Platos, vino y arte hacen de Jerez de la Frontera un destino que enamora
Destino con sabor andaluz
De los tabancos a los restaurantes de autor, una ruta por la ciudad que acaba de ser nombrada Capital Española de la Gastronomía 2026
Entre viñas, bodegas centenarias y calles que huelen a vino, Jerez de la Frontera se ha ganado un lugar en el mapa de los grandes destinos gastronómicos. Su cocina mezcla raíces gitanas, recetas de campo y el sabor inconfundible de los vinos que llevan su nombre. Una ciudad que no solo se brinda: se come.
El alma de Jerez: una ciudad que se bebe
Jerez no solo se visita, se saborea. Cada rincón desprende el aroma de un vino que ha dado la vuelta al mundo, y cada plato lleva dentro un poco de su tierra blanca y su sol generoso.
Cuna de los finos, amontillados, olorosos y Pedro Ximénez, esta ciudad gaditana forma parte del triángulo mágico del vino junto a El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda.
Aquí el vino no acompaña a la comida: la inspira. Los chefs cocinan con él, las salsas lo celebran y los brindis lo consagran.
Los platos que definen su cocina
La gastronomía jerezana tiene alma popular y mucho fundamento. Platos que nacieron en el campo, en las ventas y en las casas de los barrios. Según Cosas de Comé, el portal andaluz que desde hace más de dos décadas documenta con rigor y cariño la gastronomía del sur, estos son algunos de los que mejor cuentan su historia:
- Ajo caliente o ajocaliente, el guiso de los vendimiadores, hecho con tomate de viña, ajo y pan. Tradicional en los mostos, los bares donde se prueba el vino joven.
- Aneto, la versión jerezana del San Jacobo: pollo relleno de jamón y queso, con salsa castellana de champiñones y cebolla.
- Berza jerezana o gitana, la reina del cuchareo, con garbanzos, habichuelas y una pringá que reúne todo el sabor del cerdo.
- Menudo gitano, plato de raíces calé, heredero de la cocina humilde que hoy es puro patrimonio local, elaborado con callos, garbanzos, chorizo, morcilla y un toque de vino de Jerez.
- Cola de toro, guiso meloso y potente que en Jerez alcanza categoría de arte, especialmente en La Mesa Redonda.
- Ensaladilla de gambas, clásica tapa jerezana que Manolo Sierra popularizó en el bar Las Bridas.
- Garbanzos con langostinos, ejemplo perfecto de la unión entre mar y campo.
- Pestiños y tocino de cielo, dulces conventuales que nacieron del aprovechamiento de las yemas que quedaban tras clarificar el vino.
Cada plato es un pedazo de historia: de vendimias, de tabancos, de fogones familiares.
Tabancos y mostos, el corazón social
Los tabancos son el alma líquida de la ciudad: lugares donde el vino se sirve a granel, el cante suena sin micrófonos y las tapas se comparten sin prisa.
Los mostos, en cambio, se abren solo en temporada y sirven el vino nuevo acompañado de chacinas, ajocaliente o sopas de tomate. Son parte del paisaje rural jerezano, igual que las ventas de carretera que aún hoy conservan recetas centenarias como la berza, el aneto o el menudo.
Productos con nombre propio
No hay cocina jerezana sin vino, pero tampoco sin vinagre. El Vinagre de Jerez tiene Denominación de Origen desde hace más de 25 años y es uno de los grandes embajadores del sabor gaditano.
A su lado, el Brandy de Jerez, otro emblema con Denominación de Origen, pensado para disfrutar sin prisas y con el mismo respeto que un buen vino.
Y para acompañar, los picos camperos, pequeños panes crujientes elaborados en obradores locales como Los Gorriones, ideales para las tapas de ensaladilla o cazón en adobo.
De los guisos de siempre a la alta cocina
Jerez fue pionera en tener una estrella Michelin en la provincia: el restaurante Gaitán la consiguió en 1979. Hoy, la ciudad presume de dos templos contemporáneos reconocidos por la guía: LÚ Cocina y Alma, con dos estrellas, y Mantúa, con una.
Ambos reinterpretan el recetario tradicional -de la berza al fino- con una mirada moderna y un respeto absoluto por el producto local.
Un fin de semana entre bodegas y fogones
Jerez se disfruta a ritmo lento.
Día 1. Paseo por el mercado central, copa en un tabanco, visita a una bodega centenaria y cena entre toneles.
Día 2. Guiso del día en una venta, postre conventual en una pastelería tradicional y tarde de flamenco con fino.
El viaje termina, cómo no, con un brindis por esa ciudad donde el vino y la cocina se confunden en la misma copa.
Los méritos que avalan su capitalidad
Jerez tiene razones de sobra para ostentar el título de Capital Española de la Gastronomía 2026.
La influencia gitana en su cocina, la tradición bodeguera, sus tabancos, el mosto, los productos ibéricos de Montesierra, la repostería conventual, la cultura del vinagre, la innovación de sus chefs, la autenticidad de su mercado central, sus ventas rurales, su hospitalidad y, sobre todo, una forma de entender la vida que gira en torno al vino y la mesa.
El reconocimiento solo confirma lo evidente: Jerez lleva siglos siendo una capital del sabor.
Durante 2026, la ciudad desplegará un calendario lleno de ferias, rutas, catas y eventos que celebrarán su diversidad gastronómica.
Pero su mejor carta de presentación seguirá siendo la misma: una tapa de berza, un fino frío y el acento inconfundible de quien te invita a sentarte a su mesa.
Recetas con vino de Jerez para seguir saboreando su esencia
Si después de conocer su historia te apetece llevar un poco de Jerez a tu cocina, aquí tienes algunas ideas con el vino como protagonista: