La Vuelta Ciclista llega a Valladolid: 10 sabores que tienes que probar sí o sí
Etapa gastronómica
Pinchos creativos, lechazo al horno y vinos de prestigio: el sabor más auténtico de la ciudad del Pisuerga

Este 11 de septiembre la Vuelta Ciclista a España convierte a Valladolid en protagonista del día. Pero más allá de la emoción deportiva, la ciudad y su provincia esconden otra carrera paralela, esta vez por el paladar.
Platos tradicionales, pinchos de nivel mundial, dulces con siglos de historia y vinos que son referentes internacionales hacen que Valladolid sea mucho más que una meta ciclista: es una auténtica capital gastronómica.
Platos imprescindibles de la cocina vallisoletana
Lechazo asado al horno de leña
El plato más emblemático. El cordero lechal, de menos de un mes y alimentado solo con leche materna, se asa lentamente en horno de leña, con manteca y sal, hasta conseguir una carne tierna y una piel crujiente. Una experiencia que todo visitante debería vivir.

Sopa de ajo: el calor del invierno en cazuela de barro
Ideal para los días fríos, la sopa de ajo se sirve en cazuela de barro, este plato humilde a base de pan, ajo, pimentón y huevo cuajado es un auténtico abrazo culinario que sigue siendo emblema de la cocina castellana.
Patatas a la importancia
Un clásico que nunca pasa de moda: rodajas de patata rebozadas en huevo, guisadas en caldo con vino y cebolla. Las patatas a la importancia son una receta humilde pero sabrosa, que demuestra la riqueza de la cocina tradicional vallisoletana.

Lenteja pardina de Tierra de Campos (IGP)
Pequeña, sabrosa y de textura inconfundible, esta legumbre cuenta con Indicación Geográfica Protegida. Eleva a otro nivel los guisos de lentejas y garantiza autenticidad frente a variedades importadas.
Salchichas de Zaratán
Con ajo, orégano y pimentón, estas salchichas tienen un toque picante y un color rojizo característico. A finales de octubre en la Fiesta de la Salchicha, el pueblo de Zaratán se llena de fogatas y aroma a embutido asado.
Gallo turresilano de Tordesillas
Un guiso con gallo de corral, verduras y vino tinto que recupera una receta ancestral ligada al Tratado de Tordesillas. Desde 1994 se ha convertido en un emblema local que conecta historia y gastronomía.
Pinchos de lechazo en sarmiento: el sabor de Traspinedo
En la localidad vallisoletana de Traspinedo, el lechazo se disfruta de una forma diferente: en pinchos asados sobre sarmientos de vid. Esta técnica tradicional aporta un aroma inconfundible a la carne y convierte cada bocado en una experiencia única.

Los asadores del pueblo se han especializado en este plato, que se sirve en porciones pequeñas pero cargadas de sabor, siempre acompañado de buen pan y vino de la zona. Degustar un pincho de lechazo en Traspinedo es adentrarse en una de las costumbres más auténticas de la provincia, un ritual gastronómico que sigue atrayendo a visitantes año tras año.
Pan de Valladolid: el mejor compañero de mesa
El pan en Valladolid no es un simple acompañamiento: es todo un emblema. Desde 2004 cuenta con una Marca de Garantía que protege su elaboración y lo distingue de otros panes. Se caracteriza por una miga prieta, blanca y sabrosa, con poca humedad, lo que le da una textura firme y muy apreciada.

Su origen está ligado a los trigos candeales, cultivados tradicionalmente en la zona, y a un proceso artesanal de amasado y horneado que ha pasado de generación en generación. El resultado son piezas de pan que pueden adoptar distintos formatos, con greñados o cortes decorativos en la superficie que también forman parte de la identidad del producto.
Pinchos y tapas: Valladolid, capital mundial del bocado en miniatura
Si algo distingue a Valladolid, además de su cocina tradicional, son sus certámenes de pinchos y tapas. La ciudad acoge el Concurso Nacional de Pinchos y Tapas y el Campeonato Mundial, donde bares y cocineros compiten con creaciones tan originales como el célebre 'Tigretostón' de Los Zagales o las propuestas vanguardistas de Villa Paramesa, que brilla por su equilibrio entre cocina de vanguardia y raíces locales.

Otros nombres propios en este mapa de tapas son Don Bacalao, ganador en 2015 con su Lechazo Taj Mahal; Suite 22, vencedora en 2020 con el Corchifrito; o Jero, un clásico del centro con una barra repleta de pinchos tradicionales que nunca falla.
Aunque más reciente, Trasto se ha convertido en referente de la nueva generación de cocineros vallisoletanos con propuestas creativas que reinterpretan la tradición desde una mirada innovadora. En la última edición del Concurso Mundial de Tapas se llevó el máximo galardón al proclamarse campeón del mundo con su Pucela Roll (roll de hojaldre relleno de un guiso de lechazo, toque de curry japonés, demi-glace y pistachos) confirmando que la ciudad sigue siendo un referente de innovación gastronómica.

Y no solo es cuestión de concursos: recorrer los bares del centro y probar las croquetas de El Corcho o la sepia del Bar La Sepia son casi otra etapa obligatoria de la Vuelta.
Dulces con historia para cerrar etapa
Rosquillas de palo
Crujientes y con un inconfundible aroma a anís, estas rosquillas originarias de la comarca Tierra de Campos son perfectas con café. Se asocian a fiestas como el lunes de Pascua y aún hoy mantienen viva una de las tradiciones más dulces de la provincia.

Mantecados de Portillo (las 'zapatillas')
Con más de 500 años de historia, estos mantecados de forma elíptica, glaseados en blanco, son un símbolo de la repostería vallisoletana. Un bocado que conquista a cualquiera que se acerque al pueblo de Portillo.
Vinos de Valladolid: un brindis por la meta
Valladolid es tierra de vinos de prestigio mundial. Desde los tintos potentes de Ribera del Duero, pasando por los blancos frescos de Rueda, hasta los rosados de Cigales, cada copa es un viaje distinto por la provincia.

Valladolid, una meta gastronómica y accesible
Además de ser una parada imprescindible en la Vuelta Ciclista, Valladolid se ha consolidado como destino gastronómico gracias a su cercanía con Madrid: apenas una hora en AVE la separa de la capital. Una escapada perfecta para disfrutar de sus tapas, vinos y platos tradicionales en un solo día.
Hoy la Vuelta pone el foco en la ciudad, pero sería un error marcharse sin saborear sus platos. Gastronomía y ciclismo se encuentran en un recorrido paralelo que culmina en una misma meta: descubrir el sabor auténtico de la capital castellana.