La Arboleda, el antiguo pueblo minero donde comer una rica alubiada

A apenas 30 minutos de Bilbao, se encuentra La Arboleda, el antiguo pueblo minero que en la actualidad se ha convertido en una de las grandes zonas de ocio de los vizcaínos y a donde suben cada fin de semana decenas de ellos para disfrutar de sus famosas alubiadas. Te invito a una excursión no solo a una de las zonas naturales más bonitas de Bizkaia, sino también a conocer un interesante pedazo de su historia reciente. ¿Me acompañas?
Una idílica área de esparcimiento
La Arboleda es en la actualidad una de las grandes áreas de esparcimiento del entorno de Bilbao, pero su importancia va mucho más allá, ya que se trata del principal exponente del pasado minero del País Vasco.
Donde ahora muchos urbanitas disfrutamos los fines de semana soleados de la tranquilidad de la naturaleza, de preciosos senderos, aptos para toda la familia, y del frescor cuando el calor aprieta (sí, ¡a veces en el norte también pasamos calor!), centenares de mineros se dejaron el lomo extrayendo toneladas de hierro durante décadas para las grandes industrias.

Fue a mediados de 1870 cuando la explotación minera de los montes de Triano propició una gran demanda de trabajadores, lo que hizo que el número de habitantes de La Arboleda se multiplicara por diez en apenas cuatro décadas. En el máximo apogeo de la actividad minera se dice que la población alcanzó los 3.000 habitantes. Por lo que, como ocurría también en muchas zonas del Bilbao industrial, hubo que buscar soluciones urgentes (y no muy planificadas) a esas necesidades habitacionales.
Así nacieron las viviendas mineras, que llegaban a acoger a tres familias, que compartían incluso una sola cocina. Algunas fueron construidas tan solo con tablones de madera, para poder derribarlas rápidamente y poder reutilizar los materiales fácilmente en caso de que la empresa reclamase el suelo para expandir la actividad minera. En la actualidad aún queda alguna en pie.

Decenas de senderos
La Arboleda es un lugar perfecto para cuadrillas y familias, tanto para descansar como para disfrutar de una buena (pero fácil) caminata. Las antiguas minas son ahora lagos artificiales que dejan unos paisajes únicos y alrededor de ellos, se han construido una serie de senderos accesibles para todo tipo de público.
En el Centro de Interpretación de Peñas Negras se ofrece información sobre los múltiples itinerarios que se pueden realizar en las inmediaciones.
Parque de esculturas
Y cuando recorres los senderos de la Arboleda, no sólo disfrutas de la naturaleza, sino también de una serie de esculturas de artistas vascos repartidas por varias zonas de La Arboleda. Pide información del recorrido ¡y búscalas!
Museo de la Minería del País Vasco
Y si quieres conocer mucho más a fondo el pasado minero de Euskadi, te recomiendo que visites el Museo de la Minería, que ofrece multitud de actividades, muchas de ellas pensadas para los más pequeños.
Las mejores alubiadas
Uno de los grandes planes de las cuadrillas y familias vizcaínas durante los meses de invierno es subir a La Arboleda a disfrutar de una buena alubiada con berza, guindillas y todos sus sacramentos. Sabina Intxausti fue la pionera en servir este cocido a los trabajadores y a los excursionistas que se acercaban hasta La Arboleda, y los demás restaurantes de la zona le siguieron los pasos viendo el éxito que estaba cosechando.
Además de Casa Sabina, algunos de los restaurantes más reconocidos de La Arboleda para disfrutar de una buena alubiada son Asador Maite, León XIII, Etorkizuna y Zuhaztieta, entre otros. El precio de los menús suele estar entre los 20 los 30 euros el fin de semana.
El guiso suele estar elaborado con alubia tolosana, que se pone a remojo la noche anterior con un poco de sal para suavizar su piel y que se cocina desde primera hora a fuego lento, con paciencia y cariño, removiendo muy suavemente para que no se rompa la alubia. A ésta le acompañan cebolla, pimiento choricero, pimiento verde, zanahoria y ajo.

El pueblo minero se construyó alrededor de la iglesia de Santa María Magdalena, con calles paralelas y estrechas que confluyen en esta plaza, que en la actualidad está llena de bares y terrazas donde poder disfrutar de unas ricas rabas, de unos pintxos previos a la alubiada o de unas raciones, si te apetece comer de esa forma. O si no tienes reserva... porque si vas a lo loco, te advierto de que será muy difícil que consigas mesa en alguno de los restaurantes de la zona en fin de semana. Y en los meses de invierno, prácticamente imposible. Te lo digo por experiencia al ver con la cara que nos miraron un sábado soleado de enero cada vez que entrábamos en un restaurante para preguntar a ver si había sitio para comer. Como si fuéramos extraterrestres. ¡Lección aprendida! ¡Con reserva siempre!

Comer al aire libre
Y si lo que te apetece es disfrutar de una comida informal al aire libre o no has reservado la alubiada a tiempo, La Arboleda cuenta con multitud de mesas y bancos de madera donde poder disfrutar de alguna de estas comidas para picnic. Eso sí, si es un fin de semana soleado, tendrás que madrugar bastante para hacerte con una de ellas.
Lo bueno de La Arboleda es que cualquier sitio es bueno para plantar tu silla plegable y poder disfrutar de una buena ensalada campera o una infalible ensaladilla rusa.
El funicular de Larreineta
Aunque parezca un pueblo, en realidad es un barrio perteneciente al Valle de Trápaga o Trapagaran, aunque se encuentra a unos 8 kilómetros del centro urbano y para los vehículos solo es accesible por una carretera empinada y llena de curvas. Así que cuando lo visites, ¡paciencia!
Pero si te apetece disfrutar del paisaje (se puede ver hasta el mar) y de un viaje mucho más relajado, tienes que subir en el funicular de Larreineta, que en 2026 será centenario. El funicular por sí solo es digno de ver, por su peculiar trazado, que recorre casi 1,2 kilómetros de distancia, y por su plataforma horizontal, que lo hace diferente al resto de los existentes en Europa. De hecho, en julio de 2014 el funicular fue declarado Bien de Interés Cultural.

Originalmente, fue concebido para transportar mercancías y poder contar con un acceso a las minas y al pueblo minero, ya que lo que con él se recorre en 10 minutos, antes de su construcción llevaba hora y media. Ahora sigue siendo un medio de transporte indispensable para los habitantes de la zona, además de haberse convertido en un recurso turístico por sí mismo.