Qué diferencias hay entre usar mantequilla y aceite al cocinar
Claves para elegir
Tanto la mantequilla como el aceite aportan sabor y textura, pero se comportan diferente según la cocción

Hay ingredientes que, sin hacer ruido, cambian por completo el resultado de un plato. La mantequilla y el aceite son dos de ellos. Ambos están siempre cerca: en una sartén, en una masa, en el fondo de un guiso. Pero ¿sabías que cada uno tiene características únicas que pueden afectar tanto el sabor como la textura de tu comida?
El sabor y la textura son dos de las diferencias más notables entre la mantequilla y el aceite. Aunque ambos ingredientes aportan grasas a los platos, el impacto en el resultado final puede ser muy distinto.
Diferencias entre la mantequilla y el aceite
La mantequilla tiene un sabor cremoso y rico que aporta una sensación suave en la boca. Este sabor es especialmente apreciado en postres, salsas y pasteles. Por ejemplo, es ideal para pancakes, croissants y salsa bechamel, donde su sabor es clave para el resultado final.
Los aceites, dependiendo del tipo (como aceite de oliva, aceite de canola o aceite de girasol), aportan una sensación más ligera en el paladar. Además, suelen tener un sabor más neutral (aunque algunos, como el aceite de oliva, pueden ser más intensos o afrutados).
Es perfecto para recetas donde no quieres que el ingrediente graso interfiera con los sabores de los ingredientes principales. Por ejemplo, para freír, asados, sofritos o aderezos.

Punto de humo
Uno de los factores más importantes a tener en cuenta al cocinar con mantequilla o aceite es su punto de humo o humeo, que es la temperatura a la que el ingrediente comienza a descomponerse y a liberar compuestos tóxicos.
Cocinar más allá de este punto puede hacer que la comida pierda sabor y, en algunos casos, sea nociva para la salud.
Mantequilla: Tiene un punto de humo relativamente bajo, alrededor de 150°C a 175°C. Esto significa que la mantequilla puede quemarse con facilidad si se cocina a temperaturas demasiado altas.
Esto puede dar lugar a sabores amargos y compuestos indeseables. Sin embargo, la mantequilla clarificada o el ghee tienen un punto de humo más alto, por lo que es una opción más adecuada para cocinar a temperaturas más altas.
Aceite: El punto de humo de los aceites varía dependiendo del tipo de aceite que utilices. El aceite de oliva virgen extra tiene un punto de humo de alrededor de 200°C a 220°C.
Mientras que los aceites más refinados, como el de canola o el girasol, tienen puntos de humo más altos, de hasta 230°C a 240°C. Esto significa que los aceites son más adecuados para freír o saltear a temperaturas más altas sin riesgo de que se quemen.

Propiedades nutricionales y salud
En términos de salud, tanto la mantequilla como el aceite ofrecen beneficios y desventajas. Cada uno tiene diferentes tipos de grasas, y esto puede influir en la elección de uno u otro según tus necesidades nutricionales.
Aunque deliciosa, la mantequilla contiene grasas saturadas, que en grandes cantidades pueden contribuir al aumento del colesterol malo (LDL) y al riesgo de enfermedades del corazón.
Sin embargo, también tiene vitaminas como A y E, y algunos estudios sugieren que, en cantidades moderadas, la mantequilla puede tener beneficios si se usa como parte de una dieta balanceada.
El tipo de grasa en los aceites depende del tipo de aceite que utilices. El aceite de oliva, por ejemplo, es rico en grasas monoinsaturadas (las buenas grasas), que pueden ayudar a reducir el colesterol malo y mejorar la salud cardiovascular.
El aceite de canola también es una buena opción por su alto contenido en ácidos grasos omega-3, mientras que otros aceites como el de girasol tienen una mayor concentración de grasas poliinsaturadas.
Los aceites pueden ser más saludables en general si se usan para cocinar, ya que contienen menos grasas saturadas que la mantequilla.

Usos recomendados para cada uno
Tanto la mantequilla como el aceite tienen múltiples usos en la cocina, algunos platos y técnicas se benefician más de uno u otro debido a sus propiedades únicas.
Mantequilla: Ideal para postres, salsas cremosas, pescados a la parrilla y platos que requieran una capa dorada y crujiente. También se usa en la panadería para dar una textura ligeramente densa a pasteles y galletas.
Aceite: Perfecto para freír, saltear y cocinar a alta temperatura, especialmente cuando el sabor del aceite no debe opacar el resultado final plato. Es la mejor opción para cocinar verduras o hacer un aderezo para ensaladas.
Si bien ambas son opciones populares para freír, saltear o cocinar a fuego lento, lo que aportan es distinto. Uno da cremosidad y sabor profundo; el otro, ligereza y un punto más limpio. No se trata de cuál es mejor, sino de saber cuándo usar cada uno.