Un postre de toda la vida que no pasa nunca de moda.
Un simple bizcocho enrollado y relleno de nata se convierte en el mejor bocado del mundo. Y si encima lo cubrimos con una deliciosa crema pastelera de café... toda una delicatessen.
Muy fácil de preparar y a pesar de ser de una sencillez extrema es un postre que agrada a todo el mundo y con su forma enrollada tan llamativa... una apuesta ganadora segura.