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Cómo limpiar las macetas antes de volver a utilizarlas

A los que amamos las plantas nos encantaría tener un gran jardín con composiciones florales que embellezcan la casa, el ambiente y la vida. Por desgracia, no todos poseemos un trozo de tierra para ello, pero aún así, podemos estar en contacto con la naturaleza a través de las macetas.

Estos pequeños recipientes de diversas formas y materiales nos permiten tener un trozo de naturaleza en casa, ..., porque, ¿qué sería de nosotros si no pudiésemos plantar, cultivar y ver florecer plantas en nuestro hogar? Su belleza es infinita y por ello procuramos que estén en el mejor ambiente y recipiente posible.

Por eso, no es raro que cada cierto tiempo las cambiemos de maceta, bien porque necesitan un tiesto más grande, por motivos estéticos o de salud de las plantas (cuando es preciso realizar un trasplante, por ejemplo).

Ahora bien, ¿qué hacemos con la maceta vieja? Podemos reciclarla de diversas formas, pero lo más habitual es lavarla para que albergue a nueva planta.

Razones de peso para limpiar las macetas

Todo buen amante de la jardinería sabe que para cultivar plantas sanas, fuertes y preciosas, la tierra, el abono y el recipiente son factores vitales. En especial este último punto, pues la prosperidad de una planta depende, en gran parte, de una maceta limpia y debidamente filtrada.

Por ejemplo, con el paso del tiempo las macetas de arcilla van acumulando depósitos de cal o sarro por causa del agua, la cual (si es muy dura) dejará residuos minerales en estas (esto ocurre también con los vasos y copas de cristal). Esto no notarás, por ejemplo, si las macetas tienen manchas blanquecinas.

Pero no solo la cal es un problema para nuestras plantas, también los residuos de insectos imperceptibles, bacterias e incluso hongos que puedan adherirse a las paredes de la maceta. Si no los quitamos, estos hongos y bacterias pueden impedir un desarrollo óptimo de la planta.

Cómo limpiar las macetas fácilmente

Cómo limpiar las macetas fácilmente

Ahora bien, para limpiar las macetas o tiestos debemos primero atender al material del cual están fabricados: plástico, barro cocido o arcilla, acero inoxidable y madera. Hay una limpieza adecuada para cada tipo, ¡mira!

Macetas de plástico

Para limpiar las macetas de plástico tan solo necesitas agua caliente, jabón y una esponja. Si la maceta está muy sucia, puedes limpiarlas con una mezcla de jabón diluido en un buen chorro de vinagre blanco.

Macetas de barro

La porosidad de las macetas de barro o terracota hacen que tengan tendencia a acumular depósitos de cal (manchas blanquecinas), algo que afea su aspecto. Para limpiarlas de todo el sarro que acumulan es imprescindible contar con producto que tenga cierto grado de acidez, pues solo el ácido disuelve el calcio.

Por ello, una mezcla de 3 partes de agua más 1 parte de vinagre de limpieza será la mejor solución a las manchas blanquecinas que aparecen en las macetas de barro o terracota.

Durante el proceso, primer retiramos con un cepillo los restos de tierra que haya en la maceta y procedemos a ponerla a remojo en un balde con la mezcla de agua y vinagre. Cuando hayan transcurrido 30 minutos, retiramos la maceta del agua y procedemos a limpiarla con un cepillo de cerdas suaves. Dejamos que se seque al sol y voilà, ¡el tiesto parecerá nuevo!

Macetas de acero inoxidable

Para limpiar los tiestos de acero inoxidable utiliza agua, jabón pH neutro y una bayeta de microfibra. Si tiene depósitos de cal, recurre a la misma mezcla de vinagre y agua del apartado anterior.

Incluso puedes limpiar las macetas de acero inoxidable con un paño suave y alcohol isopropílico. Este último es similar a un pulido, es decir, hará que no queden manchas de grasa o marcas de agua en la maceta.

Macetas de madera

Las macetas de madera también son porosas, por lo que pueden albergar enfermedades dañinas para las plantas si no las limpiamos antes de volver a utilizarlas.

Para limpiarlas utiliza agua y jabón. Si la maceta albergaba una planta enferma, tras la limpieza procura pasar un trapito impregnado en lejía diluida en agua. Finalmente, deja que la maceta se seque al aire libre, preferiblemente al sol.