Paso a paso
Centro marinero, una manualidad veraniega para decorar tu hogar
Si te gusta que cada estación tenga su propia esencia en casa, esta manualidad te va a enamorar.

El verano es una época especial: los días son más largos, el ritmo de vida se relaja y parece que todo nos invita a disfrutar más de los pequeños detalles. Decorar nuestro hogar con elementos que evocan el mar y la naturaleza es una forma preciosa de celebrar este momento del año.
Como bien sabéis, me encanta aprovechar los materiales que la propia naturaleza nos ofrece. Y en esta ocasión, la inspiración me sorprendió en uno de mis lugares favoritos de la costa bizkaina: la playa de Laga (Ibarrangelua). Aquel día me levanté temprano y decidí dar un paseo por la orilla antes de que llegara la gente. El sol de la mañana se veía precioso en la peña de Ogoño. Acariciaba la arena con una luz dorada y suave, y justo donde rompían las olas, descubrí un montón de palitos, conchas y caracolas preciosas. Algunas eran grandes y blancas, otras más pequeñas, con tonos rosados o marrones. Me agaché a recoger unas cuantas y, mientras las limpiaba con agua salada, me vinieron a la cabeza un montón de recuerdos de veranos pasados.
Durante años, he guardado este tipo de tesoros para ponerlos en pequeños cuencos decorativos, o junto al lavabo del baño donde está la jaboneta. Pero esta vez, quería algo diferente. Algo que fuese más especial y más visible, un pequeño centro de mesa con sabor a mar, que se convirtiera en protagonista de alguna velada veraniega. Así nació este centro marinero. Y quiero compartir contigo el paso a paso para que tú también puedas hacerlo en casa. Es una manualidad muy sencilla, ideal para una tarde tranquila, y con un resultado espectacular. Además, es perfecta para hacer con niños o en familia, aprovechando un paseo por la playa como parte del proceso creativo.
Índice de contenidos
Materiales
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Un recipiente de cristal transparente
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Cuerda o madejas de trapillo
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Arena de playa
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Una vela grande
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Conchas, caracolas, piedras planas...
Coste
Bajo
Dificultad
Fácil
Paso a paso
Prepara la base del bote
Escoge un tarro de cristal bonito y límpialo bien. El mío en concreto es reutilizado de alguna conserva.
Rellena el interior con arena y coloca la vela
Rellena el fondo del tarro con arena, creando una base de unos 3-4 cm. Reparte conchas, piedras planas, pequeñas caracolas y trozos de madera que hayas recogido. Cuida la colocación para que se vea armónico y natural.

Coloca la cuerda o trapillo
Crea un anillo base con el trapillo y colócalo alrededor del cuello del recipiente. Ciérralo con un nudo. Corta tiras largas de trapillo que luego anudarás al anillo con un nudo básico (puedes usar el “nudo alondra” o un nudo simple). Es importante que todas las tiras estén más o menos a la misma distancia para conseguir un resultado equilibrado. Une las diferentes tiras en forma de “V”. No hace falta saber hacer nudos complicados. Basta con ir juntando las tiras entre sí con nudos sencillos, para crear una especie de “red” decorativa. Este detalle aporta textura y un aire muy natural al bote. Si te gusta experimentar, puedes probar a combinar colores o incluso añadir cuentas de madera.

Introduce la vela y termina de decorar
Coloca una vela en el centro, presionando un poco para que se mantenga firme. Para dar un toque final al diseño, puedes rodear la boca del tarro con una cuerda gruesa, como si fuera una trenza marinera. Yo he utilizado una cuerda blanca, pero una cuerda de sisal también quedaría ideal, sobre todo si buscas un aire más rústico.
