de tu hogar a cada momento y elige la bombilla adecuada para cada zona, si es posible de bajo consumo.
3. Aprovecha el calor del horno o el de la vitrocerámica para cocinar varias cosas a la vez o una después de otra y apágalos un poco antes de lo necesario para que los alimentos se acaben de cocinar con el calor residual.
4. Siempre que sea posible, utiliza programas cortos de lavado en frío en lavadora y lavavajillas.
5. No pongas alimentos calientes dentro de la nevera, subirás la temperatura e impedirás que el resto de cosas se enfríen correctamente. Cuando descongeles hazlo pasando el alimento a la nevera en lugar de dejarlo fuera, de esta forma el aparato aprovecha el frío que desprende.
6. Si tienes calefacción, aísla adecuadamente puertas y ventanas para evitar que el frío o el calor se pierdan.
7. Si tienes aire acondicionado procura no bajar de los 25ºC y apágalo unos 30 minutos antes de salir de casa. El frío residual será más que suficiente y tu cuerpo empezará a adaptarse a la temperatura exterior, evitando resfriados.
8. Utiliza los aparatos sólo cuando los necesites. Por lo general lo de que un aparato gasta más al ponerlo en marcha que dejándolo encendido constantemente aunque a menor potencia (el ejemplo clásico sería la calefacción) es una leyenda urbana.
9. Si tus aparatos no pueden programarse puedes comprar programadores en ferreterías o grandes superficies especializadas para controlar su consumo (por ej. en termos de agua caliente).
10. Si vas a comprar un electrodoméstico nuevo apuesta por la clase energética más elevada posible. Puede ser una inversión un poco mayor ahora pero la amortizarás rápidamente.
Además de todo esto puedes revisar el precio que están aplicándote según tu tarifa de acceso. Para la 2.0A y 2.0DHA (hasta 10 kW de potencia con y sin discriminación horaria respectivamente) la tarifa más competitiva es la TUR (Tarifa de último Recurso).
Y recuerda, si te ofrecen algún descuento pide todas las condiciones por escrito, estúdialas con calma y fíjate bien en la letra pequeña.
Como ves ahorrar energía no es una misión imposible.
Fuente Holaluz.com