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Embarazo

Embarazo ectópico, ¿por qué a mí?

En España, se estima que hay entre 4,4 y 9 embarazos ectópicos, en los que el óvulo fecundado crece fuera del útero, por cada mil recién nacidos vivos.

Un incremento de los diagnósticos y la mayor presencia de los factores de riesgo que pueden desencadenarlo son las razones del incremento de la incidencia de estas gestaciones anormales. En la mayoría, el óvulo se queda en las trompas de Falopio (95% de los casos de embarazos ectópicos); pero también es posible tener un embarazo cornual -en el cuerno del útero-, abdominal, ovárico, intraligamentario y cervical.

La ubicación y el crecimiento del óvulo fertilizado en un lugar equivocado imposibilitan su desarrollo normal y su llegada a término, con problemas tanto para la salud de la madre como para el feto. De hecho, el embarazo ectópico supone entre el 10 y el 15 % de muertes maternas vinculadas a la gestación y la mitad de los casos de embarazos tubáricos -cuando el óvulo fecundado se queda en las trompas de Falopio- concluyen en aborto espontáneo.

Embarazo ectópico, ¿por qué a mí?

¿Quiénes tienen más posibilidades de sufrir un embarazo ectópico?

Según explica el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, "toda mujer sexualmente activa en edad de procrear corre el riesgo de tener un embarazo ectópico". Es decir, ninguna mujer está libre de sufrir una gestación anormal de este tipo, pero hay algunas con un perfil más proclive a desarrollarlo. ¿Quiénes son?

Las mujeres que poseen uno o más de los siguientes factores registran más posibilidades de tener un embarazo ectópico:

Edad avanzada. Ser mayor de 35 años eleva el riesgo de que el óvulo fertilizado se ubique fuera del útero. Así, esta anomalía asociada a la edad se suma a la lista de complicaciones en la gestación y el desarrollo del feto que conlleva ser madre a una edad avanzada.

Inflamación o infección. La obstrucción o inflamación de las trompas de Falopio que impide el paso del óvulo fertilizado suele producirse por haber sufrido una infección inflamatoria pélvica o algún tipo de cirugía en el área pélvica o abdominal. También se puede desarrollar una gestación anómala si ha habido infección uterina previa. Las infecciones de transmisión sexual, como por clamidia o gonorrea, predisponen a tener un embarazo de este tipo.

Embarazo ectópico previo. Se estima las mujeres que pasan por un embarazo ectópico presentan un 15% de posibilidades de tener otro en el futuro.

Infertilidad. Tener problemas para quedarse embarazada o someterse a métodos de reproducción asistida, como la fecundación in vitro (FIV), también acrecienta el riesgo de tener un embrazo ectópico.

Endometrosis. A veces, las células que recubren el interior del útero migran a otras partes, en donde se instalan y crecen. Esto fomenta un embarazo allí donde se han ubicado estas células.

Cirugía tubárica previa. El tejido cicatrizal tras las intervenciones para reparar problemas en las trompas de Falopio puede dificultar el paso del óvulo fertilizado.

Anomalía congénita. Hay ocasiones raras en las que una anomalía en las trompas de Falopio impide el paso del óvulo fecundado.

Métodos anticonceptivos. Si una mujer que lleva un DIU (dispositivo intrauterino) se queda encinta, tiene más probabilidades de desarrollar un embarazo ectópico.

Parejas sexuales. Tener numerosas parejas sexuales también incrementa el riesgo de un embarazo ectópico.

Fumar. Está claro que el tabaco es uno de los enemigos número uno de la gestación, provocando no sólo daños al bebé, sino influyendo también en las probabilidades de desarrollar un embarazo fuera del útero.

Embarazo ectópico, ¿por qué a mí?

Volverte a quedar embarazada, difícil pero no imposible

No obstante, aunque hayas pasado por un embarazo ectópico, no sufras, puedes volver a quedarte embaraza y tener una gestación saludable. Pero no te desesperes, porque puede costar más conseguirlo. Para ello, es importante dejar pasar un tiempo y curarse bien después del tratamiento hasta volver a intentar tener un embarazo en el que todo vaya bien.

Lo mejor es detectar a tiempo la existencia de un embarazo ectópico, con el fin de que las secuelas sean lo más leves posibles y haya una pronta recuperación. Además de los síntomas habituales de una gestación -ausencia de la menstruación, senos doloridos y náuseas-, algunas señales de alarma para buscar rápidamente atención para resolver esta urgencia médica son dolor abdominal, en los hombros, el cuello, la pelvis o el estómago; sangrado vaginal, mareos, vértigos y tensión arterial baja.

El médico puede diagnosticar un embarazo ectópico mediante un examen pélvico para determinar el tamaño y la forma del útero; análisis de orina y de sangre para valorar la presencia de una hormona que produce la placenta y cuyos niveles caen en el embarazo ectópico, o gracias a ecografías para localizar la ubicación óvulo fecundado.

Dependiendo de lo avanzado que esté, se optará por un tratamiento u otro. En fases iniciales, lo habitual es administrar mediante una inyección un medicamento (metrotrexato) para disolver el óvulo, que el cuerpo termina absorbiendo.

En los casos en los que la gestación está algo más avanzada, se emplea laparoscopia -intervención a través de una pequeña incisión- para retirar el tejido ectópico. Cuando el órgano en el que se ha instalado el óvulo se rompe por el avance del embarazo, se opta por la cirugía.

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