Los gorriones han perdido el hambre: esto es lo que significa

Un equipo de investigadores de la Universidad de Oulu, en Finlandia, ha realizado un descubrimiento que desconcierta a la ciencia: los gorriones han perdido la hormona del hambre, conocida como grelina. Un curioso hallazgo que plantea preguntas clave sobre cómo funciona el apetito en los animales y cómo podría influir en la salud humana.
¿Qué es la grelina y para qué sirve?
La hormona que despierta el apetito
La grelina es una hormona que se produce en el estómago y que, en los humanos y otros mamíferos, tiene la función de estimular el apetito. Es decir, cuando el estómago está vacío, los niveles de grelina aumentan y sentimos hambre.
Después de comer, bajan y se activa otra hormona, la leptina, responsable de la saciedad. Este equilibrio hormonal es clave de cara a regular el peso y la energía que necesita el cuerpo.
Las diversas alteraciones que se producen en este sistema están relacionadas con trastornos alimenticios varios, como la obesidad, los atracones o la anorexia.

El caso de los gorriones: un sistema diferente
Ni grelina ni leptina y sin problemas de peso
En el mencionado estudio, los investigadores de la Universidad de Oulu analizaron el ADN de decenas de aves, principalmente paseriformes como los gorriones. Emplearon herramientas de bioinformática para buscar los genes que producen grelina, aunque no encontraron rastro de los mismos.
Este hecho significa que estas aves han perdido esa hormona en su totalidad, algo que nunca antes había sido documentado en vertebrados. Y queda por señalar lo más llamativo, que viven sin ella sin presentar problema alguno a la hora de regular su alimentación.
¿Cómo regulan su hambre sin grelina?
Duplican su peso antes de migrar... y lo pierden rápido
Conviene señalar que los gorriones tienen un comportamiento muy eficiente: como animales migratorios y antes de comenzar la migración, acumulan grasa hasta duplicar su peso corporal. Tras el viaje, vuelven a su peso original en apenas unos días.
Y lo hacen sin ayuda de grelina ni leptina. Lo que sugiere que han logrado desarrollar un sistema de control del apetito y un metabolismo diferente al del resto de mamíferos y quizás, más eficaz.
¿Qué implicaciones tiene para la ciencia?
Una nueva forma de entender el hambre y la energía
Este descubrimiento abre un amplio abanico de dudas en torno a las diferentes ideas que dábamos por sentadas en relación con el funcionamiento del apetito en los vertebrados.
Y es que los científicos consideran que comprender el sistema de los gorriones podría ayudar a tratar diversos problemas humanos, como los siguientes:
- La obesidad resistente a dieta y ejercicio.
- Los trastornos de conducta alimentaria (TCA).
- Los desequilibrios hormonales relacionados con el apetito.
¿Es posible aplicar esto a la medicina humana?
Más allá de imitar: entender para innovar
No, la idea no es eliminar la grelina en humanos, pero sí conocer los mecanismos alternativos que emplean los gorriones. Estas aves migratorias podrían inspirar tratamientos innovadores para regular el hambre sin provocar ningún efecto secundario.
Por tanto, la investigación también podría ayudar a:
- Comprender cómo controlar el peso sin restringir calorías.
- Desarrollar fármacos capaces de regular y modular el apetito.
- Crear enfoques personalizados para pacientes con TCA.

¿Y si no es solo cuestión de alimentación?
La grelina también influye en otros comportamientos
Diversos estudios anteriores ya habían señalado que la grelina también está relacionada con el comportamiento migratorio de las aves. Su ausencia en gorriones indicaría que también han reemplazado esta función con otros sistemas internos.
Un hecho que, sin duda, añade una dimensión diferente al hallazgo: no solamente afecta al hambre, sino a la manera de orientarse y gestionar la energía durante la migración.
¿Se trata de una rareza o algo más común?
Los paseriformes podrían haber dado un salto evolutivo
Pero la pérdida de grelina no se limita solamente al caso del gorrión. El estudio señala también que la mayoría de las aves paseriformes carecen de ella, lo que incluye al 60% de las especies de aves.
Esta modificación podría ser una ventaja evolutiva que les ha permitido sobrevivir en condiciones exigentes, como las migraciones largas, en las que una regulación energética precisa es un aspecto fundamental.