Cómo conservar el jengibre correctamente: métodos y duración según el tipo de uso
Consejos prácticos
¿Te ha sobrado jengibre y no sabes cómo guardarlo? Descubre cómo conservarlo correctamente para que dure más tiempo sin perder sabor ni propiedades
Hay ingredientes que entran en tu cocina casi sin darte cuenta y terminan formando parte de tu rutina diaria. El jengibre es uno de ellos. Puede que empezaras usándolo para una infusión ocasional o en una receta asiática, pero ahora lo tienes siempre a mano: para aderezar sopas, aromatizar salsas o dar un toque picante a un batido.
El problema aparece cuando no lo consumes entero y queda ese trozo arrinconado en la nevera, que empieza a arrugarse o incluso a ponerse mohoso. Y es que el jengibre, como toda raíz fresca, necesita ciertos cuidados para conservarse en condiciones. Si sabes cómo guardarlo, puedes alargar su vida útil durante semanas, o incluso meses, sin perder su sabor ni sus propiedades.
El jengibre: mucho más que una raíz
Originario del sudeste asiático y cultivado desde hace más de 5.000 años, el jengibre se ha usado tanto en la cocina como en la medicina tradicional. En India, China o Japón se valora por sus efectos digestivos y antiinflamatorios, pero también como ingrediente básico en platos tan diferentes como un curry, una sopa miso o unos fideos salteados.
Lo que lo hace especial no es solo su sabor ligeramente picante y cítrico, sino sus compuestos activos, como el gingerol. Este se transforma con el tiempo en shogaol, aún más picante, lo que explica por qué el jengibre viejo puede resultar más fuerte.
Cómo conservar el jengibre fresco
Cuando compras jengibre fresco, suele venir en forma de raíz entera, con una piel marrón clara y un interior amarillo pálido. Si está firme al tacto y tiene un aroma potente, está en buen estado. El truco está en mantenerlo así el mayor tiempo posible.
Una primera opción es guardarlo en la despensa, siempre que lo vayas a usar en pocos días. Almacénalo en un lugar seco, fresco y oscuro, lejos de fuentes de calor.
Sin embargo, si quieres que dure más, lo mejor es meterlo en la nevera, dentro de una bolsa con cierre hermético y envuelto en papel de cocina para evitar la humedad. Así puede mantenerse en buen estado entre dos y cuatro semanas.
¿Y si ya lo has pelado?
En cuanto le quitas la piel, el jengibre queda más expuesto al aire y la humedad, y por tanto se estropea más rápido. Aun así, hay métodos seguros y prácticos para conservarlo.
Uno de los más eficaces es guardarlo en vinagre. Puedes usar vinagre de arroz o de manzana: cubre los trozos o rodajas peladas en un tarro de cristal y mantenlo en la nevera. El vinagre no solo actúa como conservante, también aporta un matiz ácido que combina muy bien con verduras salteadas, ensaladas o carnes marinadas, como en este pollo con piña y jengibre, lleno de sabor, o este solomillo de cerdo con toque oriental.
Otra opción rápida es conservarlo en agua. Solo hay que sumergirlo en un recipiente bien cerrado y cambiar el agua cada dos días. No dura tanto como con vinagre, pero si lo vas a usar en menos de una semana, puede ser suficiente.
Cómo conservar el jengibre rallado o en porciones listas para usar
Si te gusta tener el jengibre listo para cocinar, puedes rallarlo y conservarlo de forma práctica en porciones pequeñas. Una opción rápida es mezclarlo con aceite (de oliva, sésamo o girasol) y guardarlo en un tarro hermético en la nevera. Así se mantiene bien durante unos 5 a 7 días, perfecto para usar directamente en salteados, sopas o aderezos.
Otra alternativa muy útil es congelarlo en pequeñas porciones. Puedes usar una cubitera y colocar una cucharadita de jengibre rallado en cada hueco. Una vez congelado, guarda los cubitos en una bolsa zip: así solo necesitas sacar uno cuando lo necesites. Este método también funciona si prefieres congelar la raíz entera o en rodajas finas, especialmente si usas jengibre de forma puntual.
Consejo extra: el jengibre congelado puede rallarse directamente sin necesidad de descongelar. Esto no solo ahorra tiempo, sino que facilita el rallado, ya que la raíz queda más firme.
¿Se puede conservar el jengibre como encurtido?
Sí, y no solo se puede: es una de las formas más sabrosas y duraderas de conservarlo. El jengibre encurtido es típico en la cocina japonesa, donde acompaña platos como el sushi con el nombre de gari. Tiene un sabor ligeramente dulce, ácido y refrescante, ideal para limpiar el paladar o para dar un toque especial a muchos platos.
Prepararlo en casa es sencillo. Solo necesitas vinagre de arroz, azúcar, sal y jengibre fresco, preferiblemente joven (más tierno y menos fibroso). Se pela, se corta en láminas finas y se deja reposar con sal. Luego se escalda brevemente, se cubre con vinagre caliente endulzado y se guarda en un tarro.
Tras unas horas en la nevera, ya comienza a coger sabor, aunque mejora con los días. Se conserva bien durante 2 o 3 semanas y queda genial con arroces, pescados, carnes a la plancha o incluso en ensaladas.
Cómo saber si el jengibre se ha estropeado
Aunque el jengibre es una raíz resistente y agradecida si se conserva bien, como cualquier ingrediente fresco, llega un momento en que empieza a deteriorarse. Por este motivo, conviene saber reconocer cuándo ya no es apto para el consumo.
La primera señal de alerta es el moho. Si ves manchas blancas, verdes o negras en la superficie, lo mejor es desecharlo sin dudar. También debes tener cuidado si al tocarlo notas que está blando, húmedo o viscoso, ya que eso indica que ha empezado a descomponerse. Otro indicio claro es el olor: si en lugar del aroma fresco y picante habitual detectas un olor rancio o a humedad, es señal de que algo no va bien.
A veces, pueden aparecer manchas oscuras o zonas hundidas. En esos casos, si son localizadas, puedes cortar la parte afectada y valorar si el resto está en buen estado, aunque conviene actuar con precaución.
Eso sí, si el jengibre solo está un poco seco o arrugado, no pasa nada. Puede que haya perdido parte de su frescura, pero aún sirve perfectamente para cocinar, especialmente si lo vas a hervir para una infusión o rallarlo para aromatizar un guiso o caldo. Su sabor será algo menos intenso, pero seguirá cumpliendo su función.
Qué método elegir para conservar el jengibre, según cómo lo uses
A estas alturas, ya habrás visto que no existe una única forma de conservar el jengibre. Todo depende de cómo lo uses en tu día a día y de cuánto tiempo quieras mantenerlo en buen estado.
Si lo consumes con frecuencia, lo más práctico es guardarlo entero y sin pelar en la nevera, bien envuelto para evitar la humedad. Así lo tendrás siempre a mano y con toda su frescura intacta.
Si lo utilizas solo de vez en cuando o prefieres tenerlo preparado con antelación, congelarlo en porciones pequeñas es una solución práctica y eficaz. Puedes hacerlo en rodajas, dados o rallado, y conservarlo en una bolsa zip. Otra opción muy útil es rallarlo y distribuirlo en una cubitera, de forma que cada cubito equivalga a una cucharadita. Así lo tendrás siempre listo para usar sin apenas esfuerzo, perfecto para quienes cocinan con prisa o buscan optimizar el tiempo en la cocina.
Y si te gusta experimentar con sabores nuevos, el jengibre encurtido puede ser un gran descubrimiento: se conserva bien, aporta un toque ácido y combina con todo tipo de platos.
En definitiva, elige el método que mejor se adapte a tus hábitos en la cocina. Con un poco de planificación, el jengibre dejará de ser ese ingrediente que se estropea al fondo del cajón y pasará a ser un aliado versátil, duradero y siempre listo para aportar sabor y energía a tus recetas.