El ciclo del carbono y su papel en el cambio climático

¿Sabes que las plantas pueden llegar a ser nuestra mejor herramienta para abordar el problema ambiental del cambio climático? Te contamos cómo influyen en el ciclo del carbono y cómo nuestra labor en el jardín puede contribuir positivamente. Porque podemos ayudar ¡y mucho!
Los beneficios de las plantas son innumerables. Reducen las temperaturas, purifican el aire (como estas plantas purificadoras), producen oxígeno y ayudan a almacenar residuos tóxicos. Además, tienen una función ornamental que embellece nuestras ciudades, pueblos, hogares y jardines.
También se ha demostrado que las plantas ayudan a aliviar trastornos mentales como la depresión o la ansiedad. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo se relacionan con la lucha contra el cambio climático?
¿Qué es el ciclo del carbono y qué papel desempeñan las plantas?
El ciclo del carbono es un proceso fundamental en la naturaleza que involucra el intercambio de carbono entre la atmósfera, los océanos, la biosfera y el suelo.

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En este ciclo, unas de las protagonistas indiscutibles (y sin quienes es probable que la vida en la Tierra fuera bastante distinta a como la conocemos hoy) son nuestras compañeras de aventuras: las plantas.
Estas desempeñan un papel crucial en este ciclo, ya que son agentes muy importantes en la captura y almacenamiento del carbono, aunque no son las únicas, ya que algas y otros organismos marinos tienen el honor de convertir al océano en el gran fijador de CO2 de nuestro planeta.
Fases del ciclo del carbono
En primer lugar, las plantas absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera a través de un proceso que hemos comentado en otros artículos y que conocemos como fotosíntesis.

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De manera resumida, podríamos decir que, durante la fotosíntesis, las plantas utilizan la energía del Sol para convertir el CO2 y el agua en glucosa y oxígeno. La glucosa (rica en ese carbono capturado) es utilizada como fuente de energía para el crecimiento y desarrollo de la planta, mientras que el oxígeno es liberado de nuevo a la atmósfera como un subproducto, un residuo de todo este proceso pero que nosotros consumimos al respirar.
A medida que las plantas crecen, utilizan parte de la glucosa producida para construir estructuras vegetales como troncos, ramas, hojas y raíces. Estas estructuras contienen carbono almacenado a largo plazo.
Cuando las plantas mueren o se descomponen, el carbono almacenado puede ser liberado nuevamente a la atmósfera en forma de CO2 mediante la respiración de los organismos descomponedores, como hongos y bacterias, cerrando así el ciclo.
El dióxido de carbono en el cambio climático
Algunas grandes plantas, como los árboles, pueden almacenar grandes cantidades de carbono en su biomasa a lo largo de décadas o, incluso, siglos mientras la planta siga con vida.

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Esto se conoce como secuestro del carbono y es crucial para mitigar el cambio climático, ya que ayuda a reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera. Por este mismo motivo los combustibles fósiles son tan perjudiciales para el incremento de este gas en la atmósfera, ya que el petróleo, el carbón y otros combustibles son almacenamientos de productos ricos en carbono que provienen de la fosilización de plantas y otras formas de vida prehistóricas.
Estas plantas, que vivieron hace millones de años, no liberaron a la atmósfera el carbono que contenían al morir, si no que debido a diferentes condiciones ambientales (principalmente la falta de oxígeno) no ocurrió la misma descomposición a la que estamos habituados y en su lugar este carbono quedó igualmente secuestrado, aunque en este caso en yacimientos. Por este motivo, cada vez que consumos un derivado de estos productos estamos devolviendo a la atmósfera un CO2 que fue extraído de ella hace millones de años ¡Imagínate lo que puede provocar esto!
Gracias a las plantas (y otros organismos fijadores de carbono) el CO2 puede ser extraído de la atmósfera e incorporado a las cadenas tróficas de las que nosotros y el resto de los animales nos beneficiamos enormemente.

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Sin duda, ahora comprenderás lo perjudiciales que son los incendios para nuestro ecosistema. Cada vez que una planta arde, además de la pérdida de biodiversidad y refugio (grandes servicios ecosistémicos) se está acelerando el funcionamiento de una parte del ciclo de carbono: la liberación del CO2. Esta planta no solo libera el carbono que la constituía, sino que, además, está dejando de poder fijar el CO2. ¡Haz los cálculos si además sumamos la deforestación!
¿Cómo reducir la huella de carbono desde nuestro propio jardín?
En nuestro jardín, en mayor o menor medida, estamos creando un ecosistema propio con muchos de estos aliados fijadores de carbono. Aunque no nos lo parezca, nuestras plantas están todo el día retirando CO2 de la atmósfera y fijándolo, gracias al cual crean los tallos, hojas, flores y frutos que disfrutamos cuidando. ¿Alguna vez te habías parado a pensar en cómo nuestro hobby está ayudando a mitigar el cambio climático de nuestro planeta?

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Es cierto que cuando realizamos podas o simplemente nuestra planta echa las hojas una vez ha terminado su vida útil parte de este carbono vuelve a la atmósfera. ¡Pero no pasa nada, el ciclo del carbono debe volver a cerrarse!
Algo clave que debemos tener en cuenta es que ni la emisión ni la fijación de carbono suponen un efecto negativo en sí para nuestro ecosistema, sino que es la fijación o emisión en exceso lo que puede perturbar enormemente nuestro planeta. Por este motivo, una buena opción para ayudar a combatir el exceso de emisiones de carbono desde la revolución industrial no es únicamente reducir las emisiones de carbono, sino capturarlo de nuevo. ¡Ahí precisamente entra en juego nuestra labor como jardineros!
Cada planta que cuidamos, que ayudamos a desarrollar y a que crezca durante muchos años es un esfuerzo por "limpiar" nuestro planeta y ayuda a mejorar nuestro ecosistema, así como lo hace la gestión sostenible de sus residuos, o el uso de nuestras compostadoras, de las que ya hablamos en anteriores artículos.

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Cada vez que trabajes en el jardín ten en cuenta cómo estás ayudando al planeta. Todo esfuerzo es necesario, por lo que cuando añadamos una planta a nuestra colección no es un capricho, estamos mejorando nuestro futuro. ¡Ya tenemos una buena excusa para dedicar horas de trabajo a nuestras plantas!