Como luchar contra las malas hierbas

Quitar las malas hierbas, ¿decisión acertada o grave error?

Las malas hierbas, ¿nuestro nuevo gran aliado?
Las malas hierbas, ¿nuestro nuevo gran aliado?

Las malas hierbas no son, ni mucho menos, tan malas como solemos pensar. Solo las llamamos así porque aparecen con rapidez, ocupan cualquier hueco y nos complican la vida a los que tenemos la jardinería como afición. Sin embargo, en realidad están cumpliendo una función ecológica que el suelo necesita y su presencia nos beneficia mucho más de lo que nos perjudica. Por otro lado, estaremos de acuerdo de que hay zonas en las que no las podemos permitir, ¡todo se basa en encontrar un equilibrio! Entender por qué surgen y qué papel tienen en el ecosistema es el primer paso para controlarlas sin recurrir a herbicidas.

Las malas hierbas son beneficiosas para nuestro jardín
Las malas hierbas son beneficiosas para nuestro jardín

Por ese motivo en este artículo te cuento qué hace que aparezcan estas malas hierbas, qué métodos naturales tenemos si queremos eliminarlas, cómo impedir su germinación y qué papel desempeñan herramientas tan útiles como el acolchado o las cubiertas vegetales. ¿Quieres saber cómo debemos relacionarnos con ellas? ¡Te lo explico!

¿Por qué aparecen las malas hierbas y qué función ecológica cumplen?

Las malas hierbas son las primeras en llegar cuando el suelo está desnudo, removido o desequilibrado, es decir, cuando el medio es más hostil. En general todas aquellas especies que englobamos bajo el término de malas hierbas son especies pioneras: plantas rápidas, resistentes y muy eficientes en germinar incluso en condiciones difíciles. Su presencia indica que el suelo necesita cobertura, protección frente a la erosión y/o una corrección en su estructura.

Precisamente estas especies tienen funciones clave en los ecosistemas, ya que, por ejemplo, en un terreno compactado aparecerán especies capaces de romper la superficie. Por ejemplo en uno pobre surgirán plantas que toleran la escasez de nutrientes y en zonas muy húmedas proliferarán aquellas adaptadas al exceso de agua. Las malas hierbas son plantas todoterrenos, capaces de adaptarse a condiciones en las que otras especies perecen rápidamente.

Además, esta labor no se queda únicamente aquí, ya que además tienen un papel ecológico aún más fundamental: cambian el medio. Son capaces de proteger el suelo del sol directo, de reducir la erosión que sufre el suelo desnudo, de aportar materia orgánica cuando mueren y de favorecer la vida microbiana. Muchas incluso ayudan a movilizar nutrientes bloqueados o actúan como alerta temprana de problemas, igual que vimos en nuestro artículo de bioindicadores en el jardín que te recomendamos. Las malas hierbas en realidad es un mecanismo clave de la naturaleza que facilita el asentamiento de otras especies que solemos valorar más, ¡así que de malas hierbas nada!

Sin embargo todo esto es la parte bonita de la historia. Muchas veces necesitamos eliminar algunas malas hierbas por motivos estéticos, ¡cómo si la jardinería no nos apasionase por este motivo! Por suerte hay muchas maneras, unas mejores que otras, de hacerlo.

La retirada manual de las malas hierbas es la más efectiva
La retirada manual de las malas hierbas es la más efectiva

¿Qué métodos físicos o biológicos son los más eficaces para su control?

Controlar malas hierbas sin herbicidas no consiste en eliminarlas todas, sino en reducir su presión y evitar que dominen el espacio. Lo ideal es que no busquemos eliminar totalmente todas las malas hierbas, algo que créeme que trae pocos beneficios a nuestro jardín, sino reducir su impacto. En este caso los métodos físicos son los más directos.

La retirada manual cuando estas plantas aún tienen raíces jóvenes es efectiva y menos agresiva que labrar constantemente. El arrancado puntual, sobre todo en primavera, impide que produzcan semillas, siendo esta la clave de todo el proceso. Si queremos mantener las malas hierbas a raya es necesario que disminuyamos el banco de semillas de nuestro jardín. La siega baja o el desbroce regular también funcionan en zonas amplias, evitando que las plantas maduren y se resiembren. Si queremos utilizar técnicas algo más elaboradas podemos recurrir al uso de vapor, agua caliente o incluso quemadores térmicos. Estas técnicas puede eliminar brotes pequeños sin afectar al subsuelo, siempre que se usen con cuidado. Son muy útiles en pequeños jardines, aunque si la superficie es grande puede ser difícil de aplicar. En estos casos, como en huertos, la falsa siembra es una técnica clásica y sencilla. Lo que hacemos es preparar el terreno, regándolo ligeramente para provocar la germinación de las malas hierbas. Cuando esto suceda en lugar de sembrar aprovechamos para eliminar la primera oleada de malas hierbas antes de plantar el cultivo real. Es algo así como estimular el suelo para retirar lo que no queremos tener.

Los métodos biológicos son menos eficientes en este aspecto y consisten en favorecer a los organismos que debilitan o compiten con las malas hierbas. Las cubiertas vegetales vivas (gramíneas, tréboles o plantas bajas…) crean sombra, ocupan espacio y reducen los recursos disponibles para las especies no deseadas, lo que dificulta el establecimiento de estas plantas pioneras. Si recuerdas el funcionamiento de las malas hierbas entenderás que algunos suelos mejoran al introducir microorganismos beneficiosos o favorecer la actividad de lombrices, que airean el terreno y reducen la aparición de estas plantas oportunistas, que prefieren suelos compactados. Es decir, si mejoramos la calidad de nuestro suelo dificultamos la aparición de malas hierbas.

Al remover mucho el suelo favorecemos la aparición de malas hierbas
Al remover mucho el suelo favorecemos la aparición de malas hierbas

¿Cómo evitar que germinen sin recurrir a productos químicos?

Aunque existe una cierta tendencia hacia la agricultura ecológica, donde reduzcamos el uso de químicos, la realidad es que el uso de estos productos continúa siendo bastante habitual. Por tanto, si queremos evitar la germinación de estas malas hierbas sin usar productos químicos la prevención es la clave. Si el suelo permanece desnudo, las semillas germinarán inevitablemente, por lo que para evitarlo es fundamental mantener una cobertura constante que sirva como competencia para estas malas hierbas. No solo es necesario que tengamos plantas cultivadas como tal, sino que el acolchado orgánico (hojas trituradas, paja, corteza, compost maduro…) actúa como una barrera física que impide que la luz llegue al banco de semillas del suelo, al mismo tiempo conserva la humedad y mejora la estructura del terreno.

Otra técnica es evitar remover el suelo más de lo necesario. Piensa que cada vez que cavamos o aramos estamos llevando a la superficie semillas que estaban enterradas y que, al recibir luz y oxígeno pueden germinar. Trabajar en superficie, airear suavemente o usar herramientas de corte en vez de volteo puede ayudar a reducir este efecto. También es útil plantar de forma más densa en zonas problemáticas: las raíces y hojas de las plantas ornamentales compiten por espacio, agua y luz, y dejan menos oportunidades para que las malas hierbas encuentren huecos en los que poder establecerse.

No es necesario recurrir a productos químicos para quitar las malas hierbas
No es necesario recurrir a productos químicos para quitar las malas hierbas

Como has visto, las malas hierbas no son tan malas como siempre hemos pensado, aunque eso no quita que en algunas situaciones prefiramos evitarlas. No es necesario recurrir a productos químicos, sino que con tiempo y trabajo duro podemos reducir su impacto y lograr una convivencia entre nuestras plantas y ellas. El jardín es un lugar de lucha constante donde mantener estas plantas a raya, pero con estos consejos se puede convertir en un espacio que se regula solo.

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