Cómo cocinar de manera sostenible sin renunciar al sabor
Cocina de calidad
Pequeños gestos que hacen tus comidas más sostenibles
Cocinar es una de las actividades más cotidianas que existen, pero también por eso mismo es una de las que más impacto tiene en el medio ambiente. Cada plato implica agua, energía, transporte, residuos y, sobre todo, tomar decisiones. Especialmente son estas últimas las que explican cómo va a ser nuestro impacto en el planeta. Pero tenemos una buena noticia, ya que la sostenibilidad en la cocina no exige sacrificios gastronómicos, sino más bien pequeños gestos.
En este artículo te cuento cómo la cocina diaria influye en nuestra huella, cómo escoger ingredientes más responsables y qué técnicas ayudan a ahorrar recursos sin perder sabor. ¿Quieres saber cómo ser más sostenible desde tu propia cocina? ¡Te lo cuento!
¿Qué impacto real tiene la cocina diaria sobre el consumo de agua y energía?
Más del 30 % del consumo energético doméstico se concentra en la cocina, entre frigorífico, horno, fuegos, lavavajillas y pequeños electrodomésticos. En realidad es normal, si imaginas las cosas que enciendes cada día en tu hogar es probable que lo único más destacable sea la lavadora, la secadora y el calentador de agua. A todo esto debemos añadirle la huella hídrica presente hasta en los platos más básicos: hervir, lavar, descongelar, limpiar… cada gesto multiplica litros.
Sin embargo, en realidad el consumo directo no es el factor más importante, ya que la mayor parte de la huella invisible de un plato se esconde en el proceso previo: producir los alimentos que usamos requiere enormes cantidades de agua y energía. Por ejemplo, un kilo de arroz necesita miles de litros de agua en su cultivo, mientras que un kilo de carne vacuna puede multiplicar esa cifra varias veces más. ¡Todo esto sin tener en cuenta los procesos que ocurren hasta que llega a tu despensa! Cocinar es solo el final de una cadena larga y compleja donde todo importa, y mucho.
¿Cómo influye la elección de ingredientes en la huella de carbono del plato?
Si queremos pensar en una manera fácil de ayudar a nuestro planeta sin duda debemos pensar en cómo hacemos la compra, ya que la procedencia de los ingredientes marca la diferencia. Un tomate cultivado cerca, en temporada, tiene una huella de carbono muchísimo menor que uno importado fuera de estación y criado en invernaderos de calefacción intensiva o en la otra punta del mundo. Las verduras y frutas locales suelen necesitar menos transporte, menos frío y menos embalaje, por lo que ahorramos energía en el proceso y nuestro impacto ambiental, desde las emisiones de CO₂ como el impacto de fertilizantes en los ecosistemas es menor. Cuál es el grueso de nuestra dieta también importa. Una dieta rica en frutas, verduras y legumbres son más sostenibles, ya que suele requerir menos recursos que las dietas donde los productos de origen animal son predominantes.
Además, elegir productos frescos frente a ultraprocesados reduce las emisiones en la fabricación, el envasado y la conservación. Cada vez que escoges ingredientes de proximidad, de temporada o con certificación sostenible, estás tomando una decisión climática sin que tu plato pierda calidad. ¡Es bueno para tu salud y buena para la del planeta! ¿Qué más se puede pedir?
¿Qué técnicas culinarias permiten ahorrar recursos sin perder calidad gastronómica?
Las técnicas de aprovechamiento energético son nuestras aliadas perfectas. Por ejemplo, cocinar con tapa, además de ser más higiénico (evita las salpicaduras) reduce el tiempo y el gasto energético. Otro ejemplo es el vapor, que permite preparar varios alimentos a la vez y conserva mejor los nutrientes. La cocción residual (es decir, apagar el fuego antes de terminar y dejar que el calor retenido acabe el proceso) funciona de maravilla en pasta, arroz o legumbres. No sabes la de energía, y por tanto dinero y emisiones de CO₂ que puedes ahorrar de esta manera. ¿De qué sirve una olla caliente cuando sacas la comida?
Los electrodomésticos también pueden ser utilizados de una manera más sostenible. Por ejemplo, el horno es eficiente cuando se usa a plena carga; si vas a encenderlo, aprovecha para asar varias cosas a la vez. Si no tienes suficiente comida para hacerlo te propongo que utilices en su lugar una air fryer. ¡Consume mucho menos y no deja de ser un mini horno! Las ollas a presión son muy conocidas porque reducen un 70% el tiempo de cocción, sin embargo, en este caso nos interesa realmente porque todo este tiempo ahorrado es también un ahorro en el consumo energético. Y el microondas, tantas veces infravalorado y relegado a un electrodoméstico para recalentar sobras es, en realidad, un gran aliado en la cocina más creativa. Además, es capaz de calentar con muchísima menos pérdida térmica que una olla o sartén, mucho más eficiente energéticamente hablando.
En realidad, muchas técnicas ahorradoras mejoran la calidad gastronómica porque conservan jugos, colores y texturas que se pierden en cocciones largas o agresivas. Por lo que las ventajas son muchas y variadas.
¿Qué papel juega el aprovechamiento alimentario en la reducción de residuos?
El desperdicio alimentario es uno de los grandes problemas ambientales del mundo moderno, al menos de los países más desarrollados. Cada alimento que tiramos es agua desperdiciada, energía perdida, transporte inútil y emisiones generadas para nada. ¡Encima gestionarlo como residuo es un gasto añadido! Aprovechar bien la comida es una de las prácticas más sostenibles que existen. Congelar porciones, transformar sobras en nuevas recetas, usar caldos caseros para aprovechar verduras al borde, y dar una segunda vida a restos de pan, frutas maduras o tallos de hortalizas reduce enormemente la huella de carbono y la presión sobre el sistema alimentario. ¡Y de todo ello hemos hablado en otros artículos!
En cocina profesional, el aprovechamiento es también cuestión de organización: rotar alimentos correctamente, etiquetar fechas, usar técnicas como el vacío para prolongar la vida útil o diseñar menús con ingredientes comunes minimiza las pérdidas económicas y el impacto sobre el planeta. En casa, basta con observar y planificar mejor. Cada alimento que no acaba en la basura es un pequeño triunfo contra el desperdicio, y además suele mejorar nuestra creatividad culinaria. ¡Recuerda que en última instancia podemos recurrir a técnicas como el compostaje! La basura debe ser la última opción.
Este problema es tan grave desde el punto de vista de la sostenibilidad que incluso nuestros gobiernos han promulgado leyes concretas al respecto. En el caos de España la Ley 1/2025 de prevención de pérdidas y desperdicio alimentario supone el primer marco legal estatal destinado a reducir de forma obligatoria la cantidad de comida que se desperdicia en España. La norma afecta a toda la cadena alimentaria: productores, distribuidores, comercios, hostelería y consumidores. Su objetivo principal es que los alimentos aptos para el consumo mantengan ese destino siempre que sea posible, y que el desperdicio se reduzca mediante medidas organizativas, formativas y logísticas.
En el caso de los establecimientos que venden comida (supermercados, tiendas o restauración) la ley obliga a tener un plan de prevención del desperdicio. Cuando un alimento no se vende, la prioridad debe ser donarlo a organizaciones sociales o bancos de alimentos, siempre garantizando su seguridad. Si no es apto para consumo humano, entonces pueden destinarse a alimentación animal, transformación industrial o compostaje, siguiendo un orden jerárquico que evita que nada se desperdicie de forma innecesaria. La idea central es que cada alimento tenga la mayor vida útil posible dentro del sistema antes de convertirse en residuo, reduciendo así el impacto ambiental, económico y social. ¡Nada mal para que nuestra cocina sea un poco más sostenible!
Como has visto cocinar con sostenibilidad comienza por ser consciente de qué podemos hacer para reducir nuestro impacto. Una vez que sabemos esto, solo debemos aplicarnos. Cuando elegimos ingredientes con menos impacto, cuando usamos la energía con inteligencia o cuando aprovechamos cada alimento hasta el final, estamos cuidando del planeta mientras cuidamos de nuestro paladar. Nosotros seguiremos dándote trucos para que puedas lograrlo.