Bimi: qué es y cómo usarlo en la cocina
Cocina saludable
El brocolini que conquista cada vez más cocinas
Un cruce vegetal con mucho potencial culinario
El bimi, también conocido como broccolini, es el resultado de un cruce natural entre el brócoli y una col oriental llamada kai-lan. Surgió en Japón en los años 90 con la intención de crear una verdura más versátil, de sabor suave y con mejor aprovechamiento que el brócoli convencional. El experimento fue un éxito: el bimi no solo se puede comer entero, sino que tiene un sabor más dulce, una textura más tierna y un aspecto muy atractivo.
A lo largo de los años, su cultivo se ha extendido a países como Reino Unido, Estados Unidos o Australia. En España, se cultiva sobre todo en zonas cálidas como Murcia o Andalucía, donde las condiciones de sol y temperatura favorecen su crecimiento. Esta verdura necesita suelos bien drenados, exposición solar directa y riego regular, aunque sin encharcamiento. Su ciclo de cultivo es relativamente corto, lo que permite varias cosechas al año.
La recolección se realiza de forma manual, cortando los tallos antes de que las flores comiencen a abrirse. Esto garantiza su ternura y ese sabor característico que lo ha hecho tan popular en la cocina moderna. Gracias a su resistencia y facilidad de manejo, cada vez más agricultores apuestan por su cultivo como alternativa rentable y sostenible
Brócoli y bimi: mismo origen, diferentes usos en cocina
Aunque pertenecen a la misma familia, brócoli y bimi tienen personalidades muy distintas en la cocina. El brócoli es más rotundo, con un sabor amargo característico y una textura densa que lo hace ideal para cremas o cocciones largas. El bimi, en cambio, es más ligero, más delicado y mucho más fácil de preparar.
Su forma estilizada y su sabor más suave hacen que el bimi sea perfecto para platos más rápidos y vistosos. Además, no hay que pelarlo ni desechar partes duras: todo se aprovecha. Y aunque su precio suele ser algo más elevado, cunde más de lo que parece y no necesita salsas ni elaboraciones complicadas para destacar.
En cuanto a su valor nutricional, ambos son alimentos muy completos, pero con diferencias importantes. El brócoli es muy rico en vitamina C y fibra, mientras que el bimi destaca por su mayor contenido en vitaminas C, B6, E y también D, algo poco habitual en verduras. Además, contiene minerales como calcio, hierro, manganeso, potasio, zinc y cobre. Su aporte de ácido fólico, fibra y proteínas lo hace especialmente interesante para quienes buscan alimentos saciantes, fáciles de digerir y compatibles con una dieta baja en carbohidratos.
El bimi también es una fuente notable de glucosinolatos y carotenoides, dos tipos de compuestos antioxidantes naturales que han sido estudiados por su potencial para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. También aporta una cantidad destacable de vitamina C, un nutriente clave para fortalecer el sistema inmunológico y proteger frente a infecciones. Esta característica, junto con su perfil de minerales y antioxidantes, lo convierte en un aliado para una dieta completa y equilibrada.
Aunque se trata de un alimento muy interesante desde el punto de vista nutricional, tiene alguna contraindicación ya que se desaconseja un consumo excesivo en casos de hipotiroidismo, al contener compuestos naturales que podrían interferir con la absorción de yodo. Y como ocurre con otros vegetales ricos en vitamina K, conviene tener precaución si se está en tratamiento con anticoagulantes.
Usos del bimi en la cocina: cómo prepararlo y con qué combinarlo
El bimi es una de esas verduras que elevan cualquier elaboración, por sencilla que sea. Tiene un tallo largo y delicado, con una pequeña "cabeza" de ramillete similar al del brócoli, pero más pequeño. Se cocina en apenas unos minutos y no hace falta pelarlo ni cortarlo: se aprovecha entero.
Lo que lo hace tan especial en la cocina es su capacidad para adaptarse a distintas preparaciones y técnicas de cocción, conservando siempre su textura firme y un sabor agradable que no eclipsa al resto del plato. Puede cocinarse al vapor durante unos minutos para mantener su color verde brillante y su crujido característico; saltearse en wok o sartén con un poco de aceite de oliva para añadirlo a un salteado asiático; o asarse al horno con especias para que caramelice ligeramente en los bordes. También se puede preparar en tempura para ofrecer un contraste crujiente o, incluso, servirse crudo en carpaccios vegetales o ensaladas templadas.
Pero lo más destacable en cocina es su sabor suave, ligeramente dulce, que combina de maravilla con ingredientes como queso de cabra, parmesano, frutos secos tostados, pescados blancos a la plancha o incluso mariscos. También es un excelente acompañante para huevos escalfados, carnes blancas o arroces de estilo mediterráneo. Es esa clase de verdura que no necesita disfrazarse, pero que realza cualquier combinación con la que se le asocie. Un buen ejemplo es este plato de bimi con tagliatelle, donde acompaña a la pasta de forma sencilla y deliciosa, aportando textura, color y equilibrio.
Cuándo está más sabroso y cómo elegir el mejor bimi
Aunque el bimi está disponible durante buena parte del año, entre otoño y primavera es cuando alcanza su mejor momento. En esos meses, el crecimiento es más lento por el frío lo que favorece una textura más firme y un sabor más concentrado.
Cuando vayas a comprarlo, busca tallos rectos y tersos, de un color verde brillante y sin manchas amarillentas. Las cabezuelas deben estar cerradas, sin señales de florecimiento. Si cruje al doblarlo suavemente, está fresco. Y si tienes dudas, pide que te lo enseñen: es un producto que entra por los ojos.
En casa, se conserva bien en la nevera durante varios días si lo envuelves en papel o en una bolsa perforada. Lo ideal es cocinarlo cuanto antes para disfrutar de todo su sabor y textura.
Desde chefs con experiencia en alta cocina hasta plataformas gastronómicas y creadores digitales, el bimi ha encontrado su hueco en platos sofisticados y en recetas rápidas del día a día. Su textura y sabor lo convierten en la estrella ideal para platos principales, guarniciones, pizzas o tartas saladas. Y, por supuesto, destaca en propuestas vegetarianas o innovadoras. Si a eso le sumamos que es saludable, sostenible y cada vez más accesible, tenemos un ingrediente perfecto para quienes disfrutan comiendo bien.