El orden perfecto no existe

Eso está claro. Incluso los más ordenados tiran en ocasiones algo al suelo, no guardan el último DVD que han visto o dejan el periódico en cualquier lado. Tenemos que aceptar la realidad y crear lo que podemos denominar "reservas para el desorden", es decir, áreas limitadas donde el desorden pueda "crecer libremente".

En el baño, podemos crear una reserva de desorden simplemente utilizando una silla donde dejar la ropa descuidadamente. En la cocina, un cajón de trastos para los frascos de vitaminas, recetas, gomas elásticas o recibos de compra puede ser la solución. Un gran revistero en la sala de estar puede dar mucho juego, siempre y cuando entren todas las revistas en el mismo.

La costura, las manualidades u otras aficiones similares generan un desorden inmediato, pero quizá no tengamos mucho tiempo para establecer y aplicar reglas estrictas. Por ello, para estos hobbies podemos utilizar un armarito o una mesa plegable. Y para mantener las fronteras de la reserva podemos ocultar la mesita entre sesiones o cerrar las puertas del armario.