El postre con nombre misterioso que solo encontrarás en Olivenza
Dulce extremeño
La Técula Mécula, un dulce conventual con más de 80 años de historia y símbolo de Extremadura

Olivenza es una localidad única. Situada en la provincia de Badajoz, a pocos kilómetros de Portugal, este pueblo de casas blancas y aire tranquilo ha sido durante siglos escenario de disputas fronterizas.
Hasta 1801 formó parte del territorio luso y, aunque hoy es oficialmente español, su biculturalidad se respira en cada esquina. Las calles conservan nombres en castellano y en portugués, las fiestas mantienen un aire común y, sobre todo, la gastronomía refleja esa mezcla de influencias.
Entre todo lo que se cocina y se endulza en esta villa, hay un pastel que destaca como símbolo indiscutible de Olivenza: la Técula Mécula. Un dulce conventual con nombre misterioso, receta secreta y fama de inimitable que cada año cobra especial protagonismo el 8 de septiembre, Día de Extremadura, cuando la región celebra su identidad y sus sabores más auténticos.
Un nombre con enigma
El origen de su nombre siempre ha intrigado a quien lo escucha por primera vez. La versión más aceptada lo relaciona con el portugués antiguo, donde 'técula mécula' significaría 'para ti, para mí'. Una metáfora perfecta para Olivenza, tierra compartida entre España y Portugal durante siglos y que hoy encuentra en este dulce su mejor representación gastronómica.
El secreto de un baúl
La historia de la Técula Mécula se remonta a los años 30, cuando un viajero portugués pagó su estancia en una fonda de Olivenza con un baúl lleno de enseres. Entre ellos había un recetario, y en sus páginas una tarta de almendra y yema de huevo que llamó la atención de Celestina Martínez, fundadora de la pastelería Casa Fuentes.
En 1942, la familia decidió abrir un obrador que se convertiría en referente. Ocho décadas después, la tercera generación sigue elaborando la Técula Mécula con la misma dedicación artesanal, manteniendo intacto el secreto que ha hecho de este postre un icono extremeño.

Ingredientes sencillos, resultado único
Aunque la receta exacta se guarda bajo llave, sí se conocen los ingredientes principales: almendra molida, yema de huevo, manteca de cerdo, azúcar y una base de hojaldre. De esa combinación sencilla surge un pastel dorado, cremoso y delicado que conquista a quien lo prueba.
El detalle definitivo está en su sello de identidad: cada tarta sale del obrador marcada con chocolate y la inscripción 'Técula Mécula-Casa Fuentes', garantía de autenticidad.

El emblema de Olivenza
Hoy en día, la Técula Mécula es más que un postre: se ha convertido en un souvenir gastronómico. Viajeros de toda España y Portugal incluyen en su visita a Olivenza la parada obligatoria en Casa Fuentes para llevarse un pedazo de este dulce como recuerdo.
Se elabora en distintos tamaños -grande, mediano y las populares miniteculitas- y es habitual en bodas, sobremesas familiares y celebraciones locales. Con el paso de los años, la tarta se ha consolidado como emblema de la ciudad y orgullo de quienes la han visto nacer y crecer.

Un dulce muy navideño
Aunque puede disfrutarse en cualquier época, la Técula Mécula vive su auge en Navidad. La almendra, su ingrediente estrella, la convierte en un bocado típico de estas fechas. Solo entre diciembre y enero, Casa Fuentes llega a vender más de la mitad de toda la producción anual, con miles de unidades que viajan desde Olivenza a diferentes rincones del país.
Biculturalidad en la mesa
La Técula Mécula no es un caso aislado. En Olivenza, la gastronomía refleja como pocas cosas la fusión de herencias española y portuguesa. A los guisos y quesos extremeños se suman dulces de tradición conventual lusa y platos humildes que han pasado de generación en generación.
Un buen ejemplo son las perrunillas, unas galletas artesanas elaboradas con manteca, huevo y un toque de anís, muy típicas de celebraciones y sobremesas familiares. Representan la repostería más casera y cercana, la que acompaña al café o al vino dulce en fiestas y reuniones.
Y en la parte salada, platos como las carillas estofadas, a base de legumbres cocinadas con mimo, muestran cómo la cocina extremeña aprovecha los productos de la tierra con resultados sencillos pero llenos de sabor.
En ese contexto, la Técula Mécula brilla como el mejor ejemplo de esta riqueza bicultural: un dulce nacido de un recetario portugués que hoy es orgullo extremeño y el símbolo gastronómico más reconocido de Olivenza.
Y si hay un día perfecto para descubrirlo, ese es el 8 de septiembre, Día de Extremadura, cuando la región se llena de orgullo, cultura y gastronomía. Porque hay dulces que trascienden generaciones, y este es uno de ellos: un bocado único, pensado para ti y para mí.