Ni en la freidora de aire ni al horno: así consigue Karlos Arguiñano que las alitas de pollo sean saludables

¿A quién no le apetecen unas alitas de pollo recién hechas para compartir con amigos o en familia? Son perfectas para un buen picoteo o aperitivo, y lo mejor es que se pueden preparar de mil maneras: fritas, al horno, guisadas, marinadas... Solas están deliciosas, pero con una buena salsa son irresistibles. Eso sí, su jugosidad se debe a que contienen bastante grasa. Karlos Arguiñano tiene el truco perfecto para hacer que tus alitas de pollo sean mucho más saludables. Toma nota.
Lo primero que debes saber es que las alitas de pollo se dividen en tres partes o falanges: la blanqueta, el alón y la punta. La blanqueta es la primera falange, la más carnosa y la que está más cerca de la pechuga. El alón es la segunda falange, con menos carne, pero es la más jugosa. Y luego está la punta, que es la tercera falange, la menos carnosa y termina en punta; suele usarse para preparar caldos.
Se dice que la piel del pollo es donde se concentra la mayor parte de su grasa, y por eso suele ser buena idea eliminar parte de la piel, especialmente en las alitas.
Cómo eliminar la grasa de las alitas de pollo
Sabemos que la forma de cocinar también influye, y siempre estamos buscando formas y trucos para comer de manera más saludable. Últimamente, la freidora de aire se ha vuelto tan popular, dejando en segundo plano al horno tradicional. Si bien son opciones más saludables que freír en aceite, no eliminan del todo la grasa.
Karlos Arguiñano nos sugiere un truco sencillo: quitar la piel de las alitas. Es decir, al cortarlas por la mitad, retira también la piel extra que acumula grasa, especialmente en los laterales.

Hazlo tanto con la blanqueta como con el alón.

Si no lo hacías antes, este es el momento de empezar. Así podrás disfrutar de unas alitas de pollo igual de sabrosas, pero con menos grasa, y mucho más saludables. Te aseguro que seguirás chupándote los dedos, pero con menos culpa