Cómo devolverle la vida a una lechuga que se ha quedado blanda
Truco casero
Este método no solo funciona con lechugas: también puedes aplicarlo a espinacas, acelgas o rúcula

¿Cuántas veces has abierto la nevera y te has encontrado la lechuga blanda? Lo normal es acabar tirándola, pero hay un truco sencillo para devolverle la frescura y recuperar ese crujido que tanto nos gusta en las ensaladas. Así podrás aprovechar las hojas que parecían perdidas.
La lechuga es una de las hortalizas más consumidas del mundo y probablemente la reina de las ensaladas. Pertenece a la familia de las compuestas y su nombre científico es Lactuca sativa.
Su característica más reconocible es la cantidad de agua que contiene -más del 90 % de su peso-, lo que la convierte en un alimento muy ligero y refrescante.
Además, es una fuente de fibra, vitaminas A, C y K, y minerales como el potasio o el magnesio, esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Existen muchos tipos de lechuga, cada uno con particularidades en sabor, textura y forma. La romana, de hojas alargadas y consistentes, es muy común en ensalada César.

La iceberg, crujiente y con forma redondeada, se usa mucho en bocadillos y hamburguesas. La batavia destaca por sus hojas rizadas, verdes o rojas, y un sabor ligeramente dulce.
También están la lollo rosso, con hojas rizadas de color morado; la hoja de roble, suave y delicada; y la francesa o trocadero, muy apreciada por su textura tierna.
Cuando se deshidrata, sus células pierden la presión que las mantiene firmes y las hojas se arrugan. No significa que esté en mal estado: basta con devolverle la hidratación que perdió para que vuelva a crujir.
El truco del agua fría para devolver la frescura a una lechuga blanda
El método más efectivo para recuperar una lechuga blanda es darle un baño en agua fría. Primero corta el tallo y separa las hojas. Después lávalas y sumérgelas en un bol con agua helada, mejor si añades unos cubitos de hielo.
Déjalas reposar al menos quince minutos, aunque si están muy mustias lo ideal es guardarlas en ese mismo recipiente dentro de la nevera durante algunas horas. El frío hará que las hojas se rehidraten y recuperen su textura.

Al sacarlas, es importante escurrirlas bien y secarlas. Puedes usar una centrifugadora de verduras o simplemente un paño de cocina limpio. Este paso es importante para que vuelvan a estar firmes y se conserven mejor.
Variaciones del mismo truco
Si tienes prisa, basta con sumergirlas unos minutos en agua con hielo y ya estarán listas para servir.
Si prefieres un resultado más completo, déjalas toda la noche en la nevera cubiertas de agua. Incluso puedes añadir unas gotas de limón o vinagre al bol para darles un extra de frescor y eliminar posibles olores.

Qué lechugas se recuperan mejor
Este truco funciona especialmente bien con variedades como la romana, la iceberg o la batavia. En las de hoja más fina, como la de roble o la lollo, conviene no dejarlas demasiado tiempo en remojo para evitar que se rompan.
Y no solo sirve con la lechuga: otras verduras de hoja, como la espinaca, la acelga o la rúcula, también recuperan vitalidad tras un baño de agua fría. Este truco reactiva sus fibras y devuelve el aspecto crujiente que pierden al marchitarse.
Cómo conservarlas después
Una vez recuperada, guarda la lechuga en un táper o bolsa con papel absorbente para mantener la humedad bajo control.
Colócala en el cajón de las verduras y evita poner peso encima. Así se mantendrá crujiente durante más tiempo y lista para preparar ensaladas, wraps o bocadillos.
El agua fría es un pequeño salvavidas para esas hojas que dábamos por perdidas. Y, más allá de recuperar una ensalada, este sencillo método ayuda a reducir el desperdicio de alimentos en casa.