Qué es el tomate feo de Tudela y por qué todo el mundo lo busca en verano
Huerta navarra
El tomate con más carácter: feo, sabroso y 100% navarro

En un rincón de la Ribera navarra, concretamente en Tudela, hay un producto que ha roto con todos los estándares de belleza del supermercado. No es brillante ni redondo, ni mucho menos fotogénico. Pero cada verano, el llamado tomate feo de Tudela se convierte en la estrella de la huerta. Su secreto está en lo que importa de verdad: un sabor profundo, carnoso y auténtico, de esos que te transportan a los tomates de antes.
Puede que su aspecto no lo convierta en el más popular del lineal, pero en cuanto lo pruebas, ya no quieres otro. Y eso lo saben bien los cocineros de la zona y los visitantes que, cada año, lo descubren por casualidad.
El feo que enamora
El tomate feo de Tudela es una variedad autóctona conocida como 'marmande’ y cultivada sobre todo en la Ribera del Ebro, en Navarra.
Se reconoce a la legua: es de gran tamaño (entre 500 a los 800 gramos), muy irregular, con surcos marcados y tonos que van del verde al rojo anaranjado. Su aspecto puede echar para atrás al principio, pero basta un corte para cambiar de opinión. Poca semilla, mucha pulpa y un sabor que mezcla notas dulces y ácidas con una intensidad que cuesta encontrar en los tomates comerciales. Por eso muchos lo consideran un tomate 'de verdad', el que recuerda al que cultivaban los abuelos en la huerta.
De hecho, los expertos recomiendan comerlo solo, con un chorrito de buen aceite de oliva virgen extra y, como mucho, una pizca de sal. Así, sin adornos, demuestra por qué ha conquistado tantos paladares.

Solo en verano (y no todo el verano)
Uno de los secretos de su éxito es su estacionalidad real. No se cultiva en invernadero ni se encuentra todo el año: el tomate feo de Tudela es 100% de temporada y solo se puede disfrutar entre finales de junio y principios de septiembre, dependiendo del clima.
Su cultivo es tradicional, al aire libre y con técnicas que respetan el ritmo natural de la planta. Por eso, cuando llega julio, los mercados del norte de España (especialmente en Navarra, La Rioja y País Vasco) se llenan de clientes fieles que preguntan '¿ya ha salido el feo?'. Y cuando llega, vuela.
El mejor consejo para comerlo: nada de nevera. Déjalo a temperatura ambiente.
¿Por qué tiene tanto sabor?
A diferencia de los tomates de cultivo intensivo, que priorizan el aspecto y la resistencia en el transporte, el tomate feo de Tudela prioriza el sabor y la textura. La planta crece con tiempo, al sol y en tierra fértil, y los frutos se recogen en su punto justo de madurez.
Eso se nota en cada bocado: jugoso, con matices dulces y ácidos perfectamente equilibrados, ideal para ensaladas, tostadas, gazpachos o simplemente solo.
Además de su sabor, el tomate feo de Tudela es una fuente natural de licopeno, un antioxidante que ayuda a proteger las células del envejecimiento y puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También aporta vitamina C, potasio y fibra, lo que lo convierte en un alimento ligero, nutritivo y muy completo.
Curiosamente, el licopeno se absorbe aún mejor cuando el tomate se cocina, así que también es perfecto para preparar salsas, cremas o asados. Aunque, sinceramente, pocos se resisten a tomarlo en crudo.

Un símbolo de la identidad de Tudela
Detrás de este tomate hay mucho más que sabor. Hay cultura hortelana, trabajo artesanal y un vínculo muy estrecho con el territorio. En Tudela, su cultivo ha sido parte de la vida cotidiana durante generaciones. No se trata solo de producir, sino de preservar una variedad que forma parte del patrimonio local.
Tanto es así, que la ciudad celebra cada año, en septiembre, el Día del Tomate Feo, una jornada festiva en la que se premia no solo al tomate más sabroso, sino también al más peculiar. Un homenaje a la imperfección natural y al esfuerzo de quienes siguen cultivando como antes.
Aunque su origen es humilde, hoy el tomate feo de Tudela también es una estrella en la alta cocina. Chefs de prestigio lo incluyen en sus menús de temporada, y restaurantes de producto lo ofrecen como entrante estrella, con poco más que aceite, cebolla encurtida o ventresca.
También ha dado el salto a mercados gourmet de Madrid y Barcelona, y cada vez más cocineros caseros lo buscan por su sabor auténtico, alejado del tomate de supermercado.
En un mundo donde todo parece tener que ser perfecto, este tomate recuerda que lo auténtico no necesita filtros. Y que lo feo, a veces, es lo más sabroso.