La meningitis es una enfermedad provocada por la inflamación de la meninge, el tejido delgado que rodea el cerebro y la médula espinal.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Hogarmania, 13 de julio de 2021
Prevención y cuidados
La meningitis es una enfermedad provocada por la inflamación de la meninge, el tejido delgado que rodea el cerebro y la médula espinal.
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Hogarmania, 13 de julio de 2021
Según su origen la meningitis se puede clasificar en infecciosa y no infecciosa, siendo dentro de las infecciosas las más comunes la vírica y bacteriana. Diferentes virus pueden provocar un cuadro de meningitis, siendo los más frecuentes los llamados enterovirus. Habitualmente esta variedad de la enfermedad implica menor peligro para la vida del paciente.
Los diferentes microorganismos que pueden provocar este tipo de infección dependen de la edad del paciente (más frecuente en edades extremas de la vida) y del estado del sistema inmunitario del enfermo. Si el sistema inmunitario no funciona correctamente, el cuerpo se ve desprotegido frente a agresiones externas como son las infecciones.
Niños menores de seis años, pacientes que estén recibiendo quimioterapia, personas sin bazo o con insuficiencia renal, infectados con VIH-SIDA sin tratamiento, diabéticos, alcohólicos, ancianos, entre otros, son más proclives a padecer meningitis, como consecuencia de la debilidad del sistema inmunitario. La tasa de incidencia (casos nuevos) en España se estima en unos 7 pacientes anuales por cada 100.000 habitantes, aunque no todos los casos se declaran a las autoridades sanitarias.
La meningitis bacteriana es la forma más severa de esta enfermedad y supone una emergencia médica. Algunas de las primeras señales de aviso son:
Malestar corporal y dolor muscular en miembros y articulaciones
Temblor y frío en las manos y los pies
Labios azules y piel pálida
Fiebre alta
Fuerte dolor de cabeza incesante
Náuseas y vómitos
También pueden aparecer:
Somnolencia
Confusión
Convulsiones o agarrotamiento
Fotofobia o rechazo a la luz ( menos frecuente en niños)
Rigidez en el cuello (menos frecuente en niños)
Cambio de humor (confusión o delirio)
Manchas de sarpullido rojo, síntoma de una posible septicemia meningocócica y que implica la necesidad de tratamiento urgente
En el caso de la meningitis vírica los síntomas son similares a los de la gripe y normalmente de carácter más leve.
La bacteria se transmite de persona a persona a través de partículas de las secreciones respiratorias o de la garganta. La propagación de la enfermedad se ve facilitada por el contacto estrecho y prolongado (besos, estornudos, tos, dormitorios colectivos, vajillas y cubiertos compartidos) con una persona infectada. El periodo de incubación medio es de 4 días, pero puede oscilar entre 2 y 10 días.
La punción lumbar es el método más efectivo para confirmar el diagnóstico de la meningitis, ya que permite examinar el líquido cefalorraquídeo. En condiciones normales su aspecto es claro y transparente y se vuelve turbio ante la presencia de meningitis bacteriana. Asimismo, el análisis manifiesta un aumento importante de los leucocitos (glóbulos blancos). Puede hacerse un cultivo de parte del líquido para determinar el tipo de microorganismo causante de la enfermedad.
El tratamiento requiere de hospitalización urgente. La infección debe ser tratada con antibióticos. En un primer momento, se emplean antibióticos empíricos o «ciegos» y, una vez que el organismo causante es confirmado por pruebas de laboratorio, se cambia a un antibiótico más específico. El edema, la hinchazón y la inflamación de las meninges son tratados con corticosteroides.
La vacunación previene en gran medida la meningitis bacteriana. Existen vacunas contra diferentes subgrupos (serogrupos) del agente patógeno. Por un lado, hay vacunas meningocócicas especiales contra el serogrupo C. Por otro lado, hay vacunas combinadas contra los serogrupos A y C, así como A, C, W135 e Y.
La vacunación meningocócica se recomienda para todos los niños entre los 12 meses y los 18 años. Personas expuestas a riesgos de salud (como en el caso de defectos inmunitarios de nacimiento o adquiridos), personas que viajan a países con riesgo de meningitis (como los países africanos al sur del Sahara) y que tengan contacto estrecho con pacientes que padecen meningitis también deberían vacunarse.
La vacuna no solo protege a la persona vacunada de un brote de meningitis, también impide que una persona se convierta en portador del germen y lo transmita a otros. De esta forma, se consigue la protección del individuo vacunado y de quienes le rodean. Es lo que se denomina inmunidad de grupo o colectiva.
Dra. Ainoa Anuzita
Especialista en Medicina Interna