Así debes conservar los ajos para que no se sequen ni broten

Colgar los ajos en ristras ayuda a conservarlos secos y aireados durante más tiempo.
Colgar los ajos en ristras ayuda a conservarlos secos y aireados durante más tiempo.

¿Tus ajos se secan, brotan o se pudren antes de que te dé tiempo a usarlos? Descubre cómo conservar los ajos de forma correcta para alargar su vida útil y aprovecharlos en su mejor momento.

Los ajos están presentes en la mayoría de nuestras cocinas. Forman parte de infinidad de recetas y aportan un sabor característico que es difícil de sustituir pero, a pesar de su uso cotidiano, no siempre sabemos cómo conservarlos adecuadamente. Y es que, si no se almacenan en condiciones óptimas, pueden brotar, secarse o incluso pudrirse con rapidez. Por suerte, hay varios métodos sencillos que permiten mantener los ajos en buen estado durante semanas o incluso meses.

Cómo conservar los ajos correctamente

La forma más habitual y sencilla de conservar los ajos es guardarlos enteros, tal y como vienen en la cabeza, sin pelar. Aunque muchas personas los meten directamente en la nevera pensando que durarán más, esto es un error frecuente. El frío y la humedad del frigorífico provocan justo lo contrario: los ajos comienzan a brotar antes de tiempo y pierden parte de su sabor.

Lo más recomendable es almacenarlos a temperatura ambiente, en un lugar seco, fresco y oscuro como pueden ser un rincón de la despensa o una alacena bien ventilada. Para favorecer la circulación del aire y evitar la humedad, lo ideal es utilizar recipientes que transpiren bien, como una cesta de mimbre, una bolsa de malla o una caja de madera perforada. Guardados así, en un entorno ventilado, los ajos se mantienen secos y frescos durante más tiempo, reduciendo el riesgo de moho y deterioro.

Si compras ajos en grandes cantidades, una opción muy práctica es trenzarlos en forma de ristra y colgarlos en la cocina o en la despensa. Este método tradicional no solo permite conservar los ajos durante más tiempo, sino que además tiene un toque decorativo rústico que queda genial en cualquier cocina. Eso sí, asegúrate de colocarlos lejos del calor de los fogones o del horno para evitar que se sequen o se estropeen.

El ajo pelado puede conservarse varios días en aceite de oliva siempre que se mantenga refrigerado.
El ajo pelado puede conservarse varios días en aceite de oliva siempre que se mantenga refrigerado.

Ahora bien, puede ocurrir que hayas pelado más dientes de los necesarios y te preguntes qué hacer con ellos para que no se desperdicien. En ese caso, existen también formas eficaces de conservar los dientes pelados.

Si vas a usarlos en los próximos días, puedes guardarlos en la nevera dentro de un tarro hermético. Añadir una servilleta de papel en el fondo del recipiente ayudará a absorber la humedad y a mantenerlos frescos entre cinco y siete días.

Otra opción muy útil es conservarlos sumergidos en aceite de oliva. Basta con introducir los dientes pelados en un frasco de cristal y cubrirlos completamente con aceite. Además de conservar el ajo durante unos diez días en la nevera, conseguirás un aceite aromatizado ideal para cocinar o aliñar platos. De hecho, este aceite resulta ideal para recetas como estas sardinas con aceite de ajo y perejil, donde el ajo conserva todo su sabor y aporta un toque especial al pescado.

Eso sí, es muy importante que nunca dejes ajo en aceite a temperatura ambiente, ya que existe riesgo de botulismo, una intoxicación alimentaria grave asociada al crecimiento de bacterias en entornos sin oxígeno.

Una receta en la que el ajo marca la diferencia es el clásico salmorejo cordobés. Aquí, el ajo crudo es clave para conseguir ese punto intenso que equilibra la suavidad del tomate y el pan. Eso sí, al usarse en crudo, es aún más importante que esté en buen estado y bien conservado para evitar sabores desagradables o excesivamente fuertes.

Otra opción de conservación: ajo pelado en vinagre

Una forma sencilla, segura y con mucha tradición para conservar el ajo es sumergirlo en vinagre. Este método no solo alarga su vida útil, sino que también transforma su sabor, volviéndolo más suave y agradable al paladar.

Para prepararlo, comienza pelando los dientes de ajo y colócalos en un tarro de cristal previamente esterilizado. A continuación, cúbrelos con vinagre blanco o de manzana, el que prefieras según el toque que quieras darle. Si te apetece, puedes añadir algunas especias para intensificar el sabor: unas hojas de laurel, unos granos de pimienta o, incluso, una guindilla.

Una vez listo, guarda el frasco en la nevera y deja que repose al menos tres días antes de consumirlo. Con el paso del tiempo, el ajo irá perdiendo intensidad y ganará en matices, convirtiéndose en un complemento delicioso para ensaladas, escabeches o platos fríos.

Ajo negro: claves para mantenerlo en buen estado

El ajo negro es una variante fermentada del ajo tradicional que ha ganado mucha popularidad en los últimos años, tanto por su sabor dulce y umami como por su textura suave y sus propiedades antioxidantes. A diferencia del ajo blanco, no se utiliza como base de sofritos o aliños crudos, sino que se incorpora en pequeñas cantidades para enriquecer platos elaborados: desde cremas y salsas hasta carnes, pescados o incluso postres. Pero, precisamente por ese proceso de fermentación y su delicada textura, el ajo negro necesita una conservación mucho más cuidadosa.

El ajo negro es un producto fermentado delicado que requiere conservación en frío una vez abierto.
El ajo negro es un producto fermentado delicado que requiere conservación en frío una vez abierto.

Al tratarse de un producto más húmedo y sensible al aire, la vida útil del ajo negro es más corta. Lo ideal es conservarlo siempre en su envase original, bien cerrado y protegido de la luz y el calor. Una vez abierto, se recomienda guardarlo en la nevera dentro de un recipiente hermético, preferiblemente de cristal, para evitar que absorba olores de otros alimentos y se degrade antes de tiempo.

Aunque puede parecer que aguanta bien al estar fermentado, lo cierto es que el ajo negro no debe almacenarse durante largos periodos sin revisar su estado. Con el paso de las semanas, puede cambiar de textura, volverse demasiado blando o adquirir un sabor más ácido o desagradable si no se conserva correctamente. Por eso, es recomendable consumirlo en un plazo corto preferiblemente en menos de un mes desde su apertura, y siempre vigilando que no presente signos de deterioro.

¿Se pueden congelar los ajos?

Sí, y es una solución muy útil si no quieres que se estropeen. Puedes congelar los dientes enteros, pelados o en una bolsa con cierre hermético. También puedes picarlos o triturarlos, añadir un poco de aceite y distribuir la mezcla en una cubitera para obtener porciones individuales.

Aunque el ajo congelado pierde algo de textura, su sabor se mantiene. Es ideal para usar directamente en guisos, sofritos o salsas sin necesidad de descongelar.

Congelar el ajo triturado en porciones individuales es una forma práctica de conservarlo.
Congelar el ajo triturado en porciones individuales es una forma práctica de conservarlo.

Guardar el ajo con patatas: un error que acorta su vida útil

Una práctica bastante común y poco recomendable es almacenar ajos y patatas en el mismo lugar. A simple vista puede parecer lógico, ya que ambos se conservan fuera del frigorífico y ocupan poco espacio. Sin embargo, guardar ajos y patatas juntos puede acelerar el deterioro de ambos alimentos.

El motivo está en los gases que liberan. Las patatas emiten humedad y etileno, una sustancia natural que favorece la brotación. Si los ajos están cerca, absorberán esa humedad, lo que hará que broten antes, pierdan sabor y se estropeen más rápido. A su vez, los ajos también pueden afectar a las patatas, acelerando su descomposición o favoreciendo la aparición de moho si no hay buena ventilación.

Guardar ajos junto a patatas favorece la humedad y la brotación, acortando su vida útil.
Guardar ajos junto a patatas favorece la humedad y la brotación, acortando su vida útil.

Por eso, lo más recomendable es conservar cada uno por separado. Los ajos, como ya hemos visto, necesitan un lugar fresco, seco y bien ventilado, preferiblemente oscuro. Las patatas, por su parte, también agradecen la oscuridad y la ventilación, pero es mejor que estén alejadas de otros vegetales, especialmente del ajo y la cebolla.

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