Recalentar la comida en un táper, ¿es recomendable?
Seguridad alimentaria
Calentar la comida en el táper forma parte de nuestro día a día, pero, ¿es buena idea?
Recalentar comida en un táper es algo que hacemos casi todos, casi a diario y casi sin pensar. Sin embargo, este gesto cotidiano que nos permite transformar un alimento frío en otro caliente no es tan inocuo como podríamos pensar. El calor no solo actúa sobre tu comida, sino que también lo hace sobre el propio táper. Este calor modifica el plástico, acelera reacciones y puede liberar sustancias que antes permanecían firmemente atrapadas en el material. No todos los envases son iguales, no todos reaccionan del mismo modo y no todos son seguros para microondas.
En este artículo te explico qué compuestos pueden migrar al alimento, qué plásticos deberías evitar, qué pasa cuando el plástico se calienta, cómo afecta a la salud esa migración y, sobre todo, qué alternativas más estables y sostenibles tenemos hoy en día. ¿Quieres cuidarte mejor? ¡Este artículo te interesa!
¿Qué sustancias pueden migrar del plástico al alimento al calentarlo?
Los plásticos del táper están formados por polímeros, algo así como la estructura principal, y por aditivos, los diferentes compuestos que se añaden para dar flexibilidad, color, transparencia o resistencia, que se adhieren a estos polímeros. En condiciones ambientales normales este ensamblaje es completamente funcional, pero el problema viene cuando la temperatura aumenta. Cuando el envase se calienta, la estructura se vuelve más móvil y algunos de esos aditivos pueden desprenderse y pasar al alimento.
Entre los más conocidos están los ftalatos, usados como plastificantes en algunos plásticos antiguos o de baja calidad, el bisfenol A (BPA) y sus sustitutos (BPS, BPF), presentes en policarbonatos y resinas epoxi. Estos son los elementos que más nos deben preocupar, es más, estudios en población europea y estadounidense muestran que los jóvenes tienden a presentar niveles más altos de BPA que los adultos mayores. Esto puede explicarse por qué los jóvenes hacen un uso más cotidiano de plásticos de un solo uso, botellas reutilizables de plástico, recipientes para comida rápida y, sobre todo, calientan comida en recipientes plásticos más a menudo que generaciones mayores.
Aparte de estos elementos también pueden migrar antioxidantes, retardantes de llama o colorantes en casos concretos. La cantidad depende del tipo de plástico, del tiempo de exposición al calor, del estado del envase y de la composición de la comida. Por ejemplo, las grasas retienen más estas sustancias que el agua, por lo que alimentos más grasos pueden incorporar más de estos elementos que después acaban en nuestro organismo.
¿Qué tipos de plásticos son seguros para microondas y cuáles deberían evitarse?
Como hemos visto todos los plásticos no están diseñados para soportar calor, ni mucho menos. Los envases que sí son aptos llevan el símbolo “microwave safe” o el icono de ondas. A nivel de numeración, el polipropileno (PP, código 5) es uno de los materiales más seguros para microondas, ya que resiste bien el calor y libera muy pocos compuestos. También suelen ser seguros algunos polietilenos (PE), aunque tienden a deformarse con temperaturas altas. En cambio, debemos evitar a toda costa los envases con código 3 (PVC), los de código 6 (poliestireno) y los de código 7 cuando no especifican claramente que son libres de bisfenoles.
En términos generales los tuppers transparentes muy rígidos suelen ser policarbonatos, por lo que si no están marcados como aptos para calor, es mejor no usarlos. Interpretar un envase consiste no solo en mirar el triángulo con número y/o el símbolo de microondas, sino que el estado físico en el que se encuentra también es fundamental. Si está rayado, blanquecino, deformado o envejecido, es más probable que migren sustancias, incluso aunque sea del tipo correcto. El desgaste es tan importante como el material. No sirve de nada comprar productos de calidad si luego los envases no están a la altura ¡Debemos ser precavidos!
¿Qué ocurre a nivel molecular cuando el plástico se degrada con el calor?
El calor aumenta la energía interna del polímero, haciendo que las cadenas se vuelvan más flexibles. En envases de buena calidad, eso no supone un problema porque están formulados para mantener su estabilidad dentro de un rango amplio de temperaturas que no se alcanza o, al menos, no se suele alcanzar. Pero en plásticos no aptos, o en recipientes ya envejecidos, el calor puede causar ruptura de estas cadenas, oxidación y/o la pérdida de aditivos que comentábamos antes.
Esto es algo similar a cuando desaparece el teflón de una sartén, si ya no están en la sartén es porque está en tu estómago. ¡El problema es que en los tuppers no suele ser tan evidente! Sin embargo, cuando un plástico empieza a blanquearse, agrietarse o volverse pegajoso, lo que estás viendo es esta degradación molecular. La migración ha comenzado. Por tanto, el microondas no atraviesa el plástico y libera tóxicos como a veces se piensa, pero sí provoca calentamientos irregulares que aceleran el desgaste cuando el envase no está preparado.
Si el táper se calentase de otro modo también se degradaría, pero esta es la única forma en la que calentamos un táper. Si debemos utilizar el horno o una sartén, calentamos el alimento sin recipiente. El microondas en teoría no es el culpable, pero el uso que hacemos de él sí.
¿Cómo afecta esa migración a la salud a largo plazo?
La mayoría de estudios coinciden en que la exposición diaria a pequeñas cantidades de estos compuestos suele ser baja, pero el riesgo aumenta con el uso frecuente de envases no aptos, muy viejos o expuestos repetidamente al calor. Algunas de estas sustancias, como ftalatos o bisfenoles, son parte de los tristemente famosos disruptores endocrinos, lo que significa que pueden interferir con el sistema hormonal, sobre todo con exposiciones continuadas.
Los efectos no son inmediatos, sino acumulativos: alteraciones metabólicas, cambios en la fertilidad, interferencias en el desarrollo o incrementos sutiles del riesgo de ciertas enfermedades. No todos los plásticos los liberan, pero usar recipientes apropiados y en buen estado reduce el riesgo de manera drástica. La biología siempre premia la moderación: menos exposición, menos problemas.
¿Qué alternativas sostenibles existen para almacenar y recalentar comida?
Las alternativas más seguras y estables son, sin duda, el vidrio y la cerámica. Te recomiendo, en general, que evites el plástico no solo en el microondas, sino en la cocina en general. El vidrio templado es ideal para microondas y horno, no migra ninguna sustancia y resiste bien el cambio de temperatura. Los recipientes de cerámica o barro esmaltado también funcionan bien para recalentar, aunque no todos son aptos para microondas si tienen metales decorativos.
Como has visto, más allá del material la sostenibilidad está en el uso. Elegir recipientes resistentes, reutilizables, sin desgaste y que acompañen muchos años es más sostenible (y a la larga más económica) que comprar recipientes de peor calidad. Un tupper que dura una década tiene menos huella ecológica que diez tuppers baratos que van al cubo en seis meses. Y si además cuidamos cómo calentamos la comida, ganamos salud, sabor y un gesto más responsable en la rutina diaria.