Así es el nuevo vino espumoso de Karlos Arguiñano que muestra la cara más viva y salina de la hondarrabi zuri
Entrevista
El equipo de la bodega K5 revela cómo nació Kilima, una creación elaborada con método ancestral
La bodega fundada por Karlos Arguiñano en la localidad guipuzcoana de Aia, y actualmente dirigida por Amaia Arguiñano, acaba de descorchar un nuevo capítulo en la historia de K5: Kilima.
Este espumoso ancestral, del que apenas se han producido 3.500 botellas, se elabora con una sola fermentación y la variedad hondarrabi zuri, la uva insignia de la casa.
El equipo de la bodega K5 detalla el proceso que dio origen a este vino, fruto de la paciencia, el riesgo y una burbuja fina que resume el carácter del Cantábrico.
Kilima es el primer espumoso ancestral de la bodega. ¿Cómo nació la idea de lanzarse a este método tan particular?
La idea surgió de una curiosidad natural por seguir explorando los límites de la hondarrabi zuri, nuestra variedad autóctona.
Llevábamos tiempo observando la tendencia de los vinos naturales y ancestrales por toda Europa, pero queríamos hacerlo desde la identidad de K5: con precisión, respeto por la uva y el territorio. Kilima nace como una forma de reinterpretar nuestro paisaje atlántico.
¿Qué significa el nombre Kilima y qué querían transmitir con él?
Kilima significa cosquillas en euskera. Nos gustaba la idea de algo que provoca una sensación viva, ligera, alegre… exactamente lo que uno siente al beber un espumoso. También queríamos un nombre que mantuviera la ‘K’, sello de nuestra bodega, pero que al mismo tiempo transmitiera frescura y cercanía.
¿Qué papel tuvo Karlos Arguiñano en la decisión de elaborar un vino de este estilo?
Karlos siempre ha sido una persona abierta a la innovación y con una enorme sensibilidad. Aunque la decisión final fue del equipo técnico, él nos animó a seguir el instinto y apostar por un vino diferente, que conectara con un público nuevo sin perder la esencia de la bodega.
Mucha gente oye hablar de ‘pet-nat’ pero no sabe muy bien qué es. ¿Cómo explicarían de forma sencilla qué distingue a un ancestral de un cava o un champán?
La principal diferencia es que el vino ancestral realiza una sola fermentación, que termina en la botella, lo que genera de forma natural el gas. En el cava o el champán hay una segunda fermentación provocada. El ancestral es más imprevisible, más vivo y refleja de forma más directa la uva y la añada.
El método ancestral conlleva más riesgo y menos intervención. ¿Cuál fue el mayor reto al elaborar Kilima?
El mayor reto fue encontrar el equilibrio entre la naturalidad y la estabilidad. Trabajamos con un proceso sin filtrados ni añadidos, así que cada decisión cuenta. Controlar los tiempos de embotellado y la presión fue clave para mantener la frescura sin perder armonía.
La variedad es 100% hondarrabi zuri. ¿Cómo se expresa en un espumoso ancestral frente al clásico txakoli? ¿Qué papel juega la cercanía del mar en el carácter final de Kilima?
La hondarrabi zuri, en este formato, muestra una cara más crujiente y directa. Mantiene su carácter salino y cítrico, pero con una textura más envolvente. La influencia del Cantábrico sigue muy presente: esa brisa marina le da una tensión y salinidad que lo hacen inconfundible.
En nariz se habla de manzana ácida, cítricos y un fondo mineral. ¿Cuál es la nota que mejor define a Kilima?
Para mí, la nota que define a Kilima es la manzana verde con un punto vegetal y un toque salino. Esa combinación entre frescura y salinidad resume perfectamente su espíritu atlántico.
Kilima significa cosquillas en euskera. Nos gustaba la idea de algo que provoca una sensación viva, ligera, alegre…
¿Qué tipo de consumidor creen que se va a enamorar de este vino?
Aquel que busca vinos auténticos, con alma y sin artificios. Gente curiosa, que disfruta descubriendo matices nuevos y que aprecia lo natural, pero también la elegancia.
Esta primera añada son solo 3.500 botellas. ¿Se concibe como una edición limitada o será una línea estable de la bodega?
Nuestra idea es que Kilima tenga continuidad. Este primer lanzamiento ha sido una pequeña producción de aprendizaje, pero la acogida ha sido tan buena que queremos mantenerlo como una línea estable dentro del proyecto K5.
Cada vez más bodegas apuestan por los ancestrales. ¿Qué creen que busca el consumidor en este tipo de vinos?
Creo que busca sinceridad. Los ancestrales conectan con una forma de elaborar más honesta, más cercana a la naturaleza, donde lo imperfecto también tiene belleza. Son vinos que emocionan porque son imprevisibles, cambiantes, vivos.
Si tuvieran que describir Kilima en tres palabras a alguien que nunca lo ha probado, ¿cuáles elegirían?
Fresco, enérgico y atlántico.
¿Qué sensación les gustaría que permaneciera en la memoria del consumidor después de la primera copa?
Que le apetezca seguir bebiendo. Que perciba la frescura, la energía y la personalidad del vino, y que se quede con la sensación de haber probado algo diferente, con carácter y equilibrio.
¿Qué podemos esperar de futuras añadas o proyectos enológicos en la Bodega K5?
Seguiremos profundizando en la expresión de la hondarrabi zuri y en su capacidad de guarda. También queremos explorar nuevas crianzas y pequeños proyectos paralelos que nos permitan seguir aprendiendo del territorio sin perder el enfoque en la calidad y la autenticidad.
El nuevo vino espumoso ya está a la venta en su web por 24,90 euros. También puede comprarse en formato de caja de seis por 144,92 euros. Un estreno que abre una nueva etapa en la historia de la bodega.
Hay que subrayar que Kilima no forma parte de la Denominación de Origen Getariako Txakolina. La razón está en el propio método. Los vinos ancestrales todavía no tienen cabida dentro de la normativa.
Bodega K5
La historia de K5 comenzó en Aia (Gipuzkoa), entre amigos y sobremesas. Lo que empezó como una idea compartida por Karlos Arguiñano y cuatro compañeros terminó convirtiéndose en una bodega con vistas al Cantábrico.
Desde sus viñedos de hondarrabi zuri, plantados en 2005, nacen vinos que han roto el molde del txakoli tradicional. K5 es su blanco de guarda, elaborado solo con mosto flor y once meses de crianza sobre lías. K Pilota, el más joven, pasa cinco meses sobre lías y mantiene un perfil fresco y directo.
K5 Vendimia Tardía es una rareza de 746 botellas, hecha con uvas recogidas en diciembre para obtener un vino dulce. Y Kaiaren, su joya más reciente, es un blanco con 48 meses de crianza sobre lías y un largo reposo en botella.
Quien quiera conocer la bodega puede hacerlo reservando una visita desde su página web. El recorrido permite pasear entre los viñedos, ver el trabajo en bodega y terminar con una cata frente al mar.
Desde allí se divisan el ratón de Getaria y el puerto de Orio, un paisaje que explica mejor que nadie el espíritu de K5 y que invita a descubrir dónde comer en Getaria.