Chocolate blanco lo amas o lo odias pero nunca deja indiferente
Debate chocolatero
El dulce más polémico del Día del Chocolate

El chocolate blanco tiene ese poder extraño de dividir a la gente. Hay quien lo adora por su textura cremosa y dulce, y hay quien lo descarta directamente porque asegura que ni siquiera es 'chocolate de verdad'. Y es que este dulce lleva décadas arrastrando esa etiqueta de impostor dentro del mundo del cacao. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
Imagina abrir una tableta de chocolate blanco. El aroma no es tan intenso como el del negro, pero la primera mordida te envuelve con un sabor suave, casi mantecoso.
Esa diferencia se debe a su receta: a diferencia del resto, el chocolate blanco no lleva pasta de cacao, solo manteca de cacao, leche en polvo y azúcar. De ahí viene toda la polémica.

El eterno debate
Los amantes del chocolate puro dicen que, al no contener pasta de cacao, el blanco no debería llamarse chocolate. Y no les falta razón: lo que asociamos con 'sabor a chocolate' proviene precisamente de esa pasta marrón y amarga.
Pero quienes lo defienden responden que la manteca de cacao también viene de la misma semilla, y que esa cremosidad que tanto engancha también merece un lugar en la familia chocolatera. Al final, todo depende de qué busques: ¿intensidad o dulzura?
Un invento suizo con historia curiosa
La historia del chocolate blanco no está del todo clara y existen dos relatos que suelen entremezclarse. Por un lado, se cuenta que Nestlé lo creó en los años 30 como una forma de aprovechar la manteca de cacao sobrante que quedaba tras elaborar chocolate negro.
Por otro, hay quien asegura que nació para dar salida a los excedentes de leche en polvo que se acumularon tras la Primera Guerra Mundial, cuando su demanda empezó a caer.
Lo que sí parece seguro es que fue en Suiza donde se empezó a comercializar, bajo la marca Nestlé, y que aquellas primeras tabletas -conocidas como Milkybar o Galak- se popularizaron rápidamente con un eslogan que lo decía todo: 'Come más leche'. Lo que nadie esperaba es que se convirtiera en un éxito.

Por qué sigue conquistando la repostería
Aunque sea el 'díscolo' del grupo, el chocolate blanco se ha ganado un hueco en la cocina moderna. Su sabor suave lo convierte en un comodín para experimentar:
- En una ganache de chocolate blanco, la nata y el cacao se funden en una crema sedosa perfecta para tartas, bombones o estas manzanas con ganache de chocolate blanco.
- En la clásica tarta de queso con chocolate blanco, aporta un dulzor distinto que engancha desde el primer bocado.
- En su versión sin azúcar, se abre paso entre quienes buscan un capricho menos calórico.
- Y combinado con frutas ácidas como el maracuyá o los frutos rojos, crea contrastes sorprendentes como en estos bombones de chocolate blanco con maracuyá o este capricho de chocolate blanco con frambuesas.
Incluso ha conquistado combinaciones inesperadas: café, matcha o un toque de cardamomo que realzan su dulzura.

Lo que todos preguntan
Quizá en algún momento te hayas hecho estas preguntas:
¿De qué está hecho el chocolate blanco?
De manteca de cacao, leche en polvo y azúcar.
¿Por qué muchos dicen que no es chocolate?
Porque no lleva pasta de cacao, el ingrediente que da el sabor y color típico.
¿Cómo se hace?
Fundiendo manteca de cacao y mezclándola con azúcar y leche en polvo, para después enfriarla en moldes.
El dulce que nunca pasa desapercibido
El chocolate blanco nació casi por casualidad y hoy es uno de los sabores que más dividen en repostería. Unos lo tachan de empalagoso, otros lo defienden como el más cremoso y delicado. Pero ahí está su magia: no deja a nadie indiferente.
Y qué mejor excusa que el Día del Chocolate, cada 13 de septiembre, para darle otra oportunidad y decidir en qué bando estás: ¿eres del equipo que lo ama o del que lo odia?