Por qué las patatas revolconas tienen un nombre tan curioso (y qué significa)
Tradición popular
Un plato humilde que hoy brilla en las barras de tapas de Ávila y Salamanca
Cremosas, rojas y con torreznos crujientes por encima. Las patatas revolconas son uno de los platos más queridos de Castilla y León y Extremadura. Pero además de su sabor inconfundible, lo que siempre despierta preguntas es su nombre. ¿Por qué se llaman así y qué historia esconden?
El origen humilde de un plato de campo
Las patatas revolconas surgieron como receta de aprovechamiento en el mundo rural. En una época en la que los campesinos necesitaban comidas energéticas y baratas, la patata cocida con un poco de ajo, pimentón y grasa de cerdo se convirtió en un recurso perfecto.
La patata, llegada de América y pronto extendida por Castilla y León y Extremadura, se integró en la cocina popular como base de guisos sencillos. Lo importante era saciar el hambre con ingredientes humildes, y en este caso, el resultado acabó siendo un plato que aún hoy sigue vigente.
¿De dónde viene el nombre de 'revolconas'?
El término 'revolconas' se debe al gesto de 'revolcar' o revolver las patatas cocidas en la sartén junto al sofrito de pimentón, ajo y aceite. Esa acción de mezclar y aplastar hasta conseguir una textura cremosa es la que bautizó al plato.
En algunas zonas también se conocen como 'patatas meneás', porque se movían constantemente en la cazuela hasta ligarse bien. Dos nombres diferentes para una misma esencia: el puré de patata más popular de la cocina castellana.
Un color y un aroma inconfundibles
Si por algo llaman la atención las patatas revolconas es por su tono rojizo intenso. El secreto está en el pimentón de la Vera, con su sabor ahumado y profundo, que marca el carácter de la receta.
Ese sofrito de pimentón y ajo se integra con la patata machacada, logrando un puré espeso y lleno de matices. Para rematar, se añaden los famosos torreznos crujientes, que aportan contraste de textura y convierten cada bocado en un auténtico manjar.
Curiosidades y fiestas en su honor
Las patatas revolconas no solo se disfrutan en casas y bares, también se han convertido en protagonistas de rutas de tapas y jornadas gastronómicas en Castilla y León y Extremadura. En Ávila, Salamanca o Cáceres es fácil encontrarlas como plato obligado en concursos locales, donde los cocineros compiten por lograr la textura más cremosa o el torrezno más crujiente.
En algunos pueblos extremeños aún se sirven acompañadas de chorizo frito o panceta, lo que añade un toque extra de contundencia al plato. Esta variedad de versiones muestra cómo una misma receta puede transformarse según la tradición familiar o la despensa disponible.
Además, el apelativo de 'patatas meneás' sigue vivo en la tradición oral y aparece en recetarios antiguos. El gesto de 'meneallas' en la cazuela es tan característico que ha quedado ligado a la memoria popular, reforzando el vínculo entre nombre y preparación.
En casa también es posible disfrutarlas de manera sencilla siguiendo la receta tradicional de patatas meneás o revolconas con torreznos de Karlos Arguiñano, que recupera el sabor de siempre.
Un plato que une generaciones
Las revolconas son mucho más que una receta de pueblo. Son un ejemplo de cómo la cocina de la escasez ha sabido sobrevivir, adaptarse y llegar hasta nuestros días sin perder autenticidad. En muchas familias aún se preparan en reuniones o fiestas, transmitiendo el sabor de la infancia y el recuerdo de los abuelos.
Al mismo tiempo, su sencillez las ha hecho atractivas para la cocina moderna. Hoy se pueden encontrar reinterpretadas en menús degustación, con huevos camperos, setas de temporada o incluso trufa rallada. Un guiño creativo que demuestra que las recetas más humildes también tienen un hueco en la alta gastronomía.
Quienes buscan un giro diferente pueden probar una versión más creativa, como estas patatas revolconas con huevos escalfados, donde la cremosidad de la patata se mezcla con la yema fundente del huevo, aportando un punto extra de untuosidad.
Mucho más que un plato de pueblo
Cada cucharada de patatas revolconas es un viaje al pasado: a las cocinas de barro, al fuego lento y a los sabores intensos de antaño. Pero también es un bocado de presente, porque siguen siendo uno de los grandes clásicos de las tapas en Castilla y León y Extremadura.
El contraste entre la suavidad de la patata, el aroma del pimentón y el crujido del torrezno explica por qué este plato, nacido en la sencillez, nunca pasa de moda.
Un plato que habla de raíces, de identidad y de la fuerza de la cocina popular. Y tú, cuando las pruebes de nuevo, ¿las prefieres en su versión más clásica con torreznos o en alguna de sus reinterpretaciones modernas?