Ya no es solo la procesionaria: esta planta pone en riesgo a tu perro en verano

El mayor problema de las espigas no es su aspecto, sino su forma.
El mayor problema de las espigas no es su aspecto, sino su forma.

No cabe duda de que nuestros queridos perros disfrutan al máximo de los paseos en primavera y verano. Olfatear cada rincón, correr entre la hierba, revolcarse felices en el suelo... todo parece bonito hasta que una amenaza silenciosa hace acto de presencia. Y no, en este caso no es la oruga procesionaria, sino algo más discreto, pero igual de peligroso: las espigas secas de gramíneas.

Esta planta es conocida por poner en jaque la salud de nuestros perros cada verano. Ahora ya lo sabes. Aunque puedan parecer del todo inofensivas, estas pequeñas estructuras de origen vegetal tienen forma de aguja y una gran capacidad para engancharse en el pelo de los animales y avanzar dentro del cuerpo. La típica planta seca que parece que no hace nada.

Muchos veterinarios de toda España alertan cada año del repunte de casos durante los meses cálidos, y los testimonios de los dueños afectados así lo corroboran.

Están en todas partes: solares, parques, caminos de tierra, incluso en jardines urbanos mal mantenidos.
Están en todas partes: solares, parques, caminos de tierra, incluso en jardines urbanos mal mantenidos.

Una aguja camuflada entre la hierba

Hay que señalar que el mayor problema de las espigas no es su aspecto, sino su forma. En realidad, son como una especie de arpón vegetal: afiladas en la punta, con pelillos que solo permiten avanzar hacia delante.

¿El resultado? Una vez que se clavan, siguen su camino dentro del cuerpo del animal, como si fuesen una flecha sin freno.

Y como no podía ser de otra forma, los síntomas no siempre aparecen al momento. Puede que tu perro cojee sin razón aparente, que empiece a rascarse una oreja con insistencia o que se sacuda la cabeza como un loco.

En ocasiones, no hay ni rastro de herida, solo una pequeña inflamación o molestia que con el tiempo va a más.

Pero hay que tener una cosa muy clara. Cuando la espiga está ya dentro, solo hay una solución: la intervención veterinaria.

El caso de Martha y su perro operado por una espiga

Una de las personas que más ha dado visibilidad a este problema es Martha, conocida como @marthathedogmom en redes sociales. Seguro que la conoces, ¿verdad? En caso contrario, anímate a seguirla, sus shorts y reels son de gran interés.

Dentro del contenido que comparte, relacionado con la vida de sus perros, destaca una publicación en la que cuenta cómo uno de ellos tuvo que ser operado tras desarrollar un granuloma, provocado por una espiga que no fue detectada a tiempo.

Martha señala que tras un paseo aparentemente normal, su perro comenzó a rascarse con cierta insistencia. Lo que en un principio parecía una molestia sin importancia, acabó siendo una espiga clavada bajo la piel: No la vimos hasta que el veterinario encontró la inflamación. Tuvo que entrar a quirófano para sacarla, relata.

Desde esa ocasión, revisa a fondo a sus peludos cada vez que pasean por zonas con mucha vegetación: Entre las pezuñas suelo sacar varias espigas después de cada paseo, también entre las almohadillas. Y si se rascan mucho, lo primero que hago es buscar una espiga, asegura.

No hay que entrar en pánico... pero sí estar atentos

Aunque no todas las espigas van a causar problemas. ¿El motivo? El sistema inmune del perro es capaz de identificar el cuerpo extraño y reaccionar a tiempo. Lo que no significa que podamos relajarnos, claro. Sería suficiente con que una sola espiga atraviese la piel o acabe en el oído, para desencadenar una infección seria.

Hay zonas especialmente delicadas, como bien pueden ser la nariz, los ojos o el canal auditivo. Lugares en los que el acceso es complicado y donde una espiga o ramita es capaz de provocar bastante daño sin apenas dejar rastro.

Evita zonas con vegetación alta y seca, principalmente en pleno verano.
Evita zonas con vegetación alta y seca, principalmente en pleno verano.

Cómo evitar disgustos sin renunciar a los paseos

Si bien no existe un método infalible, hay formas de reducir el riesgo. Toma nota:

  • Evita zonas con vegetación alta y seca, principalmente en pleno verano.
  • Cuando llegues a casa después del paseo de rigor, revisa siempre a tu perro: orejas, patas, axilas, barriga...
  • En el caso de que tenga el pelo largo, un buen cepillado después del paseo puede ser interesante.
  • Y si percibes que se rasca más de la cuenta, cojea o sacude la cabeza sin un motivo claro, es mejor prevenir y pasar consulta con el veterinario.

La planta más discreta, pero la que más sustos da

Es probable que las espigas no tengan la mala fama de la oruga procesionaria ni el aspecto un tanto intimidante de otras plantas tóxicas para las mascotas.

Pero en los meses de calor, son una de las causas más habituales relacionadas con las urgencias veterinarias. ¿Y lo peor de todo? Están en todas partes: solares, parques, caminos de tierra, incluso en jardines urbanos mal mantenidos.

Por tanto, si tu perro este verano vuelve de dar un paseo con cara de felicidad absoluta, no te fíes para nada. Echa un vistazo a fondo, porque puede que se haya traído consigo un invitado vegetal con muy malas intenciones. Dicho queda.

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