Daniel, el capitán tarteras que cocina en un atunero del Índico

El pontevedrés Daniel Ferreiro lleva siendo cocinero toda su vida, pero desde hace 13 años, ejerce su profesión en unas cocinas muy especiales.
Junto a un ayudante de cocina y un camarero, da de comer cada día a 41 'tipos de mar' a bordo de un atunero que faena en las aguas del Océano Índico, durante los cuatro meses que dura cada campaña.
Y no solo eso, sino que, además, lo cuenta a través de su perfil de Instagram, @capitantarteras, donde tiene más de 32.000 seguidores.
'El jefe de máquinas y el caldereta, Paco y Jose, son los principales artífices de esta aventura. Nunca nos habríamos imaginado que la cosa iba a llegar a tanta gente, pero estamos muy contentos y muy agradecidos. La idea era dar visibilidad y dignificar tanto la vida en el mar como el trabajo que hacemos los cocineros de barco'.
Y, de paso, como apunta Daniel, desmontar falsos mitos acerca de la comida 'de rancho' en los barcos. 'Tratamos de realizar menús atractivos, pero lo más importante es que sean variados, ricos y equilibrados y, por supuesto, siempre estamos abiertos a sugerencias y peticiones de nuestros clientes-compañeros. Me gusta mimarles y que estén cómodos'.
Y para ello, la organización es fundamental, porque si el trabajo en cualquier cocina común requiere una disciplina y unas rutinas muy marcadas, en una ubicada en alta mar mucho más, dado que no puedes acceder a más productos básicos que los que tengas a bordo.

'Procuro planificar los menús semanalmente, aunque hay un montón de variables. Dependemos de la evolución de los productos frescos, entre otros factores. Tenemos unas cámaras muy buenas que garantizan la correcta conservación de las materias, pero no es una ciencia exacta', cuenta el cocinero gallego.
De hecho, en la última campaña, contaba con tener patatas suficientes para todo el tiempo en alta mar, pero se estropearon.
Y por supuesto, las necesidades de pesca obligan a veces a reinventar los menús y a modificar la planificación. 'Normalmente, se respetan mucho los horarios de las comidas, pero, cuando la pesca lo requiere, en cocina tenemos que adaptarnos... al fin y al cabo, ¡el atún es el que manda!'
Y no sólo marca la actividad de la cocina y de la tripulación, sino que, como no podía ser de otra manera, es uno de los ingredientes estrella de los platos del Capitán Tarteras, que lo cocina tres o cuatro veces por semana. 'Es un lujo poder degustar este pez tan completo recién pescado. Además, es tan agradecido que admite multitud de preparaciones; todas deliciosas, aunque, quizá, la que más se celebra en el barco es el marmitako'.
1 tonelada de arroz en cada campaña
Teniendo en cuenta que las campañas duran cuatro meses y que son 42 'tipos de mar grandes y fieros', las cantidades de comida que Daniel necesita para cocinar son enormes. ¿Dos sorprendentes ejemplos? Emplea entre 600 y 700 kilos de patatas al mes y necesita una tonelada de arroz para cada campaña.
'La logística es una locura, son toneladas de productos que hay que gestionar en el menor tiempo posible, pero por suerte, somos un equipo estupendo y, cuando llega la provisión, todo el mundo se remanga para ayudar', explica el cocinero.
En el momento que llegan los enormes pedidos, Daniel debe revisar que no falte nada y que todo esté en buenas condiciones, meterlo al barco y ordenarlo 'con mucho criterio'. 'Con los años, te vas acostumbrando, aun así, cierta dosis de estrés es inevitable', reconoce.
La provisión general y de productos no perecederos o congelados se hace cada cuatro meses y cada vez que el atunero va a tierra a descargar, se aprovisionan de hortalizas, frutas, etc. 'Aquí, la cosa se complica porque, en el mejor de los casos, vamos a puerto en unos 25 días, pero también puede prolongarse hasta los 45... ¿Te imaginas quedarte sin cebollas o sin sal durante 45 días? Yo tampoco'.

Una vez en alta mar, los días de Daniel comienzan a las 4:30 de la mañana para elaborar el pan e ir haciendo la mise en place para facilitar el cocinado de todas las comidas. La cocina y el ejercicio, gracias al pequeño gimnasio que él y sus compañeros han organizado a bordo, ocupan todas sus jornadas. 'En definitiva, me levanto, cocino, entreno, cocino, cocino, cocino, entreno, cocino...', relata.
Y tiene que levantarse tan temprano porque el desayuno está programado para las 5:30. En uno de los 123 menús que preparó en la última campaña, arrancaron el día con unas apetecibles galletas de almendra y vainilla.
A las 7:30 toca lo que para cualquiera de nosotros sería el almuerzo, que ese día fue pizza de pavo o de bacón. A las 11:00, comieron marmitako, fideo marinero, filetes de cerdo o ternera a la plancha y fruta.
La cena está programada para las 19:00 y aquel día, cenaron sopa ('de rigor'), judías con huevos, mahi-mahi empanado, ternera en crema de zanahorias con patatas y flan.
Una tarta de cumpleaños para cada tripulante
El 60% de la tripulación es musulmana, por lo que Daniel siempre adapta los menús para ajustarse a sus restricciones alimenticias. 'Me gusta poder decir que todos comemos lo mismo'.
Aunque el objetivo diario de Daniel es ofrecer menús deliciosos, el domingo es aún más detallista. 'Para despedir la semana, tenemos un momento especial en la cena: preparamos entremeses variados, productos un poco más de etiqueta, como solomillo de ternera o como buen gallego, pulpo á feira, y también comidas demandadas por la tripulación africana, como el arroz senegalés o pescado en salsa mandinga, por ejemplo'.
Y por supuesto, celebran la Navidad (les toca pasarla en alta mar en años alternos), el Día de Reyes o el Día del Carmen (patrona de los marineros). 'Y naturalmente, los cumpleaños de todos los compañeros. Aquí, cada uno elige su tarta', apunta el cocinero.
¿Y de dónde saca la inspiración para elaborar tantas comidas? De su entorno, de las recetas familiares que guarda como un tesoro, de las sugerencias de sus compañeros y observando a 'los grandes de la cocina'. 'Siempre tengo un montón de libros a mano. Nunca dejo de hacerme con cada título del maestro Arguiñano, ¡por supuesto!'.
Aunque le encanta su trabajo a bordo del atunero, sus cuatro meses en tierra los aprovecha a tope para disfrutar de su familia, de su tierra y por supuesto, de la comida que en alta mar no puede tener. '¡Un buen huevo de casa frito con sus patatitas no tiene competidor!'.