Tarta de la abuela: el postre sin horno que nos devuelve a la infancia
Recuerdo dulce
Capas de galletas, natillas y chocolate para un postre frío y entrañable, perfecto para el verano

Un viaje al pasado con cada bocado
Hay postres que saben a hogar, a meriendas de verano en el pueblo, a risas en la cocina mientras se moja cada galleta con cuidado. La tarta de la abuela es uno de esos dulces que no necesitan grandes técnicas ni ingredientes sofisticados: su magia está en la sencillez y en el cariño con que se hace.
Para muchos de nosotros, es volver a la infancia de golpe. Recordar a madres, abuelas o tías reuniéndose con los niños para preparar la tarta capa a capa, contándonos historias o dejando que metiéramos el dedo en el chocolate derretido cuando no miraban.
¿Por qué la llamamos 'tarta de la abuela'?
No hay un origen oficial o una receta única. En realidad, la llamamos así porque era la típica tarta casera que se improvisaba con lo que había en la despensa: galletas María, sobres de natillas, leche y chocolate de tableta.
En muchas casas españolas se convirtió en la tarta de cumpleaños por excelencia en los años 70 y 80, especialmente en los pueblos, donde hacer un gran bizcocho o encender el horno en verano no siempre era práctico. Era económica, fácil y no necesitaba nada más que tiempo para enfriarse.
El nombre 'tarta de la abuela' es un homenaje a esa cocina sin prisas ni pretensiones, pero llena de amor.

Así la hacíamos en mi familia
En mi caso, la preparaba con mi tía abuela cada verano. Nos sentábamos en la cocina del pueblo, con todo listo en la mesa. Mojábamos las galletas rectangulares una a una en leche, con mucho cuidado de que no se rompieran, y como toque especial le añadíamos un chorrito de anís para darle un aroma único. Después preparábamos el sobre de natillas para la crema y, con paciencia, derretíamos el chocolate al baño maría, disfrutando del ritual y del delicioso olor que llenaba la estancia.
Entre capa y capa, me contaba historias de antes y, a veces, improvisábamos alguna mezcla de mantequilla con azúcar para hacerla aún más golosa. Y al terminar, venía la parte más difícil: esperar a que se enfriara en la nevera, deseando que pasaran las horas para cortarla y compartirla con toda la familia.
Son recuerdos que se quedan para siempre, y que hacen que este postre tenga un valor especial más allá del sabor.
Ingredientes básicos
- Galletas tipo María.
- Leche (puedes aromatizarla con anís, café o licor).
- Preparado de natillas (o crema pastelera si prefieres).
- Chocolate para fundir (con o sin nata para una ganache más cremosa).
- Opcional: mantequilla con azúcar para una capa extra.

Cómo se hace hoy, igual que antes
- Prepara las natillas siguiendo las instrucciones del sobre. Deja que templen un poco.
- Funde el chocolate al baño maría o en el microondas con cuidado.
- Moja las galletas en leche aromatizada.
- Monta la tarta en capas alternas de galletas, natillas y chocolate.
- Termina con una capa generosa de chocolate.
- Enfría en la nevera al menos 4 horas (mejor de un día para otro).
La versión más veraniega
Hoy la tarta de la abuela sigue viva y se reinventa incluso para el calor del verano. Además de la receta clásica sin horno que se sirve bien fría, han surgido versiones heladas que transforman sus capas de galleta, natillas y chocolate en un postre aún más refrescante.

Algunos chefs y publicaciones han propuesto versiones en formato semifrío o helado, donde se congela por completo para darle una textura cremosa similar a un helado casero.
Incluso se encuentran helados comerciales inspirados en la 'tarta de la abuela', con trozos de galleta y crema, demostrando que este clásico sigue conquistando paladares generación tras generación.