Lo primero que tenemos que hacer es preparar la base. Trabaja un poco la tierra del jardín donde quieras hacer la siembra e incorpora una fina capa de sustrato de semilleros, que tendrás que esparcir bien con el rastrillo. El sustrato de semilleros es una mezcla de tierras orgánicas que incluye una cantidad considerable de arena, para conseguir que el sustrato sea mullido y que las semillas germinen sin ningún problema.
Una vez hayas extendido bien el sustrato, añade una capa de guano (abono proveniente de los excrementos de las aves marinas). Es un abono natural con el que conseguiremos una siembra ecológica, sin químicos.
Para sembrar, forma un pequeño surco en línea recta y coloca las semillas una detrás de otra respetando la distancia que requiere cada hortaliza (en el caso de las judías de mata baja son 10 cm.) y que suele venir detallada en el paquete por el distribuidor.
Después cubre con el rastrillo las semillas, sin enterrarlas demasiado. La profundidad para enterrar las semillas depende de su tamaño, si son grandes hay que enterrarlas aproximadamente 1 cm. Si son muy finas, apenas hay que enterrarlas. Presiona un poco la superficie con la parte trasera del rastrillo o la azada para compactar levemente la tierra.
Realiza todos los surcos que quieras para sembrar distintos tipos de semillas, pero hazlo por grupos, sembrando por ejemplo en una zona las judías, en otra rabanitos, en otras... Entre siembra y siembra puedes intercalar una plantación.
Por último, después de la siembra es muy importante regar y asegurarnos de que la superficie del sembrado siempre esté húmeda para garantizar que las primeras raíces de las semillas estén bien hidratadas. En un par de semanas se comenzarán a ver las plantitas.