Estrategias biológicas para controlar plagas sin usar químicos
Productos naturales
Los insectos serán tus grandes aliados para controlas las plagas.
Nuestro jardín es muchas cosas, desde nuestro rincón de paz y tranquilidad donde poder expresarnos hasta un pequeño laboratorio para experimentar con diferentes técnicas de cultivo. Sin embargo, estoy seguro de que pocas veces habrás pensado en él como un campo de batalla. De repente un tranquilo día descubres una hoja mordida, una flor marchita o un brote de pulgones. ¿Qué enemigo ha penetrado en tu ecosistema? ¿Cómo podemos ponerle freno?
Durante años, la solución más rápida ha sido rociar productos químicos para eliminar a estos enemigos, pero la naturaleza lleva millones de años gestionando estas relaciones sin necesidad de nuestros pesticidas. En este artículo te cuento qué aliados biológicos pueden ayudarte a controlar plagas, cómo favorecer su presencia, qué prácticas culturales mantienen el equilibrio y por qué conocer el ciclo de la plaga es la clave para vencerla sin guerra. ¡Este artículo te interesa!
¿Qué tipos de enemigos naturales pueden ayudarnos en el jardín?
Nuestro jardín está lleno de vida y con ella millones de interacciones. Cuantas más plantas tengamos más fácil es que aparezca alguna plaga, el enemigo natural de cualquier jardinero. Sin embargo, el enemigo de nuestro enemigo es nuestro amigo, por tanto saber cuál es el enemigo de cada plaga se convierte en una gran herramienta para luchar contra ella. Los conocidos como enemigos naturales de las plagas son insectos, aves o microorganismos que se alimentan de ellas o compiten por su espacio. En realidad, son los auténticos jardineros invisibles.
Entre los insectos más famosos y valiosos encontramos a las mariquitas, famosas devoradoras de pulgones. Para que te hagas una idea, una sola puede comer más de cincuenta al día. Otro ejemplo son las crisopas y sus larvas, que son otro verdadero ejército silencioso. Son pequeñas, pero muy voraces, lo que nos ayuda a eliminar pulgones, cochinillas y ácaros con una eficacia sorprendente. Los sírfidos son unos insectos que parecen pequeñas avispas y que lejos de tenerles miedo son, en realidad, aliados esenciales. Sus larvas se alimentan de plagas, mientras que los adultos polinizan flores. En el suelo, los carábidos y ciempiés, ejemplos de coleópteros y miriápodos, respectivamente, nos ayudan a mantener a raya a babosas y gusanos. Y no olvidemos a las arañas, que a muchos nos generan cierto rechazo, pero son en realidad muy necesarias. Son los depredadores generalistas más importantes, ya que controlan mosquitos, moscas y pequeños saltamontes.
También hay cierta ayuda desde el aire. Las aves insectívoras, como herrerillos o petirrojos, actúan como patrullas naturales que inspeccionan ramas y hojas. Incluso los murciélagos, que muchos ignoramos su presencia, pueden devorar miles de insectos nocturnos en una sola noche. Aunque no vuelen también debemos hacer mención especial a lagartijas, salamanquesas y otros reptiles que pueden ser los guardianas de nuestro jardín. ¡Yo tengo una familia en mi jardín que me protege de gran cantidad de plagas! En conjunto todos ellos forman una red de equilibrio que mantiene las poblaciones bajo control sin necesidad de químicos. Por supuesto no vamos a adquirir ninguno de ellos en una tienda, pero sí que podemos favorecer su presencia.
¿Cómo fomentar su presencia sin romper el equilibrio ecológico?
Para que nuestros aliados naturales lleguen y se queden nuestro jardín debe ofrecerles refugio, alimento y seguridad. Aunque parezca descabellado de imaginar, un espacio excesivamente ordenado, donde cada hoja que cae se retira rápidamente y cada rincón se limpia a conciencia, resulta enormemente hostil para ellos. Con esto no te sugiero que no vuelvas a limpiar tu jardín, sino que la clave está en permitir un cierto grado de naturalidad controlada, un punto medio.
Por ejemplo algo muy sencillo que puedes hacer es dejar algunas zonas con vegetación espontánea (lo que muchas veces llamamos malas hierbas) o rincones de sombra donde puedan refugiarse insectos beneficiosos. Las plantas con flor son esenciales, por ejemplo lavandas, caléndulas, borrajas o hinojos atraen polinizadores y depredadores. Como imaginarás debes evitar los tratamientos químicos de amplio espectro, incluso los que se presentan como naturales. Si luchando contra una plaga eliminas todos los insectos en general es probable que muchas otras plagas aparezcan, es algo parecido a cuando tomamos antibióticos y luego tenemos problemas gastrointestinales, ¡hemos eliminado a las bacterias en general! Si necesitas intervenir, hazlo con precisión, aplicando productos ecológicos solo en las zonas afectadas y en momentos concretos.
Una estupenda idea, que también nos sirve como actividad creativa, es instalar casitas para insectos o aves. Los refugios de madera con cavidades atraen a crisopas, abejas solitarias o mariquitas, mientras que los comederos y cajas nido invitan a las aves a patrullar el jardín. Como ya hemos hablado en muchos artículos, la diversidad es tu mejor defensa. Un jardín con variadas especies vegetales, alturas y floraciones continuas resulta mucho más resistente que uno con muchos individuos de la misma especie.
¿Qué prácticas culturales reducen el riesgo de plagas?
La prevención empieza antes de que aparezca el problema y en jardinería siempre va a ser nuestra mejor herramienta. Una de las estrategias más eficaces es la rotación de cultivos, que si quieres llevarla a cabo te recomienda que leas el artículo que tenemos al respecto. La clave de este sistema es no plantar cada año lo mismo en el mismo sitio, ya que de manera que es más fácil que evitemos las plagas y enfermedades se acumulan en el suelo. En macetas y huertos urbanos el razonamiento es el mismo, es buena idea alternar especies para ayudar a romper los ciclos de los insectos.
Otra medida muy útil es la asociación de plantas. Algunas especies se protegen a sí mismas y a las de alrededor, por lo que podríamos tomarlas como especies barrera. Por ejemplo, el ajo y la cebolla repelen pulgones y trips, mientras que la albahaca ayuda a mantener a raya a los mosquitos cerca del tomate. Si pensamos en cuidados que nosotros mismos podamos proporcionar a nuestro jardín sin duda el riego es el factor clave. Las plantas estresadas por exceso o falta de agua son más vulnerables a plagas, por lo que un riego por goteo bien ajustado y la cobertura del suelo con acolchados son herramientas muy poderosas para mantener la humedad sin favorecer la aparición de hongos.
Como habitualmente os comento, la mejor herramienta para un aficionado a la jardinería es un paseo diario por nuestro jardín. Esto nos permite detectar los primeros síntomas de una plaga antes de que estos se descontrolen. Por ejemplo hojas enrolladas, melaza, pequeños agujeros o cambios de color son síntomas que nos deben activar todas las alarmas. Actuar a tiempo con métodos suaves, como el uso de jabón potásico, evita tener que recurrir a medidas drásticas después que pueda poner en riesgo los aliados autóctonos de nuestro jardín.
Como has podido ver, controlar plagas sin químicos no es solo una técnica: es una forma de mirar y entender nuestro jardín como un sistema vivo. Si damos espacio a los aliados naturales, fomentamos la diversidad vegetal y llevamos a cabo los cuidados adecuados podremos evitar muchas de las plagas más habituales.