Mangostán, la fruta tropical más apreciada

Las frutas tropicales han pasado a formar parte de nuestro frutero diario desde hace años, pero aún siguen llegando nuevas incorporaciones. El mangostán en una de las más apreciadas por su potente sabor, que recuerda a una mezcla de otras frutas exóticas, por su textura cremosa y por sus propiedades nutricionales, que la convierten en una opción muy saludable. Si quieres conocer todo acerca de esta codiciada fruta tropical, ¡sigue leyendo!
¿Qué es el mangostán?
El mangostán es una fruta originaria del sudeste asiático, concretamente de Tailandia, principal productor de esta fruta junto a otros países asiáticos (China, Sri Lanka, Filipinas entre otros), sudamericanos (Brasil) y africanos (Madagascar).
Esta fruta se destaca por su sabor dulce y único, así como por su atractivo aspecto exterior. Su tamaño es similar al de una mandarina, pero su cáscara es gruesa y dura, de color púrpura oscuro que llega a casi negro cuando está madura.
En el interior, el mangostán está formado por una pulpa blanca y jugosa, dividida en gajos, similares a los de la naranja. La pulpa es extremadamente suave, delicada y jugosa, con un sabor dulce y refrescante, con matices suaves y sutiles, que puede recordar a una combinación de frutas, como la piña, la frambuesa, el melocotón, e incluso especias como la vainilla.

La textura de la pulpa del mangostán es similar a la de una uva, pero más cremosa.
Propiedades del mangostán
El mangostán es una de las frutas tropicales más nutritivas y saludables que existen.
Beneficios para la salud
Tiene un nivel muy alto en agua, aproximadamente el 80-85% de su peso total, por lo que es muy hidratante, diurético y refrescante. Por tanto, es una muy buena opción para mantenerse hidratados, especialmente en climas cálidos o durante periodos de actividad física.
El mangostán es una buena fuente de varias vitaminas, incluyendo vitamina C, vitamina B6, vitamina B9 (ácido fólico) y vitamina E.
El mangostán contiene una variedad de minerales esenciales, como potasio, manganeso, magnesio y cobre. Estos minerales desempeñan roles importantes en la salud ósea, la función muscular, la regulación de la presión arterial y el metabolismo de los nutrientes.
El mangostán contiene una variedad de compuestos antioxidantes, incluyendo xantonas, flavonoides y ácido ascórbico, que pueden ayudar a proteger el cuerpo del daño causado por los radicales libres y ayuda a reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
El mangostán es también una gran fuente de fibra, lo que la hace ideal para mejorar el tránsito intestinal.
Su bajo aporte de sodio resulta estupendo para las personas que tienen hipertensión o afecciones de vasos sanguíneos y problemas de corazón.

¿Cómo elegir bien el mangostán?
La cáscara del mangostán debe sentirse firme, pero ligeramente flexible cuando se presiona suavemente. Evita los mangostanes que estén demasiado duros o blandos, ya que podrían estar pasados de maduros o en mal estado.
El color de la cáscara debería ser color púrpura oscuro o marrón oscuro. Este color suele indicar que el mangostán está maduro y listo para comer. Evita los mangostanes con cáscaras verdes, ya que es probable que estén sin madurar.
Inspecciona visualmente el mangostán en busca de signos de daños, magulladuras o decoloración en la cáscara. Un mangostán de buena calidad debe tener una cáscara intacta y sin manchas ni marcas.
En cuanto al olor, un buen mangostán debería tener un aroma dulce y floral característico.
¿Cómo conservarlo?
Si vas a consumir el mangostán hasta dos días después de comprarlo, lo ideal es conservarlo a temperatura ambiente en un lugar fresco y seco, alejado de la luz solar directa y de un excesivo calor.
No los apiles, ya que esto podría causar magulladuras y daños en la cáscara, lo que aceleraría su deterioro.
Si deseas conservarlo por más tiempo, puedes refrigerarlo. Sin embargo, ten en cuenta que el frío puede afectar la textura y el sabor del mangostán, por lo que es mejor consumirlo pronto. Si aún así decides hacerlo, colócalo en el cajón de verduras de tu nevera y mejor si es en un recipiente hermético, para evitar la pérdida de humedad y la absorción de olores.
No laves el mangostán hasta el momento que quieras consumirlo, ya que el exceso de humedad puede favorecer el crecimiento de moho y la descomposición. Lava y pela cada mangostán justo antes de comerlo.
¿Cómo se come el mangostán?
Al igual que cualquier fruta, podemos tomarlo al natural, comiéndonos sus pequeños gajos blancos o en macedonia, junto con otras frutas. Pero para comer el mangostán, primero es necesario pelarlo, y al ser una cáscara dura, hay que seguir una serie de pasos. ¡Te los contamos!
Cómo retirar la cáscara del mangostán
En primer lugar, haz una incisión poco profunda en la parte superior de la cáscara con un cuchillo afilado, justo donde termina el tallo. Esto facilitará la apertura de la cáscara.
Con cuidado, gira y presiona la cáscara con las manos hasta que se abra en dos mitades.
Una vez que la cáscara se haya abierto, verás los gajos blancos y jugosos de la fruta en su interior. Estos gajos están envueltos en una cáscara de color morado oscuro, que no es comestible.

Separa suavemente los gajos individuales y retira las semillas si las hubiera, porque tienen un sabor amargo.
El alto contenido de agua en el mangostán contribuye a su textura jugosa y suculenta, lo que lo hace muy agradable al paladar. Además, esta característica lo convierte en una opción ideal para incluirlo en ensaladas de frutas, batidos, postres o simplemente para consumirlo fresco como refrigerio.
¿Cómo se bebe el mangostán?
Tomar el mangostán en zumo o en batido es una forma muy refrescante de consumirlo. Lo ideal es servirlo bien frío y se puede mezclar con otras frutas como manzana, uva, piña, mango o maracuyá. En el Sudeste asiático se utilizan los gajos de mangostán para hacer licores y vinos aromatizados. Estas bebidas suelen tener un sabor dulce y aromático con un toque cítrico.
En algunas culturas asiáticas, se prepara té de mangostán utilizando la cáscara seca de la fruta. Este té se aprecia por su sabor suave y ligeramente ácido, así como por sus posibles beneficios para la salud.
El mangostán puede añadir también un toque exótico y refrescante a cócteles como mojitos o daiquiris.