Karlos Arguiñano recuerda entre risas su inesperado encuentro con Robert Redford
Un ascensor, unas carcajadas y una estrella de Hollywood: la anécdota más sorprendente del chef vasco

El fallecimiento de Robert Redford, a los 89 años, ha teñido de luto al mundo del cine y la cultura. Pero también ha despertado recuerdos entrañables en quienes tuvieron la suerte de cruzarse con él, incluso en situaciones insospechadas.
Uno de esos testimonios ha llegado de la mano de Karlos Arguiñano, que en su programa Cocina abierta no dudó en rescatar una divertida historia vivida hace años con el mítico actor de Dos hombres y un destino.
Lo que podía haber sido un recuerdo solemne se transformó en una escena cómica que hoy arranca sonrisas. Porque, como él mismo reconoce, 'no entendíamos inglés'.
Un ascensor que se detuvo en la historia
Arguiñano relató que la anécdota sucedió durante un viaje en el que se encontraba acompañado de sus amigos Patxi Trula y Ramón Ramírez. Los tres iban en un ascensor del célebre Watergate Hotel cuando, de repente, la puerta se abri y apareció Robert Redford.
El chef no dudó en describir lo impactante de aquella imagen: 'Era guapo, rubio, con los ojos azules. Estaba impecable', dijo, recordando al actor como todo un icono de elegancia. El encuentro fue tan inesperado como breve, pero quedó grabado para siempre en su memoria.
La reacción más natural: reírse
Lo curioso vino justo después. Frente al asombro de encontrarse cara a cara con una estrella de Hollywood, Arguiñano y sus acompañantes se miraron y estallaron en carcajadas. 'Nos miramos los cuatro y empezamos a reír sin decir nada. No entendíamos inglés', confesó el cocinero, con la chispa y el humor que siempre le caracterizan.
Lejos de sentir vergüenza, convirtió aquel silencio incómodo en una escena divertida que hoy comparte con sus espectadores. Una anécdota sencilla que dice mucho de su personalidad: espontáneo, cercano y capaz de reírse de sí mismo incluso ante una figura legendaria del cine.
De Hollywood a la cocina
El relato deja ver cómo, a veces, la vida cruza caminos de forma inesperada. Que un chef popular y televisivo como Karlos Arguiñano coincidiera con un mito del séptimo arte demuestra que las mejores historias no siempre suceden en los grandes estrenos ni en las alfombras rojas, sino en lugares cotidianos como un hotel.
Y ahí aparece el sello del cocinero vasco: convertir una vivencia casual en un relato entrañable que mezcla humor, naturalidad y admiración; una historia que él mismo revivió como si acabara de suceder, compartiéndola con los espectadores.
El recuerdo en días de despedida
La muerte de Robert Redford ha provocado una ola de homenajes en todo el mundo. Actores, directores y compañeros de profesión han recordado su talento, su legado y su compromiso con el cine independiente y con causas sociales.
En medio de tantas palabras solemnes, la anécdota de Arguiñano aporta un contrapunto humano y divertido, recordando que, detrás de cada leyenda, siempre hay momentos cotidianos.
El legado de una leyenda de Hollywood
Robert Redford no solo fue un actor carismático; también se convirtió en un referente cultural dentro y fuera de la pantalla. Brilló en títulos inolvidables como Dos hombres y un destino o El golpe, que lo consagraron como uno de los grandes de los años 70.
Ganador del Óscar como director por Gente corriente, impulsó además el Festival de Sundance, clave para abrir puertas al cine independiente en Estados Unidos. Con casi seis décadas de carrera, su figura trascendió lo artístico para convertirse en símbolo de elegancia, compromiso y amor por el séptimo arte.
Humor y homenaje
El chef vasco convirtió un momento cotidiano en una historia entrañable que sigue arrancando sonrisas. Y es que, a veces, basta una carcajada compartida para que un recuerdo se vuelva eterno.
Con respeto y admiración, Karlos Arguiñano despidió así al actor que marcó a generaciones. Robert Redford, descanse en paz.