La inteligencia emocional es una expresión cada vez más empleada y habitual en las conversaciones. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de la inteligencia emocional? Pues bien, la inteligencia emocional es, según definen los expertos, la capacidad para identificar, gestionar y controlar los sentimientos, tanto propios como ajenos.
Significa, dicho de otra forma, tener conocimientos sobre las emociones. De forma que, cuántos más conocimientos tengamos sobre las emociones, mayor será nuestra inteligencia emocional.
Es la inteligencia que, según indican los profesionales de este ámbito, hace que personas que no tienen un alto nivel de inteligencia intelectual (aquellas que destacan por su capacidad intelectual en ámbitos como las matemáticas, la lógica o la historia, entre otros) acabe destacando en cualquier ámbito. ¿La razón? Saben relacionarse, buscan aprender, crecer y superarse a sí mismas.

Una persona con un alto nivel de inteligencia emocional está atenta a sus sensaciones, es capaz de distinguir unas de las otras, pone nombre a lo que siente y entiende lo que el cuerpo le quiere decir a través de esas emociones.
Antes de entrar a profundizar sobre las habilidades que componen la inteligencia emocional, es importante entender la diferencia entre la emoción y el sentimiento.
La emoción es la reacción biológica que se da de manera espontánea y automática ante un estímulo. En cambio, el sentimiento es la interpretación que se hace de esa reacción y que se regula a través de nuestros pensamientos.
Habilidades que componen la inteligencia emocional
Autoconocimiento
Esta habilidad hace referencia a conocerse uno mismo, analizar los defectos y las virtudes y tratar de mejorar. Conocer aquello que aun no conoces de ti. Esto no significa que debas atacarte por ello, nadie es perfecto y todos cometemos errores.
Presta atención a cómo reaccionas a determinadas situaciones, detecta esas emociones y ponles nombre. Una vez esta habilidad esté desarrollada, llega el momento de gestionar y controlar esas emociones.
Autocontrol emocional
Es, como su nombre indica, la capacidad para hacer un control de las emociones. Es decir, somos capaces de reconocer una emoción y reconducir la situación, siendo nosotros quienes tomemos el control emocional y no las emociones quienes tomen el control de nosotros.
Automotivación
La automotivación es una habilidad de la inteligencia emocional que implica tener la capacidad para establecer objetivos para mantenernos motivados. Lo que implica cierto grado de compromiso, una actitud proactiva y cierto nivel de optimismo para hacer frente a los obstáculos que puedan aparecer en el proceso.
Habilidades sociales
Además de entender nuestras emociones y las de los demás, también es importante entender el entorno que nos rodea y tener la capacidad de adaptarnos a las circunstancias. Y para ello es necesario que las habilidades que hemos mencionado anteriormente estén presentes.
Claves para trabajar la inteligencia emocional
¿Cuántas veces te has preguntado por qué terminas discutiendo durante una conversación? La principal razón por la que ocurre este contexto es porque nos sentimos atacados y nos ponemos a la defensiva.
Pero, ¿qué estamos recibiendo por parte del emisor en ese momento para responder así? En estos casos, nuestro cuerpo siente la necesidad de huir o atacar. Para evitar llegar a este punto, Borja Capponi, gurú del comportamiento nos da algunos tips para trabajar nuestra inteligencia emocional.
No dar consejos si no nos los piden
Para tener una buena conversación y disfrutar de un buen ambiente, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no debemos dar un consejo si no nos lo han pedido. Y menos decir: "te voy a dar un consejo".
¿La razón? Desde el momento en el que articulamos esa frase, el receptor se pone a la defensiva y su respuesta automática es: "dame un consejo si te lo pido". En vez de dar consejos, lo ideal es explorar alternativas en grupo. Compartiremos la sabiduría sin hacer que la otra persona se enfade.
No hacer dos preguntas seguidas
Hacer dos preguntas seguidas puede hacer que el receptor se sienta abrumado y daremos la sensación de que queremos saber demasiado. Si las hacemos podemos dar la sensación de que somos desconfiados y generar inestabilidad en el emisor. Su respuesta va a ser: "¿por qué preguntas tanto?".
Dejar a un lado el "pero..."
El "pero..." es negación en la mayoría de las veces, y solo en algunas ocasiones tendrá sentido. La alternativa puede ser "sin embargo..." o "y...". Si aprendemos a comunicarnos y a hablar de una manera positiva, nuestra mente y nuestro cuerpo nos los agradecerán.
Suposición
Hay dos tipos de suposiciones, la negativa y la positiva, y la diferencia entre ellas es abismal. La negativa se refleja a través de expresiones como: "si hubiese hechos...", "si tuviese...". Recuerda que el pensamiento crea tu estado de ánimo. Aprender a vivir el momento es la herramienta perfecta para controlar los pensamientos.
Empatía
La empatía es la clave de la evolución del ser humano. No solo es importante gestionar las emociones propias, sino también las emociones ajenas. Y es que para entender las emociones propias es importante entender las emociones de los demás.
Consiste en ponernos en el lugar de las otras personas y comprender sus sentimientos desde su punto de vista.
Es la forma de respetar y valorar al prójimo, ponerse en su lugar y, por ende, ser buena persona. La clave de entender a los demás y también ayudarles en los momentos difíciles, además de compartir emociones positivas para ser feliz y hacer feliz.
Desde Hogarmania te recomendamos que, para cualquier duda que te surja, no dudes en consultar a un profesional especialista.