En este consejo de Jardinatis, Iñigo Segurola nos cuenta todos los secretos de la peonía arbórea, sus curiosidades y la manera de reproducirlas. ¡No te lo pierdas!
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Jardinatis, 22 de mayo de 2019
Reproducción
En este consejo de Jardinatis, Iñigo Segurola nos cuenta todos los secretos de la peonía arbórea, sus curiosidades y la manera de reproducirlas. ¡No te lo pierdas!
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Jardinatis, 22 de mayo de 2019
La peonía arbórea o Paeonia suffruticosa es una planta florece a principios de la primavera con unas flores de tamaño espectacular y un surtido de colores muy amplio. La más rústica es la rosa clarita de flor doble.
La principal diferencia entre la peonía arbórea y la peonía bulbosa es que la arbórea mantiene el tamaño arbustivo mientras se va desarrollando y la bulbosa desaparece completamente durante el invierno.
Las flores de ambas son similares aunque las de la bulbosas son ligeramente más pequeñas, e incluso, algunas tienen olor. Dentro las peonías existen diferentes variedades que se pueden diferencian por las tonalidades.
Es un poco difícil que florezca esta planta, de hecho, Iñigo suele cultivarlas en contenedor individuales para asegurarse de que cada una tiene su sustrato lo más humífero posible, es decir, con abundancia de humus.
La realidad es que la peonía arbórea se injerta sobre el bulbo de la peonia bulbosa.
Aquí podemos observar los bulbos y los rizomas de una peonía bulbosa que está emergiendo. Sobre estos bulbos se injertan las yemas de las Peonias arbóreas. Se introducen y, poco a poco, comienzan a emerger. Se queda solo la raíz de la peonía bulbosa y emerge la arbórea. ¿Curioso verdad?
Una vez que salen los tallos del bulbo, debemos extraerlos ya que si no, estaríamos perjudicando al injerto de la peonía arbórea.
Las variedades más complejas, compuestas y de colores más vivos tardan y son más difíciles de obtener en plena floración.
Esta que podemos ver es bastante rústica ya que sus flores son simples, no compuestas. En el interior de los pétalos se encuentran los estambres amarillos y el pistilo de un color rojizo muy elegante.
Al ser simple, dura mucho menos que una compuesta pero esa rusticidad que la caracteriza le convierte en una flor que crece mucho más.
Se recomienda que, anualmente, le aportemos una buena cantidad de materia orgánica, en este caso de estiércol, y que procuremos que no haya ninguna otra planta que invada su espacio.