Tipos de nata: ligera, fresca, espesa... ¿Cuál usar en recetas saladas y en postres?

La nata es un ingrediente esencial en la cocina, tanto en la preparación de platos salados como en la repostería. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué es exactamente la nata, cómo se obtiene, y qué tipo de nata es la mejor para cada receta?
La nata es la capa grasa que se separa de la leche cuando se deja reposar o cuando se somete a un proceso de centrifugado. Esta capa, rica en grasa, es la responsable de la textura cremosa y suave de algunas recetas.
Este lácteo ayuda a emulsionar salsas, espesar sopas y cremas, y dar cuerpo a los postres. Además, tiene la capacidad de suavizar sabores intensos, haciendo que los platos sean más equilibrados y agradables al paladar. Y según su contenido graso, la nata puede ser más líquida o más espesa, lo que influye en su uso en diferentes tipos de platos.
Según la norma que regula la producción de natas, una orden gubernamental de 1983, permite hasta 14 variedades según su origen, tratamiento, incorporación y conservación. Y en el caso de su origen, la nata que se fabrique con leche de oveja, leche de cabra, o mezcla de ambas entre sí y con la de vaca, deberá incluir en su denominación, después de la palabra nata, señala el documento.
Tipos de nata
De acuerdo a su composición y conservación estas son las que comúnmente se encuentran en cualquier supermercado:
1. Nata ligera o delgada (12-30% de grasa):
La nata ligera se obtiene al separar una menor cantidad de grasa de la leche, y por lo tanto posee poco contenido calórico. Y usualmente se le añade a sopas, cremas, y salsas para que sean cremosas sin hacerlas demasiado pesadas. Debido a su bajo contenido en grasa, no es adecuada para montarla. En cambio, es idónea para un puré de patatas, una crema de verduras o una salsa para pasta.

2. Nata espesa o doble (mínimo de materia grasa del 50%):
La nata espesa o doble se obtiene al extraer una cantidad aún mayor de grasa, resultando en una nata muy espesa. Se utiliza en recetas que requieren una gran cantidad de grasa para aportar una textura rica y densa, como salsas de acompañamiento, gratinados o ciertos postres sofisticados.
Esta nata no es recomendable para montar, pero es excelente para cocinar a fuego lento en recetas donde se busca una consistencia densa y cremosa.
3. Nata fresca o Crème Fraîche (30-40% de grasa):
La nata fresca o crème Fraiche se obtiene de la fermentación láctica de la nata, lo que le da un sabor ligeramente ácido. Puedes usar esta nata para acompañar frutas, postres, o para añadir a salsas que requieran un toque de acidez. También se usa en platos salados como guisos o en gratinados, incluso en platos ya cocinados.
No se recomienda calentarla a temperaturas muy altas, ya que puede cortarse.
4. Nata para montar (35-40% de grasa):

La nata para montar se extrae una mayor cantidad de grasa, lo que le da su textura espesa. Como su nombre indica, es perfecta para montar y usar en postres como tartas, mousses, y cremas. Eso sí, para conseguir esa textura, asegúrate de que esté bien fría antes de batirla. Esta nata es también la base de la famosa crema chantilly, si le añades azúcar y un toque de vainilla.
5. Nata UHT o nata para cocinar (18-20% de grasa):
Para obtener la nata para cocinar se somete a un proceso de ultra alta temperatura (UHT) para prolongar su vida útil. Esta nata es la opción más común para cocinar, ya que tiene un buen equilibrio entre cremosidad y fluidez. Se utiliza en salsas, cremas, y gratinados.
Es estable a altas temperaturas, por lo que puedes emplearla para cocinar, sin embargo, no para montarla.
Cabe destacar que, según la norma general, este tipo de nata se somete a un tratamiento térmico que garantiza la destrucción de los gérmenes y la inactivación de sus formas resistentes, para luego ser envasada en condiciones asépticas.
6. Nata en polvo:
La nata en polvo es básicamente nata pasteurizada que ha sido deshidratada y pulverizada para convertirla en un producto seco. Este proceso de deshidratación se realiza antes o durante la fabricación, lo que permite conservarla por más tiempo y usarla cuando sea necesario.

La nata en polvo es aquella que debe contener al menos un 65% de materia grasa láctea y no más de un 5% de agua. Por otro lado, la nata delgada o ligera en polvo tiene un contenido de materia grasa entre el 50% y el 55%, manteniendo también un máximo del 5% de agua.
Para usar este tipo de nata, simplemente disuelve el contenido de la bolsa en leche entera fría (siguiendo las cantidades indicadas en el empaque), luego bate bien.
Trucos y consejos para usar nata
No todas las natas son iguales. Si necesitas montar nata, compra nata para montar. Y si deseas un poco de cremosidad en una salsa, la nata ligera será la mejor.
Cuando uses nata en platos calientes, añádela al final de la cocción para evitar que se corte o pierda su textura.
Algunas natas, como la fresca, no deben exponerse a altas temperaturas para evitar que se corten.
Si quieres que una salsa o crema quede especialmente suave, bate ligeramente la nata antes de incorporarla. Esto ayudará a emulsionar mejor el plato.
Por qué elegir un tipo de nata para ciertas recetas
La nata espesa puede ser perfecta para un gratinado cremoso, pero será demasiado densa para un postre ligero. La nata ligera es ideal para quienes buscan reducir calorías, mientras que la nata para montar es importante para conseguir un topping esponjoso en tus tartas o cupcakes.