En este artículo hablaremos sobre qué es la simbiosis, que tipos existen y expondremos
algunos ejemplos muy importantes que deberíamos potenciar en nuestro jardín para lograr un
mejor desarrollo de nuestras plantas.
¿Qué es la simbiosis?
La simbiosis es una interacción muy íntima de diferentes especies (vegetales o no) que beneficia, al menos, a uno de sus integrantes. A cada uno de los individuos que componen esta relación se les conoce como simbiontes.
Existen muchos tipos de simbiosis. Algunas relaciones simbióticas se inician directamente
en el nacimiento, momento en que ocurre una transferencia de esta relación desde los
progenitores del simbionte.
Otras relaciones simbióticas deben desarrollarse tiempo más tarde a
partir de interacciones con el ambiente. También, hay simbiosis obligadas, en las que los
individuos no pueden sobrevivir sin esa relación; y también facultativas, en las que, aunque la
simbiosis ayuda a la supervivencia, no es un requisito indispensable.
En función del tipo de
simbiosis, esta será más o menos beneficiosa y necesaria para los organismos que la componen.
Aunque la simbiosis se da en una gran variedad de formas de vida, nos enfocaremos en las que
afectan a las plantas y, en mayor o menor medida, en las que afectan a su salud.
¿Qué tipos de simbiosis hay?
Dependiendo de si cada uno de los simbiontes se beneficia o se ve perjudicado por esta interacción, encontramos diferentes tipos de simbiosis:
Mutualismo
Es la simbiosis más famosa, en la que todos los participantes se ven beneficiados de la interacción. Un claro ejemplo son los insectos polinizadores y las plantas que son polinizadas por ellos, ya que los primeros obtienen alimento y la planta, a cambio, se reproduce, por lo que ambos se ven beneficiados.
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Parasitismo
Es una relación simbiótica en la que uno de los simbiontes, el parásito, se ve beneficiado, mientras que el otro simbionte, el huésped, se ve perjudicado. Cualquier tipo de plaga que podamos imaginar que afecta a nuestro jardín es un ejemplo.
Comensalismo
En este caso, uno de los simbiontes sí se ve beneficiado, mientras que el otro no, ni de forma positiva ni negativa.
Un ejemplo es la relación entre lombrices y plantas: mientras que para el cultivo de plantas es beneficiosa la presencia de lombrices debido a que fertilizan el suelo y crean conductos por los que el agua fluye mejor, para la lombriz la presencia de una planta cercana, ni le beneficia ni le perjudica.

¿Qué simbiosis pueden ser beneficiosas en nuestro jardín?
Además de la presencia de lombrices y polinizadores que ya hemos comentado, hay muchas otras realmente importantes que pueden hacer que las plantas de nuestro jardín estén mucho más saludables, y que no suelen ser tan nombradas debido a la dificultad de diferenciar entre los simbiontes.
Conocerlas puede ser muy útil para potenciarlas. Algunos ejemplos son:
Las micorrizas
Se conoce con micorrizas a las relaciones simbióticas que se crean entre los hongos y las raíces de las plantas vasculares, siendo fundamentales sobre todo durante el crecimiento de la planta.

Se trata de una simbiosis mutualista, ya que ambas especies se ven beneficiadas: las raíces producen elementos como azúcares, aminoácidos, ácidos grasos y otras sustancias orgánicas que benefician a los hongos, mientras que estos convierten los minerales del suelo y materias en descomposición en formas asimilables por las raíces de la planta y aumentan enormemente su superficie de absorción. Fascinante, ¿verdad?
El desarrollo de esta relación simbiótica ayudará a las plantas de nuestro jardín, puesto que mejora la absorción de agua, fósforo y nitrógeno. Además, la presencia de estos hongos ayuda a impedir la presencia de hongos patógenos y ayuda a producir efectos hormonales sobre las raíces en las que se encuentran, lo que favorece el desarrollo de la planta.
Para facilitar su presencia en nuestro jardín podemos inocularlas de diferentes maneras, mediante sustratos con propágalos inefectivos, suspensiones, pastas, geles, pellets con semillas... de manera que se asienten en las raíces y potencien su crecimiento.
Bacterias Rhizobium
Una de las simbiosis fundamentales en cualquier ecosistema es la que ocurre entre algunas plantas y bacterias.
Contrario a lo que muchas personas creen, la presencia de bacterias en nuestras plantas no tiene por qué significar un signo de enfermedad, si no que puede ser especialmente beneficioso, tanto para la planta como para el resto del ecosistema, como vemos en este caso.

Se trata de una relación simbiótica que surge entre algunas bacterias del género Rhizobium y las raíces de algunas plantas de la familia de las leguminosas (fabáceas) que permite a las bacterias poder fijar nitrógeno de la atmósfera mientras se encuentran en el interior de los nódulos radiculares, unas estructuras vegetales que las aíslan del oxigeno ambiental. De esta manera, enriquecen el suelo de nitrógeno, un nutriente particularmente escaso, lo que favorece a la planta leguminosa y al resto del ecosistema, sobre todo si los suelos son pobres en nutrientes.
Los líquenes
El liquen es el ejemplo de simbiosis llevado al extremo, ya que aunque solemos tratarlo como una especie, en realidad es el producto de la convivencia extrema entre un hongo (micobionte) y un alga (ficobionte).
Mientras que el hongo protege a la alga de la desecación y de la radiación solar, esta última le proporciona alimento mediante la fotosíntesis, por lo que es un organismo todoterreno, capaz de colonizar ambientes muy diversos y resistir las peores condiciones climáticas.

Existe la creencia de que los líquenes son parásitos de las plantas y que, al aparecer en estas, su salud se debilita, pero nada más lejos del verdadero motivo de esta relación, siendo este que, cuando la planta comienza a debilitarse, aparecen más fácilmente los líquenes sobre su superficie, ya que las condiciones del tronco son mas apropiadas, sin empeorar ni mejorar el estado de salud de la misma; es más, su presencia puede servirnos como un indicador de alerta. Sin embargo, la existencia de líquenes en nuestro jardín puede embellecer enormemente las plantas que cultivamos. ¿Habéis contemplado alguna vez la posibilidad de incluir su cultivo en vuestro jardín?
Preguntas que te pueden interesar sobre la simbiosis
En un mundo en continuo cambio, ¿cómo puede ocurrir las simbiosis? ¿cuál es la hipótesis de la Reina Roja?
Esta es probablemente una de las hipótesis biológicas más bonitas y que explica, entre otras cosas, cómo puede perdurar una simbiosis en el tiempo. Toma su nombre del personaje homónimo de la obra A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, que gobierna un país en continuo movimiento, por lo que los habitantes deben correr lo más rápido que puedan simplemente para permanecer en el mismo sitio.
Durante una simbiosis nos encontramos a dos o más especies diferentes que interactúan entre sí, y que, como el resto de especies, están sometidas a cambios adaptativos continuos, lo que conocemos como evolución.

El problema es que si una de ellas evoluciona más rápido que la otra, se corre el riesgo de cambiar lo suficiente como para que esa simbiosis no pueda seguir llevándose a cabo. Para que dos individuos puedan mantenerse en el tiempo en esa relación tan íntima que es la simbiosis, debe cumplirse la hipótesis de la Reina Roja: deben co-evolucionar, no solo para mantener el statu quo con el entorno, si no también con su compañera simbiótica. Deben evolucionar a la vez, cambiar a la vez, para que nada cambie.
Como habéis podido comprobar, la simbiosis en el mundo vegetal es increíblemente apasionante. Existen muchos más ejemplos que los que se han comentado en este artículo, y algunos tienen implicaciones fundamentales para el cultivo de determinadas especies. Estamos seguros de que la próxima vez que observéis a la naturaleza lo haréis a través de otros ojos: los de la cooperación.