Un fuerte dolor a la altura del pecho es un síntoma por el que nos preocupamos. Lo asociamos directamente con el infarto y no siempre es así.
La costocondritis, también conocida como síndrome costoesternal o dolor de la pared torácica, es una inflamación del cartílago que une las costillas y el esternón, esto es, el hueso que une las costillas con la clavícula.
Si bien se desconocen las causas exactas de esta dolencia, lo cierto es que los profesionales la asocian a un esfuerzo excesivo por toser, una lesión torácica, el levantamiento de objetos pesados, algún tipo de artritis o infecciones virales. Asimismo, es más común en mujeres y en personas mayores de 40 años.
Síntomas de la costocondritis
El principal síntoma, y por el que se caracteriza esta inflamación, es un dolor constante con repuntes de mayor intensidad al toser o al respirar de manera profunda que puede durar desde una a varias semanas. Además del dolor, se puede sentir sensibilidad en el torax y llegar a tener incluso problemas para respirar.
Una de las cuestiones que debemos tener en cuenta es que no hay ningún tratamiento específico para tratar esta dolencia ni ninguna forma para prevenirla. Según detallan los expertos, el dolor desaparece sin tratamiento, aunque el profesional sanitario puede recetar antinflamatorios para reducirlo y, en algunos casos, tranquilizantes musculares.
El hecho de que no haya forma eficaz de prevenir el síndrome costoesternal hace que realizar ejercicios de estiramiento de los músculos del pecho y evitar actividades que puedan incrementar el dolor sean dos de las recomendaciones más repetidas.
Cómo diferenciar costocondritis del dolor de un infarto
Una de las cosas más importantes que debemos saber es a diferenciar el dolor de la pared torácica del provocado por un infarto.
Dolor de pecho no es sinónimo de infarto. Por ello, os damos algunas claves para saber diferenciar una dolencia de la otra.
Lo primero de todo, el dolor provocado por un ataque al corazón no solo se experimenta en el pecho, también se extiende por los brazos, principalmente el izquierdo, y el cuello, provocando, también, una sensación de opresión en la zona del pecho.
El dolor del esternón, por su parte, no se extiende más allá de la zona reducida del pecho. Además, ese dolor se intensifica con el movimiento. La prueba es que si se ejerce presión sobre el tórax o el esternón y se experimenta un dolor más intenso, no se está sufriendo un infarto.
Desde Hogarmania te recomendamos que, para cualquier duda que te surja, no dudes en consulta a tu médico de cabecera o profesional especialista.