¿Quién era Nacho y por qué le puso su nombre a este aperitivo?
Cultura gastronómica
Ignacio Anaya improvisó un snack que acabó dándole la vuelta al mundo

Cuando pensamos en nachos, nos viene a la mente un plato perfecto para compartir: crujientes, sabrosos y cargados de queso. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué se llaman así?
La respuesta no tiene nada que ver con un tipo de queso ni con un término azteca, sino con una historia real y un cocinero mexicano que supo improvisar con lo que tenía a mano para no dejar sin comer a unas clientas.
Un día cualquiera en la frontera
Corría el año 1943 en Piedras Negras, una ciudad fronteriza en el estado de Coahuila, México, justo frente a Eagle Pass (Texas, EE.UU.). En el Club Victoria, un restaurante local muy frecuentado por soldados y esposas de militares estadounidenses, trabajaba Ignacio Anaya, conocido por todos como 'Nacho'.
Una tarde, un grupo de clientas habituales llegó al restaurante fuera del horario de cocina. Querían algo de picar, y Nacho, que no quería dejarlas sin atender, se las ingenió con lo que tenía a mano: cortó tortillas en triángulos, las frió hasta dejarlas bien crujientes, les puso queso rallado por encima y las gratinó.
Para darles un toque picante, añadió unas rodajas de jalapeño. El resultado fue un éxito inmediato.
'Nacho’s especiales': así nació un clásico
Cuando las clientas le preguntaron qué acababan de comer, Ignacio respondió con naturalidad: 'Nacho’s especiales'. El nombre se mantuvo en la carta y pronto otros restaurantes de la zona empezaron a ofrecer su versión del plato.
Años después, cuando el platillo cruzó la frontera y comenzó a ganar popularidad en Texas, su nombre se acortó simplemente a 'nachos'.
Lo que empezó como una solución improvisada con tres ingredientes básicos, se convirtió en uno de los snacks más icónicos del mundo.

¿Por qué Nacho si se llamaba Ignacio?
En los países hispanohablantes, es muy común usar apodos cariñosos o abreviados, y 'Nacho' es una forma afectuosa y popular de referirse a Ignacio.
Nadie sabe con certeza de dónde viene este diminutivo, pero se ha mantenido durante siglos como uno de los más comunes en el mundo hispano.
Así que cuando Ignacio Anaya preparó aquel plato en 1943, no pensaba que su apodo acabaría dando nombre a una receta mundialmente famosa.
Del Club Victoria al mundo entero
El éxito de los nachos fue imparable. En 1976 se inventó una versión con queso fundido de tipo industrial para vender en estadios de béisbol, lo que disparó aún más su fama en Estados Unidos.
Hoy se comen nachos en restaurantes tex-mex, bares, cines, ferias y casas de todo el mundo. Se les añade carne, guacamole, frijole y crema agria pero la esencia sigue siendo la misma: tortillas crujientes, queso y ese toque picante que los hace irresistibles.
Un homenaje bien merecido
En 1995, en Piedras Negras se inauguró una placa en honor a Ignacio Anaya, y desde entonces cada 21 de octubre se celebra el Día Internacional del Nacho.
Ignacio falleció en 1975, sin patentar su creación ni recibir grandes beneficios. Pero su legado vive en cada bandeja de nachos que se comparte entre amigos.

¿Cómo preparar los nachos perfectos?
Si quieres hacerlos en casa y acercarte al sabor original, lo ideal es usar tortillas de maíz (no de trigo) cortadas en triángulos y fritas o tostadas al horno para que queden crujientes. Aunque hoy puedes comprar totopos ya listos en cualquier supermercado, hacerlos caseros les da un punto extra.
El queso es otro punto clave: lo más parecido al original sería un cheddar suave, aunque también puedes usar mezcla de quesos tipo Tex-Mex, Monterey Jack o incluso mozzarella si buscas un fundido perfecto.
¿Y qué más no puede faltar? Jalapeños en rodajas, por supuesto. Pero si quieres llevarlos a otro nivel, puedes añadir guacamole, pico de gallo, frijoles refritos o carne picada sazonada.
En este paso a paso de totopos con guacamole casero de Karlos Arguiñano tienes una receta sencilla y sabrosa para empezar.
¡Y ahora solo queda preparar los tuyos, compartirlos y disfrutar!