Trucos para montar una tabla de quesos que sorprenderá a todos

Pasión quesera

Elige bien, combina con estilo y sirve como un auténtico experto

Selección de quesos blandos, azules y curados con frutos secos y uvas: la presentación ideal para sorprender a tus invitados.
Selección de quesos blandos, azules y curados con frutos secos y uvas: la presentación ideal para sorprender a tus invitados. | Freepik

Pocas cosas triunfan tanto en una comida informal, un picoteo con amigos o una cena especial como una buena tabla de quesos. Es ese centro de mesa irresistible que invita a compartir, picar y comentar cada bocado.

Pero no basta con poner cualquier trozo de queso en un plato. Una tabla bien pensada combina sabores, texturas, colores y acompañamientos para crear una experiencia gourmet en casa. Aquí tienes la guía para montar la tabla de quesos perfecta, paso a paso y sin complicaciones.

Elige una buena variedad: el corazón de la tabla

El mayor error al preparar una tabla de quesos es quedarse corto en variedad. La clave está en ofrecer contraste:

  • Origen de la leche: combina vaca, cabra y oveja para sabores distintos.
  • Textura: mezcla quesos blandos, semicurados y duros.
  • Intensidad: incluye desde opciones suaves y cremosas hasta otras más potentes y saladas.

Ejemplo de combinación equilibrada:

  • Brie o camembert: cremoso y suave.
  • Manchego curado: sabor intenso y textura firme.
  • Queso azul: potente y salado.
  • Queso de cabra fresco: ácido y ligero.

Así consigues que cada invitado encuentre su favorito y que la cata sea divertida.

Tip: calcula entre 80 y 100 g de queso por persona si es aperitivo. Para una cena ligera, puedes subir un poco más.

Quesos curados y semicurados con nueces, uvas y miel: contraste de sabores dulces y salados para una experiencia gourmet.
Quesos curados y semicurados con nueces, uvas y miel: contraste de sabores dulces y salados para una experiencia gourmet. | Freepik

Acompañamientos: el toque que marca la diferencia

Una buena tabla de quesos no vive solo de queso. Los acompañamientos son el secreto para equilibrar sabores y sorprender. Aquí tienes los básicos:

  • Frutas frescas: uvas, higos, rodajas de manzana o pera. Aportan jugosidad y contraste dulce.
  • Frutos secos: nueces, almendras, avellanas o pistachos para dar crujiente y sabor tostado.
  • Frutas deshidratadas: orejones, dátiles o pasas, perfectos con quesos fuertes.
  • Mermeladas, membrillo o miel: un toque dulce para quesos intensos o azules.
  • Aceitunas o encurtidos: para aportar acidez y romper la grasa del queso.
  • Panes y crackers variados: pan rústico, integral, con semillas, crackers finos o grisines.

Piensa siempre en el equilibrio: lo dulce suaviza quesos salados, lo ácido limpia el paladar y lo crujiente resalta la cremosidad.

Idea extra: presenta los acompañamientos en pequeños cuencos o repartidos de forma armónica por la tabla para que luzca más bonita.

Cómo cortar los quesos: el arte de hacerlo bien

Aquí está el toque profesional. No todos los quesos se cortan igual, y saber hacerlo bien no solo queda más bonito, también ayuda a disfrutarlos mejor:

  • Quesos duros (manchego, parmesano): córtalos en cuñas finas o lascas. Los muy curados, en pequeños trozos irregulares.
  • Semicurados (gouda, edam): cubos o triángulos para pinchar fácil.
  • Blandos y cremosos (brie, camembert): córtalos como una tarta, en porciones radiales desde el centro. Así todos tendrán corteza y centro cremoso.
  • Azules (roquefort, gorgonzola): sirve en trozos irregulares o incluso cucharadas si son muy cremosos.
  • Quesos frescos (mozzarella, burrata): rodajas gruesas o enteros en un plato aparte, con un chorrito de aceite de oliva.
  • Untables: en pequeños cuencos o tarros con cuchillos de untar.

Tip: usa un cuchillo distinto para cada tipo de queso o límpialo bien entre cortes para evitar mezclar sabores.

Tip pro: respeta el orden de sabores

Siempre sirve y come los quesos del más suave al más fuerte. Empieza con los frescos o cremosos de sabor delicado (como brie o queso fresco), sigue con semicurados y duros (manchego, gouda) y termina con los azules o muy curados. Así evitas que los sabores intensos dominen el paladar demasiado pronto.

Montaje: tu tabla como obra de arte

Aquí es donde puedes dar rienda suelta a tu creatividad. Un montaje bien pensado no solo es más atractivo, también guía a los invitados en la cata:

  • Coloca los quesos de más suave a más intenso, en sentido horario o en franjas, para sugerir un orden de degustación.
  • Alterna colores y formas para que la tabla sea vistosa.
  • Rellena huecos con frutas, frutos secos, mermeladas o encurtidos para dar volumen y contraste de color.
  • Usa tablas de madera, pizarras o bandejas grandes. Incluso puedes usar varios platos si no tienes una tabla grande.

Idea decorativa: añade ramitas de romero, flores comestibles o hierbas frescas para un toque aún más bonito y aromático.

Tabla de quesos variados con almendras y vino blanco: combina texturas suaves y curadas para un maridaje elegante.
Tabla de quesos variados con almendras y vino blanco: combina texturas suaves y curadas para un maridaje elegante. | Freepik

El momento de servir: temperatura y maridaje

El mejor queso se disfruta a la temperatura adecuada. Sácalo de la nevera unos 30 a 40 minutos antes de servir para que se atempere y libere sus aromas.

Maridaje sugerido:

  • Vinos blancos ligeros o espumosos para quesos frescos y suaves.
  • Tintos jóvenes para curados.
  • Vinos dulces o generosos para quesos azules.
  • Cervezas artesanas con cuerpo o ligeras según el queso.
  • Alternativas sin alcohol: kombucha, zumos naturales o infusiones frías.

Si quieres profundizar más, aquí tienes una idea perfecta para sorprender: cinco txakolis de Getaria para cinco quesos, una opción original y que combina de maravilla.

Con estos consejos, tu tabla de quesos pasará de ser un simple aperitivo a una propuesta cuidada y sofisticada.

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