Comer con los ojos, cuida tu dieta viendo imágenes de comida

comer con los ojos 1
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Seguramente hayas escuchado en varias ocasiones la expresión de comer con los ojos, una acción físicamente imposible como es evidente pero que conlleva un significado que adquiere todo el sentido del mundo si atendemos a los últimos estudios realizados. Mira bien las imágenes que acompañan este artículo y verás que lo que te vamos a contar es real ¿Te apetece ahora una hamburguesa o un cruasán de chocolate? Seguro que sí.

Seamos más precisos. Comer con los ojos, se interpreta de la siguiente manera: cuando nos quedamos mirando un plato en cualquier medio o soporte y automáticamente nos entran las ganas de comer, de devorar la comida que tenemos delante

¡Vaya pinta tiene!, ¡Me muero de hambre! o ¡Se me hace la boca agua! son pensamientos que emergen de forma inmediata en nuestro cerebro, despertando el hambre y apetito hasta límites casi incontrolables. Nuestro cuerpo reacciona de diversas formas ante tal tentación, coloquialmente decimos que empezamos a salivar.

El color, la presentación y el aspecto son las 3 características fundamentales en las que se concentran nuestros ojos cuando ven un plato de comida (normalmente no muy saludables), sea el soporte que sea (televisión, móvil, ordenador, etc.). Al ver una receta atractiva a nivel visual, nuestra voracidad emergerá y se incrementará.

El investigador Max Planck y su colaborares concluyeron tras diversos estudios que nuestra percepción positiva de la comida hace que la hormona que se encarga del hambre (grelina) aumente en la sangre, dando lugar a un impulso difícil de controlar.

Estamos convencidos esta situación te va a resultar familiar. Vamos al supermercado y vemos un producto bien presentado o con un envase original y atractivo (packaging) ¿Qué suele pasar? Es bastante probable que lo introduzcamos en el carrito de la compra aunque no figure en nuestra lista previamente confeccionada.

Pero la acción de comer con los ojos puede ser peligroso o negativo en lo que se refiere a nuestra salud, ya que caemos en el riesgo de comer más que lo que nuestro cuerpo necesita y comienzan los problemas relacionados con la obesidad, diabetes, colesterol, etc. muy habituales en los denominados países desarrollados. En resumen, consumimos más calorías de los las que gastamos, lo que nos lleva a coger algunos kilos de más.

comer con los ojos 2
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Entrando un poco en el mundo más científico, nuestra conducta alimentaria está regulada por el sistema hedónico, con lo que el hambre y la saciedad dependerán en gran medida de cómo actúe o reaccione. María Sanchidrián, dietista y nutricionista, asegura que el sistema hedónico se asocia a la activación del sistema neuronal de recompensa produciendo sensación de placer cuando consumimos un alimento, y esta asociación invita a la repetición de su consumo en el futuro. O lo que es lo mismo, podemos seguir comiendo sin parar, aunque no tengamos hambre. En cierto modo es como si la sensación de saciedad desapareciese por unos minutos.

El hambre se conoce como la necesidad o ansia por comer. Una respuesta fisiológica natural y síntoma de salud. Pero cuando entran en juego otros factores ya sean culturales, sociales o emocionales, como la búsqueda del placer, la gula (uno de los 7 pecados capitales) o el gozo subjetivo, estamos perdidos en el caso de que no podamos parar.

El aroma, la presentación o la textura del plato que tenemos delante adquirirán una dimensión superior y nuestras percepciones sensoriales se verán comprometidas, con lo que la posibilidad de repetir o seguir comiendo aunque no tengamos hambre aumenta.

El color de los alimentos también serán decisivos. El rojo, verde o amarillo activarán nuestro cerebro y las ganas de probar el plato que tenemos delante cobrarán fuerza. Si por el contrario nos presentan un alimento de color azul, poco relacionado con el mundo culinario, las dudas o el rechazo serán las sensaciones que percibamos. Un ejemplo ¿Te comerías un huevo frito con la yema azul? ¿Unas patatas fritas azules quizá? No. De ahí la importancia de los colores en la cocina. Más de la que te imaginas.

Es por este motivo por el que se han realizado diversos estudios en los que los participantes prueban platos de comida pero con los ojos vendados, para que el sentido de la vista no haga de las suyas. Y es que la vista y los ojos van por delante de las papilas gustativas.

Y ahora es cuando viene el giro de guion, porque no tiene porqué ser todo negativo. La presencia de tantas imágenes de platos y alimentos atractivos en todo tipo de plataformas ya sean físicas como digital puede provocar el efecto contrario: que suframos un atracón digital y se nos quiten las ganas de comer, con lo que podríamos interpretar el comer con los ojos desde otra perspectiva, saludable y beneficiosa. No lo decimos nosotros, es la conclusión que se ha obtenido tras la realización de un estudio científico por parte del equipo de colaborares de Tjark Andersen, doctorando danés.

En esta investigación se ha descubierto que si vemos imágenes de comida de forma repetida (unas 30 veces), mientras imaginamos el plato en cuestión y cómo lo degustamos, nuestra saciedad disminuirá, reduciendo el deseo de comer de forma compulsiva o impulsiva. Habrá que esperar, pero esta técnica puede ser empleada a la hora de regular las conductas alimentarias inapropiadas y ayudar a controlar el peso y obesidad. Y es que comer con los ojos, gracias a la ciencia, ha dejado de ser una simple metáfora.

comer con los ojos 3
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