Así desaparecieron las ollas de barro de nuestras cocinas (y lo que perdimos con ello)
Cocina ancestral
Hoy, su ausencia dice mucho de cómo ha cambiado nuestra forma de cocinar

El barro: corazón de la cocina ancestral
Antes de que existieran las ollas de acero inoxidable o los recubrimientos antiadherentes, cocinar en barro era lo habitual. Las cazuelas de barro eran las reinas de fogones y chimeneas. Con ellas se preparaban guisos, caldos, legumbres. Platos que requerían tiempo, fuego lento y un saber transmitido de generación en generación.
Pero el barro no era solo funcional: también era parte del alimento. Aunque no hay consenso científico firme, algunas investigaciones preliminares y saberes tradicionales -incluyendo la medicina ayurvédica- sugieren que el barro bien curado puede liberar pequeñas cantidades de minerales como hierro, calcio o magnesio durante la cocción.
Esta práctica ha sido valorada desde hace siglos por sus posibles beneficios nutricionales y por la forma natural en que interactúa con los alimentos.
¿Qué pasó con las ollas de barro?
A lo largo del siglo XX, llegaron a las cocinas nuevos materiales: aluminio, acero esmaltado, teflón. Se promocionaron como modernos, ligeros, higiénicos y fáciles de limpiar. El barro, en cambio, se asoció con lo rústico, lo 'anticuado' o incluso lo sucio.
Fue la era del brillo y la comodidad. La industria y el marketing posicionaron el teflón y el aluminio como sinónimos de progreso. Y así, poco a poco, las ollas de barro fueron desapareciendo del día a día, arrinconadas como algo propio de las casas de pueblo o las cocinas del pasado.

Teflón y aluminio: no todo fue ganancia
La modernidad trajo ventajas, sí. Pero también efectos secundarios que pocos mencionaron. El teflón, por ejemplo, puede liberar gases tóxicos a altas temperaturas. Y el aluminio, cuando se raya o desgasta, puede filtrarse en los alimentos.
Algunos estudios científicos han vinculado estos materiales con problemas neurológicos o degenerativos. Aunque la evidencia aún se investiga, la preocupación existe. Frente a ellos, las ollas de barro bien curadas y cuidadas no liberan sustancias dañinas y permiten cocinar con total naturalidad.
Cocinar con barro es otra experiencia
Quienes han vuelto a usar cazuelas de barro lo dicen claro: la comida sabe mejor. La cocción es más uniforme, los sabores se integran y se intensifican. Cocinar en barro requiere paciencia, pero también reconecta con lo esencial: el tiempo, el origen, la tierra.
No es solo una técnica, es una forma de vida. Un acto casi ritual. El barro invita a tomarse las cosas con calma, a cuidar el alimento y a disfrutar de un guiso que se hace sin prisas y con alma.
Cómo curar y cuidar una cazuela de barro
Si nunca has cocinado con barro, el primer paso es curar bien la olla para que no se agriete ni altere los sabores:
- Límpiala con agua, sin jabón ni detergentes.
- Déjala sumergida en agua durante al menos 8 horas (puedes añadir una cucharada de vinagre).
- Sécala completamente al sacarla del agua.
- Frótala con medio diente de ajo fresco por la base exterior para cerrar mejor los poros.
- Llénala de agua y caliéntala a fuego muy bajo durante al menos una hora.
- Déjala enfriar lentamente antes de usarla por primera vez.
Consejos prácticos:
- Usa fuego bajo o difusor para evitar choques térmicos.
- No sometas la cazuela a cambios bruscos de temperatura.
- Lávalas a mano y guárdalas bien secas.
- Evita los lavavajillas y productos abrasivos.

¿Se puede usar una cazuela de barro en cocina de inducción?
Si tienes una cocina de inducción o vitrocerámica y creías que las cazuelas de barro eran cosa del pasado, tenemos buenas noticias. Sí se puede cocinar con barro en este tipo de fuegos. Solo necesitas saber cómo:
Opción 1: cazuelas de barro aptas para inducción
Existen cazuelas de barro diseñadas específicamente para cocinas de inducción. ¿El truco? Tienen una base metálica oculta (normalmente de hierro fundido esmaltado) que permite que el calor se transmita correctamente.
Así, puedes disfrutar de todo el sabor de siempre, pero con la eficiencia del calor moderno.
Opción 2: usar un adaptador de inducción
Si ya tienes cazuelas de barro en casa, no hace falta que las cambies. Puedes usar un disco adaptador: una placa metálica que se coloca entre la cazuela y la placa de inducción.
Este accesorio convierte cualquier cazuela tradicional en compatible con inducción o vitrocerámica.
Consejo importante:
Sea cual sea tu opción, calienta siempre el barro de forma progresiva y a fuego bajo. El barro no lleva bien los cambios bruscos de temperatura. Y si lo cuidas, te puede durar décadas.
Recuperar el barro es recuperar el alma de la cocina
Volver al barro no es retroceder. Es recordar.
Recordar cómo se cocinaba antes de que la prisa y la industria dictaran las normas.
Recordar que hay otra forma de alimentarse: más lenta, más natural, más viva.
El barro cocina con alma.
Y lo que alimenta el alma, también puede sanar el cuerpo.
¿Y tú? ¿Te animas a recuperar esta tradición en tu cocina?
Si quieres volver a los sabores de siempre, aquí tienes algunas recetas perfectas para preparar en cazuela de barro: