Mazapanes de clausura: el dulce más secreto del Corpus toledano
Especial Corpus
            En Toledo, el Corpus no solo se celebra con procesiones y calles engalanadas. También huele a almendra, azúcar y horno antiguo. Son los dulces de clausura, mazapanes únicos que solo se preparan estos días en los conventos. Un secreto toledano que se compra con paciencia y se saborea con devoción.
El dulce aroma que anuncia la fiesta grande
Toledo huele a incienso, romero y mazapán. Quien ha paseado por sus calles durante el Corpus Christi lo sabe: no hay fiesta más grande, ni más sensorial. Bajo los toldos que cubren el casco histórico, con la Custodia de Arfe recorriendo su trayecto solemne, hay un aroma dulce que se cuela por rendijas, portones y patios de clausura. Es el olor de los obradores secretos de los conventos. Y sí, allí dentro, las monjas hacen magia con almendra y azúcar.
Lo curioso es que no hablamos del típico mazapán navideño. En Toledo, el verdadero tesoro dulce del Corpus está reservado para unos pocos días. Aunque algunas de estas delicias también pueden encontrarse en Navidad, solo durante el Corpus tienen ese aire efímero que las hace aún más especiales. Es su forma de celebrar la fiesta, de abrir simbólicamente sus puertas y de mantener viva una tradición que sobrevive, precisamente, por su discreción.
            Figuritas, yema y cabello de ángel: así se hace el mazapán del Corpus
Uno de los lugares más conocidos es el convento de San Clemente. Fundado en el siglo XIII, aquí las monjas cistercienses preparan a mano figuritas de mazapán que parecen sacadas de un museo. Cada una es distinta. Algunas llevan yema, otras cabello de ángel. No hay conservantes ni aditivos. Solo almendra, azúcar y tiempo. Mucho tiempo. Se venden a través del torno, como marca la tradición.
También puedes encontrarlos en el convento de Santa Isabel de los Reyes, donde elaboran figuritas con formas religiosas que evocan la solemnidad de estas fechas. Y en el convento de Jesús y María, donde el mazapán se mezcla con sabores como la canela o el limón, en recetas que solo se conservan en la memoria de las hermanas.
Algo parecido ocurre en el convento de San Antonio de Padua. Allí, además del mazapán, preparan pastas y bizcochos que se agotan en cuanto se corre la voz. Los encargos para el Corpus hay que hacerlos con antelación. Nada de prisas. Nada de improvisar.
            Los dulces que esperan todo el año al Corpus
Y es que, en Toledo, el Corpus también se celebra con los sentidos. Al acabar la procesión, muchas familias se reúnen en casa para comer juntas. El cocido o las carcamusas esperan en la mesa pero el broche de oro lo ponen los dulces. Rosquillas de anís, flores de sartén, empanadillas dulces. Y el mazapán elaborado por las monjas en los conventos, que aparece como un premio. Como un secreto compartido solo entre quienes saben dónde buscar.
Puede que los mazapanes de pastelería igualen en calidad a los elaborados por las hermanas, pero no su esencia. Lo conventual tiene otra filosofía: se hace para agradecer, para sostener el día a día de la comunidad religiosa, para regalar.
            Ambos comparten una base de calidad incuestionable: el auténtico Mazapán de Toledo, amparado por una Indicación Geográfica Protegida (IGP), que exige al menos un 50 % de almendra y una proporción equilibrada de azúcar.
Cómo conseguirlos: paciencia, efectivo y un "Ave María"
Si tienes la suerte de estar en Toledo por el Corpus Christi, acércate a uno de estos conventos. Llama al timbre. Espera tu turno. Y cuando la voz te diga "Ave María", responde con calma. Pregunta qué tienen, elige con mimo, paga en efectivo y recoge tu caja de dulces como si fuera un tesoro. Porque lo es.
Algunos conventos incluyen incluso un pequeño papel con una oración o una frase espiritual junto con los dulces. Sin adornos ni marcas. Solo mazapán, fe y tradición.
Y si no llegas a tiempo, puedes intentarlo el año que viene. En Toledo, hay dulces que no entienden de prisas ni algoritmos. Solo de paciencia y fiesta grande.