Las tortitas japonesas que parecen un suflé y se comen en Madrid
Tendencia brunch
Altas, ligeras como el aire y de origen japonés, las soufflé pancakes se han convertido en uno de los iconos del brunch actual
No hace falta probarlas para intuirlo: estas tortitas altas, inestables y sorprendentemente ligeras son puro espectáculo. Se mueven al mínimo contacto, se elevan como un bizcocho y, cuando llegan a la mesa, ceden sin resistencia ante la nata, el chocolate o el sirope. No son las pancakes de toda la vida. Son soufflé pancakes y, aunque en redes a veces se vendan como lo último de Nueva York, su origen está claramente en Japón.
No son tortitas normales y esa es la gracia
La confusión es comprensible: se sirven como unas tortitas, se acompañan como unas tortitas y aparecen en cartas de brunch como unas tortitas. Pero la diferencia está en cómo se hacen y, sobre todo, en cómo se sienten al comerlas.
La soufflé pancake busca altura y ligereza, y lo consigue con una técnica más cercana al suflé que al desayuno americano: una masa muy aireada, normalmente con claras montadas, y una cocción lenta y controlada para que suba sin secarse. El resultado es ese bocado extremadamente esponjoso, casi etéreo, que ha convertido el plato en uno de los grandes fetiches visuales del brunch global.
Japón como punto de partida, Nueva York como altavoz
En Japón, estas tortitas llevan años formando parte del universo de cafeterías que convierten el postre en experiencia: tiempos de espera asumidos, ejecución precisa y una presentación muy cuidada. Fuera del país, su expansión ha sido vertiginosa: primero el boca a boca viajero, después Instagram y, finalmente, grandes ciudades como Nueva York actuando como escaparate global, con colas interminables y vídeos virales.
Y ahí es donde se desdibuja el mapa: muchas personas las 'descubren' en Nueva York y asumen que nacieron allí. En realidad, lo que se ha exportado es una manera de presentarlas: la altura, la ligereza y esa textura inconfundible que no necesita explicación.
Una moda que se sostiene en técnica
No todas las tendencias sobreviven al primer impacto visual. Estas tortitas lo hacen porque dependen menos del efecto y más de la ejecución. La cocción precisa, el control del calor y el servicio inmediato son claves para que mantengan su textura característica. Cuando todo encaja, el resultado es ligero y equilibrado, muy lejos de un simple reclamo visual.
La versión madrileña que merece la pista
Lo interesante, además, es que no hace falta un vuelo para probarlas. En Madrid, una de las paradas más comentadas para asomarse a este universo es Panda Patisserie, un proyecto vinculado a Borja Gracia, con pasado en el restaurante japonés 47 Ronin y una trayectoria estrechamente ligada a la cultura gastronómica japonesa.
Aquí la clave está en la plancha. En Panda Patisserie trabajan con una plancha traída de Japón, imprescindible para alcanzar la temperatura exacta que requieren estas fluffy pancakes, como las llaman en la casa. Sin ese control preciso del calor, la textura simplemente no sería la misma. La experiencia se completa con café de especialidad y bebidas como el matcha latte, que encajan de forma natural con el conjunto.
Dos maneras de caer en la tentación
En Panda Patisserie, las soufflé pancakes se entienden de dos formas muy concretas, según el acompañamiento.
Una opción más intensa y golosa combina nata montada, nuez pecan caramelizada y chocolate, un trío que aporta cremosidad, contraste y un ligero amargor que equilibra el conjunto. La alternativa más fresca, pensada para un brunch sin excesos, llega con sirope de arce, fresas, plátano y frutos rojos, donde el juego entre dulzor y acidez mantiene el bocado ligero hasta el final.
Para acompañar, el café de especialidad funciona bien, pero el matcha latte termina de encajar la experiencia cuando se busca un guiño japonés coherente con toda la propuesta.
Por qué ahora y por qué aquí
Quizá el secreto de estas tortitas no sea solo su origen, sino su momento. En plena era del desayuno entendido como plan -y no como trámite- triunfan los platos que se viven con calma: visuales, delicados y pensados para compartirse. Y si además hay historia -Japón, técnica de suflé, la consolidación del brunch como ritual-, la fórmula funciona.
Detrás de su apariencia inestable hay técnica, tiempo y una ejecución precisa. Lo suficiente como para animarse a probarlas.