Todo sobre el olivo, guía práctica y consejos útiles

Estoy seguro de que el olivo te parece un árbol fascinante, ¿a quién no? Su cultivo y nuestra cultura se entrelaza desde hace milenios, y su porte incluso en árboles jóvenes recuerda a árboles de gran edad, ¡Sin hablar de las olivas, un manjar para los aperitivos!
¡Si te interesa saber algunos consejos sobre cómo cultivar un olivo, quédate y averígualo con nuestro artículo!
Descripción general de olivo
- Nombre común: olivo, aceituno, olivar
- Nombre científico: Olea europaea
- Origen: Región mediterránea
- Familia: Oleaceae
- Temperatura: Prefiere climas mediterráneos, resistente a temperaturas moderadas y sequías.
- Exposición: plena exposición al sol, al menos 6-8 horas diarias.
- Riego: suelos bien drenados, evitando el exceso de humedad.
Características del olivo
El olivo (Olea europaea) es un tipo de árbol perenne que pertenece a la familia Oleaceae y que se ha convertido en un árbol emblemático de la cuenca mediterránea.
Es conocido en todo el mundo principalmente por sus frutos, las aceitunas, que son utilizadas para la producción de aceite de oliva, además de por su longevidad, ya que actualmente tenemos registros de olivos centenarios y algunos pueden incluso superar los mil años.
Es muy fácil de identificar, puesto que el tronco del olivo es corto y retorcido, con una corteza gruesa y fisurada. Las ramas son retorcidas y con frecuencia tienen un aspecto nudoso, de las cuales brotan sus hojas, que son de color verde grisáceo, opuestas, lanceoladas y coriáceas.
Durante la primavera produce pequeñas flores, de color blanco o amarillo pálido, que se agrupan en racimos. Si logra ser polinizado produce sus frutos: las olivas o aceitunas. Las aceitunas son botánicamente drupas y su color varía según la madurez, desde verde hasta morado oscuro o negro.

Se trata de un árbol que te enamora cada vez que lo ves, por lo que no hay campo o jardín que se precie sin su correspondiente olivo. Sin embargo, el cuidado de esta especie, aunque es muy resistente, puede hacer que nos surja algunas preguntas que en este artículo te resuelvo.
Cuidados del olivo
Luz y temperatura
Si vives en un clima mediterráneo estás de suerte, vas a tener muchísimas facilidades para el cultivo del olivo, ya que esta especie prefiere temperaturas moderadas y son resistentes a la sequía. Por este motivo puedes plantar tu árbol tanto en maceta como directamente en el suelo y no tendrás muchos quebraderos de cabeza.
Sin embargo, si vives en una región con inviernos muy fríos, es posible que necesites proteger al olivo de las heladas, por lo que es un factor a tener en cuenta a la hora de elegir una variedad (te recomiendo que sea resistente al frío) y antes de decidir su ubicación definitiva, ya que quizás vas a necesitar trasladarlo durante el invierno o protegerlo contra el frío si esto no es posible.
Algo que sí debemos saber en todas las situaciones es que los olivos necesitan plena exposición al sol para prosperar y producir frutos, por lo que deben situarse en un lugar en el que reciba, al menos, entre 6 y 8 horas de luz solar directa al día.
Riego
Los olivos, como especies bien adaptadas a la sequía característica del Mediterráneo, prefieren suelos bien drenados. Por este motivo debemos evitar suelos compactados y arcillosos que retengan demasiada agua, ya que el exceso de humedad puede ser perjudicial para las raíces del olivo, pudiendo infectarse por hongos.
Suelo
Aunque puedes plantar tu olivo tanto en maceta como directamente en el suelo, los olivos tienden a desarrollar sistemas de raíces extensos y ramas anchas, por lo que debemos dejar suficiente espacio alrededor del árbol para permitir su expansión. Por ello, te recomiendo nuestro artículo sobre el cuidado de árboles frutales en maceta para que decidas, en función de tu situación, si lo mejor es que lo plantes directamente en el suelo o en una maceta.

Campos de olivos en la provincia de Cáceres
Como consejo general, yo te recomiendo plantarlo directamente en el suelo, pero siempre sabiendo que es un árbol de gran crecimiento y lo que eso puede conllevar.
Cómo y cuándo abonar tu olivo
Generalmente, se recomienda realizar la fertilización en primavera (preferiblemente con abonos minerales, ricos en nitrógeno) y otoño (preferiblemente con abonos orgánicos, ricos en potasio), que van a ser las épocas en las que el olivo va a crecer más vigorosamente.
Al principio, cuando el árbol es joven, debemos abonar sobre todo en primavera, ya que va a ser una fase de rápido crecimiento, mientras que conforme va envejeciendo vamos a ir priorizando el abono en otoño.
Es importante que sepamos que el tipo de abono a escoger no depende únicamente de la especie que vayamos a abonar, sino también del tipo del suelo que tengamos.
Sabemos que puede ser difícil, y muchas veces innecesario, realizar un análisis sobre nuestro suelo y un análisis foliar de nuestros olivos si estamos hablando, por ejemplo, de plantas de nuestro jardín. Sin embargo, si estamos hablando de un terreno considerable, sobre el que vamos a desarrollar un cultivo, esta es muy buena idea, ya que nos puede ayudar a prevenir problemas.
Como regla general sabemos que un cultivo de olivos extrae del suelo 16,3 kilogramos de potasio, 1,74 kilogramos de fósforo y 7 kilogramos de nitrógeno por cada año y 1000 kilogramos de olivas producidas.
El objetivo de nuestro abono debe ser compensar esa extracción de nutrientes para evitar un empobrecimiento de nuestro suelo, aunque tratando de no excedernos. En general se utilizan los abonos NPK, ricos en estos elementos, aunque, en función de nuestro suelo, podemos necesitar también complementar con otros nutrientes.
Como verás, depende en gran medida de la situación particular de cada uno e, incluso, de qué queramos favorecer en nuestro cultivo. Por ejemplo, el nitrógeno es fundamental para un correcto crecimiento vegetativo, el fósforo para el desarrollo radicular y el potasio para la fructificación, por lo que es difícil dar consejos generales en este apartado.
Si nuestro cultivo se realiza en secano, lo más común es realizar el suministro directamente en el suelo, cerca de las raíces absorbentes de nuestras plantas. También es posible realizar un abonado foliar, aunque este es menos usual por la necesidad de emplear agua.
Si nuestro cultivo se realiza mediante regadío, podemos apostar por la fertirrigación, es decir, diluir el abono en el agua de riego, llegando más fácilmente a su raíz, proporcionando una nutrición equilibrada, aunque es probable que se pierdan más fácilmente, por lo que es mejor utilizar pequeñas concentraciones y repetir el proceso para ser eficientes y no malgastar abono.
Como todo cultivo, ciertas plagas y enfermedades del olivo pueden impactar su salud y producción. Te animamos a que sepas identificarlas para mantenerlos sanos y productivos.
¿Cuál es el mejor momento para plantar un olivo?
El mejor momento para plantar un olivo es en otoño o a principios de invierno, cuando la temperatura del suelo todavía es cálida y húmeda, es decir, antes de que comiencen las lluvias.

De esta forma, el olivo podrá enraizar con facilidad durante su etapa con menor crecimiento, para poder comenzar a crecer vigorosamente y prosperar durante la primavera y, en mayor o menor medida, llegar al verano con un sistema radicular suficientemente desarrollado como para resistir la sequía característica del verano.
Sin embargo, el olivo es una especie muy robusta, por lo que también puedes optar por plantar olivos en primavera, entre marzo y mayo, siempre y cuando las heladas hayan desaparecido y tendrás también un buen resultado casi asegurado, aunque en este caso te recomiendo ser generoso con el riego para que la planta no sufra en exceso hasta que haya desarrollado un buen sistema radicular.
¿Cuánto tiempo tarda un olivo en dar frutos?
El tiempo que tarda un olivo en dar frutos depende de varios factores, como el origen de la planta, la variedad del árbol, las condiciones climáticas o el cuidado que reciba. En general, podemos decir que un olivo produce sus primeros frutos entre 3 y 8 años después de su plantación, aunque puede haber variedades que no comiencen hasta los 12 años. En este caso, el origen de la planta es fundamental para comprender a qué edad comenzará su fructificación.
Los olivos utilizados con el objetivo de producir olivas no se obtienen de una semilla, ya que no tendríamos ninguna certeza sobre la calidad del producto, por lo que muchas veces se utilizan técnicas como el uso de estacas.
Sin embargo, si estuviéramos hablando de un olivo que vamos a plantar en nuestro jardín o campo, esta sí que podría ser una opción, siempre que el objetivo no sea explotar económicamente la producción de olivas. Aun así, debemos tener claro que no es lo mismo partir de una planta germinada que de otra plantada obtenida mediante estaca, o, incluso, sobre la que se ha producido un injerto.
- Planta de semilla:
En el caso de los olivos germinados, es necesario que primero se desarrollen y puedan alcanzar una madurez sexual suficiente como para poder producir la floración y, posteriormente, una correcta fructificación. Por este motivo, el tiempo de espera hasta la fructificación puede ser mayor, alcanzando fácilmente los 10 o 12 años.
- Planta injertada, estacada o esquejada:
Aunque es cierto que estas técnicas de propagación pueden requerir un tiempo para que el árbol comience a desarrollarse correctamente, este no tiene que pasar por la misma fase de maduración que las plántulas debido a que se trata de ejemplares relativamente más maduros. Por este motivo, esperaríamos que la fructificación apareciera antes en estos casos, en torno a los 2 o 4 años.
Este es uno de los motivos por los que son mucho más habituales en el cultivo de frutales, ya que nos permite mantener las propiedades que deseamos en nuestros frutos.

Ramas de olivo arbequina
Por lo tanto, la fructificación en un olivo injertado (o propagado asexualmente mediante otras técnicas) puede ser más predecible y consistente, porque obtendremos una variedad específica con características conocidas.
En cambio, el olivo que ha germinado de una semilla puede tener una fructificación más variable, ya que las características exactas de la planta pueden no ser conocidas y, al igual que desconocemos como serán las características del fruto, también lo serán sus patrones vitales, en este caso los relacionados con la floración y fructificación.
Consejos para acelerar el proceso de producción de aceitunas en tu olivar
No existe una receta mágica que haga que tu olivo se convierta de la noche a la mañana en un gran productor de olivas. Muchas veces la genética define en gran medida este factor y, ante ella, poco podemos hacer. Sin embargo, sí existen algunos trucos, y todos ellos pasan por tratar de asegurar el mejor cuidado posible de tus plantas. Aquí te dejo mis consejos:
1. Manejo adecuado del riego:
El agua es un factor crucial para el crecimiento y desarrollo de los olivos. Sabemos que en muchas ocasiones la cantidad de agua que podemos utilizar es limitante, por lo que esto no significa tanto un riego abundante como sí un riego inteligente, utilizando herramientas como el riego por goteo.
Debemos priorizar el riego en primavera, reduciéndolo en la fase de desarrollo del hueso de la aceituna (para favorecer que este sea pequeño y las olivas más carnosas) y evitando a toda costa el déficit hídrico en los momentos clave: durante la floración, lo que puede disminuir su fecundación por los polinizadores, durante el crecimiento del fruto, lo que generaría olivas de menor tamaño, o durante la acumulación de aceite en el interior del fruto, que produciría olivas de peor calidad.

El olivo es un árbol muy resistente a la sequía, por lo que no debes sufrir si te olvidas en algún momento de regarlo. Su vida no correrá peligro, aunque quizás obtengas una cosecha menor. Debido a esta menor necesidad hídrica es uno de los árboles más utilizados en la xerojardinería.
2. Nutrición equilibrada:
Los olivos, como muchos frutales, requieren una variedad de nutrientes para crecer vigorosamente y producir sus frutos.Por este motivo, el uso de abonos puede ser nuestra mejor herramienta, sobre todo en suelos empobrecidos.
Por ejemplo, los fertilizantes ricos en nitrógeno favorecen el desarrollo del follaje y estimulan la formación de brotes, fundamentales para una correcta fotosíntesis, por lo que incrementan la productividad de la planta. Por otro lado, los abonos ricos en fósforo y potasio mejoran la floración y fructificación.
El uso de abono puede conllevar riesgos para nuestras plantas y para el ecosistema, por lo que siempre es buena idea apostar por el uso de abonos naturales o, en caso de utilizar sintéticos, cumplir con mucha atención las indicaciones del fabricante.
3. Podas correctas:
La poda del olivo es fundamental para el correcto desarrollo de los ejemplares y para promover una abundante y productiva fructificación. Se trata de algo tan importante, complejo y necesario que te dejamos un artículo específico sobre ello para que puedas ponerte manos a la obra cuanto antes.
Es importante tener en cuenta que el olivo es una fruta que sufre vecería, un fenómeno que provoca que en años alternos se produzcan cosechas abundantes y escasas. Si deseas saber más sobre este fenómeno y otros que afectan la producción de frutos, como en los manzanos, no dudes en investigar más sobre este fascinante tema.
Como has visto, el cultivo del olivo tiene más secretos de los que inicialmente podías haber pensado. Sin embargo, se trata de una planta mediterránea tan bonita que estamos seguros de que vale la pena aprender todos estos conocimientos para poder disfrutarla. ¿A qué esperas para poner en práctica todos estos consejos?