El truco definitivo para saber si una croqueta es casera o no (aunque parezca que lo es)

¿Croqueta casera o de quinta gama? Muchos restaurantes sirven croquetas ya preparadas que parecen hechas a mano, pero no lo son. Hay un truco muy simple para detectar si este alimento, tan típico de nuestra gastronomía, es de elaboración propia. En Francia, por ejemplo, ya es obligatorio avisar al cliente de si el plato es casero o no. Aquí todavía no se ha tomado ninguna medida similar, sólo nos queda como consumidores aprender a detectar si una croqueta es artesanal.
Las croquetas que parecen caseras... y no lo son
Las croquetas son uno de los bocados más queridos y, como sucede, hoy en día, con la mayoría de los platos tradicionales, también se han reinventado. Ya no solo encontramos las clásicas de jamón o pollo, sino también croquetas de carabineros, chipirones en su tinta, boletus, queso azul o, incluso, pulpo. La creatividad en la cocina ha convertido a la croqueta en un lienzo en blanco donde cabe casi cualquier ingrediente. Pero en muchos restaurantes lo que llega al plato no se ha cocinado en sus fogones. Cada vez es más común el uso de croquetas de quinta gama, productos ya elaborados que solo necesitan calentarse o freírse.
¿Sabes qué son los productos de quinta gama?
Son elaboraciones listas para consumir que han sido cocinadas previamente con técnicas profesionales, envasadas al vacío o pasteurizadas, y que ofrecen buena presentación y sabor. Su calidad suele ser muy superior a la de un producto congelado industrial. Pero aun así, no son caseras, porque no se han preparado en la cocina del restaurante.
Este tipo de croquetas pueden parecer auténticas: tienen forma irregular, buen rebozado e incluso sabor convincente. Por eso es tan importante saber detectarlas.

Francia ya obliga a decirlo en la carta
En Francia, la preocupación por la autenticidad de los platos ha llevado al gobierno a tomar medidas. Desde 2014, existe un sello opcional llamado "fait maison" (hecho en casa) que los restaurantes pueden utilizar para indicar que un plato ha sido elaborado en sus cocinas a partir de ingredientes crudos. Sin embargo, debido a su uso limitado, en 2023 el gobierno francés aprobó una ley que obliga a los restaurantes a indicar en la carta si un plato no ha sido elaborado en sus cocinas. La norma busca proteger al consumidor y dar valor a la cocina auténtica. De momento, en otros países esta transparencia no es obligatoria.
El truco está en las marcas
Y sí, hay un truco bastante infalible para detectar si una croqueta ha salido directamente del congelador: algunas croquetas congeladas tienen unas marcas características en su rebozado. Son unas líneas o rayas paralelas muy sutiles, como si hubieran estado apoyadas sobre una rejilla o molde.

Estas marcas son fruto del proceso de producción industrial: muchas croquetas precocinadas se moldean y se congelan sobre bandejas ranuradas, y esas pequeñas hendiduras pueden quedarse impresas en la superficie del rebozado. No siempre se ven, pero cuando aparecen, es una pista muy clara de que no han sido hechas a mano en la cocina del restaurante.
¿Y la forma de la croqueta? Ayuda, pero no es infalible
Aunque la forma siempre ha sido una pista clásica para detectar croquetas industriales todas iguales, perfectamente cilíndricas, cada vez es menos fiable. ¿Por qué? Porque muchas croquetas de quinta gama están diseñadas precisamente para parecer caseras. Se moldean con ligeras irregularidades a propósito y el rebozado busca simular el acabado manual.
Así que si te fías solo del aspecto externo, puedes equivocarte. La clave sigue estando en los pequeños detalles: las marcas en el rebozado, la textura interior y el sabor siguen siendo pistas más fiables que la forma.
Y si no lo tienes claro, nada como probar a hacerlas tú mismo para saber cómo es una croqueta de verdad. Esta receta de croquetas de jamón te enseña el paso a paso clásico con bechamel casera, y si prefieres una versión más ligera sin renunciar al crujiente, puedes preparar las croquetas en freidora de aire.
Otros indicios que pueden ayudarte
Aunque la forma y las marcas son es el truco más visual y rápido, hay otros detalles que también pueden darte pistas:
1. El interior
Una croqueta casera suele tener una bechamel cremosa, con una textura suave y sabor equilibrado. Se notan los ingredientes del relleno (jamón, pollo, setas...) en trocitos naturales.
Las congeladas, en cambio, a veces tienen una bechamel más gomosa o excesivamente espesa, y los ingredientes pueden venir triturados o en cantidades mínimas.

2. El rebozado
El pan rallado de una croqueta casera puede tener un acabado más rústico. Además, al freírlas, suelen soltar algo de grasa en el plato. Las industriales están pensadas para freírse en grandes cantidades sin apenas manchar.
3. La temperatura interior
Las croquetas congeladas pueden presentar el interior más frío o poco cremoso, especialmente si no se han cocinado correctamente. Las caseras mantienen mejor la temperatura y la cremosidad interior.
Más allá del sabor, pedir una croqueta casera en un restaurante es una cuestión de honestidad. Si en la carta te la ofrecen como "casera", lo lógico es que esté elaborada en la cocina del establecimiento. Aprender a identificarla también es una forma de buscar ese sabor que nos conecta con la cocina de nuestras madres o abuelas.